miércoles, 11 de febrero de 2009

DALE PAL ZACAS...


TIJUANA.-Carambuyo Bill tomó un taxi en la glorieta del Matabachas, la de Plaza Río y el Cecut, Plaza Fiesta y LA Fogata. Era uno de los “libres” con parquímetro inaugurados en los tiempos del alcalde Jesús González Reyes, mejor conocido por la ciudadanía tijuanense como Cepillín.
“Un compita muy atascado”, dice al taxista, con acento mixteco- zapoteco atijuanado, luciendo una gorra beisbolera con la visera para atrás, al estilo de los sicarios del Barrio Logan sandieguino: ¡”Oh sí”.

A cuántos se habría echado este morrillo, especula CB que no logra contener un escalofrío al rozarle el perfil con su mirada al desparpajado conductor del “Libre”.

- Pero,¿ por qué atascado?- cuestiona el exótico pasajero retomando el tema de Cepillín, nomás por el placer de matar el tiempo dejándose ir en la inercia de un diálogo fático, haciéndose el occiso pues la historia se la sabe de memoria, es vox populi.

El tal Cepillín se habría quedado con unas mil placas que ahora le dejan “alrededor de 30 mil dólares diarios”, afirma convencido de la redondez de la cifra que Carambuyo ha considerado una exageración. Lo cierto es que el ex alcalde que dio paso al retorno del PRI al poder municipal de Tijuana, desapareció de la vida pública fronteriza y, como se ha documentado periodísticamente, hoy vive en el mejor barrio de Tijuana: San Diego.

“Ya no hay a quién irle”, resume con la sabiduría reconcentrada del “lugar común” el trabajador del volante.

Son las 21 horas de una noche templada de febrero. Decibeles gruperos estremecen lo que queda de la antigua Plaza del Zapato o Plaza Fiesta. La histeria de las sirenas policíacas y militares, de servicios de emergencia, rebota , se arremolina, en un rebosante Paseo de los Héroes.

-¿A dónde me dijo que iba exactamente?- inquirió el comunicativo chafirete a su “corte” de lujo al doblar por la Internacional hacia la Zona Norte.

- Al Zacas..- respondió el Bill(como le dice el Juan Melgar),

-Orale-exclamó Juan, Juan Mateos, para lo que se pueda ofrecer, maldisimulando una pícara sonrisa.

- Cómo la ves, ¿estará muy caliente el borlote?
-No, no pasa nada, pero yo conozco otro lugar, a dos cuadras del Zacas, más de volada y mejor calidad…-¿Qué quería y de a cómo?
-
- Quiero hacer unos “nevaditos”, fifty and fifty…Tengo que ir a escribir mi columna…

-¡Oh!, es usted periodista…¡Del Zeta?

-No, ¡ni lo made Dios!...De la Campana de Loreto…

-¡Oh, oh, oh!... Oiga, nomás no me vaya a ventanear…me acabo de casar, y ya dejé todo, ando en un rollo bien “clean”…

-No, no te preocupes, compita, esto es off the record…como se dice en jerga periodiquera.

-¿Off… qué?

-Que no te conozco. O en todo caso te puedo cambiar de nombre…

-¡Oh! ¡Es todo! …De modo que quiere unos “primitos”….

El Libre se adentra en la Zona Norte alejándose del neón prostibulario hacia la zona residencial a orillas de la Avenida Internacional. Los reflectores de la “migra” y el espectro lumínico de la urbe trasnacional se imponen sobre la densa niebla que llega del Pacífico. En cada esquina, en cada alto, surgen los “pushers” del vecindario con su variada oferta: ice, cri-cri, nieve, colas….entre las más blandas esencias.

Juan va deshojando la “margarita” mientras atisba entre los rostros patibularios que aparecen y desaparecen en la oscuridad de las aceras. Hasta que localiza a quien parece ser un viejo y andrajoso conocido que pregunta qué y cuánto con una voz templada en las mazmorras y “tumbas” del “Pueblito de la Mesa”.

. Toma el dinero y promete volver en cinco minutos. Se esfuma como “chamuco”, como las espirales de “polhumo”(diría Octavio Paz) traspasadas por las luces giratorias de la paranoia imperial.

Carambuyo empieza a sentir unas ñáñaras que no había sentido ni en las noches más tenebrosas en El Santuario o en los suburbios Pocholes, cuando la espera se prolonga y los malandros no dejan de brotar entre las sombras y claroscuros, de interrogarlo con su diabólica mirada.
 Pero Juan lo calma: no pasa nada, aquí todo está bajo control Estos batos controlan todo. Con operativo o sin operativo. ¿Usted cree que los chotas van a depreciar la mochada? Tranquilo…

Y mientras Juan hablaba, en un cartel precariamente adherido a un poste traspasado por un claro de luna(¿o reflector migratorio?),  CB descubría  la sonrisa aniñada del entonces candidato presidencial panista, Felipe Calderón.
Pero bueno, lo importante, dirían los mitoteros pazeños del Mimoso y del Caregay, sería saber si Carambuyo, nuestro héroe, consiguió lo que buscaba y, sobre todo, qué uso le dio.
 ¿Se la untaría?
(Continuará…)
.

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