viernes, 13 de abril de 2018

BUEN VIAJE, ROMÁN...



Mis condolencias a los deudos de mi amigo Roman Pozo Juárez, el Romancito.
Particularmente, a mi querida Conchis Jordán Moyrón, su esposa, y a sus hijos.
De su muerte, hoy por la mañana, me informó su hermano César. Murió de la misma enfermedad que su padre: cáncer de páncreas.
Román, Romancito, los Pozo.
Una de esas fraternidades entre familias fundadoras del puerto; afectos ancestrales inmunes a los desafectos que suelen generar los avatares de la vida como las diferencias de opiniones políticas.
Originalmente familias vecinas del barrio del Esterito y del "rumbo" de Las Vinoramas, Las Cruces, muy cerca de La Paz.
De niño, mi ídolo, mi super héroe- y el del resto de mis primos-, era mi tio Alberto, El Loco, que a su vez idolatraba a Pedro Infante y a Gardel, actor natural con incursiones teatrales, humorista, y con las excepcionales facultades físicas y para el pleito callejero que le dieron fama local.

Aunque Rogelio Pozo, tío de Romancito y hermano del maestro Román Pozo Méndez- atleta consumado y también cronista beisbolero-, se cocinaba aparte..
Rogelio era una leyenda viviente. Como su amigo de la infancia, El Loco, era un peso completo, pero más alto y espigado, que solo excepcionalmente utilizaba los puños para apaciguar a quienes lograban sacarlo de sus casillas.
Sus armas letales eran los pies, sus largas piernas rematadas con unas botas de alta embocadura y punta de puñal.
Era un tipo tranquilo y generoso, con un afinado sentido justiciero..
Discreto, sin alardes, como dicen que son los verdaderos valientes.
No le gustaban los abusos ni los abusivos.
Sobre todo cuando se daban contra el gremio de los "troqueros" , al que Rogelio pertenecía; el de los transportistas transpeninsulares en la época en que un remedo de carretera llegaba hasta el Valle de Santo Domingo.
Un altercado con el entonces gobernador del Territorio Sur de la Baja California, Hugo Cervantes del Río, por una disputa gremial, le valió una sangrienta represalia en un bar de Villa Constitución.
Cuenta la leyenda popular, y las crónicas periodísticas, que tuvieron que utilizar a toda la fuerza policíaca apostada en el pueblo, para aplacarlo. La imagen era la de un Rogelio recostada en la barra manteniendo a raya a los agresores, con o sin uniforme,con la perfecta sincronía de pies y puños.
Hasta que salieron a relucir las armas. La golpiza fue brutal. Inconsciente, fue remitido a una celda de la estación de policía, de donde fue rescatado por un joven abogado, de La Paz, que hacia sus pininos profesionales ejerciendo como ministerio público del fuero común en ese centro agrícola; Guillermo Mercado Romero, el mismo que a la vuelta de los años sería gobernador del estado de BCS..
Quien dio la noticia de este abuso de autoridad, fue el hermano de Rogelio, Román padre, que en ese entonces era el conductor del programa de noticias en el canal 10 de la TV local,el de "la colina del sol, frente a las playas del Mar Bermejo", dirigido por Francisco King; nada menos que uno de los principales dirigentes del Frente de Unificación Sudcaliforniano(FUS), que había desterrado al que sería el último gobernador militar, el general Bonifacio Salinas Leal, para dar paso a la llegada de Cervantes del Río, primer gobernador civil en décadas.
Este era a grandes rasgos el fascinante personaje de Rogelio Pozo, de esos a los que nadie se atreve a motejar por si las moscas.
Una de las excursiones más gozosas de esos tiempos infantiles, era ir con el tío Beto al rancho de Las Vinoramas, donde se había atrincherado el misterioso tío Lorenzo, hermano de mi abuelo, -a quien no recuerdo haberle escuchado pronunciar palabra alguna; todo lo decía con su mirada verdiazul entre el humo de su Argentinos- ,luego de pegarle al gordo de la lotería.
Recorríamos el monte, el desierto florido, explorando retorcidas brechas, cauces de arroyos de fina arena, enormes piedras blancas, rosáceas, doradas; ojos de agua, huellas de animales que pertenecían a la zoología fantástica del tío Loco(coyotes con huaraches, víboras con aletas, liebres voladoras) ; y luego a practicar el "tiro al blanco" con el rifle 22 que su venerado padre- como el de la Oveja Negra, la película estelarizada por Julián Soler y Pedro Infante- le había regalado por haber terminado su servicio militar, el cual cuidaba como un tesoro.
A la vuelta de una de esas veredas, escuchamos un ruido monte adentro. Entre ciruelos, carambuyos y chollas ,avisoramos a un hombre alto, espigado, de livais, sombrero y botas, cortando con un machete el tronco de un enorme cardón.
Al Loco se le iluminó la cara al reconocerlo. Se adelantó, y sin que ninguno de los dos pronunciara palabra, se fundieron en un abrazo.

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Ahí, bajo el sol de mediodía, los dos hombres, apenas en sus veinte, fuertes y apuestos, tan enormes como sus sombras quebradizas sobre los matorrales, emprendieron una larga charla en voz baja, fumando, entre enigmáticos silencios, disfrutando plenamente del azaroso reencuentro, en una extraordinaria lección  respeto mutuo.
--¿Quién era tío?- preguntamos los sobrinos.
-Rogelio, mijos, un amigo de la infancia-respondió lacónico, metido en sus pensamientos, el Loco, al que como a Rogelio tampoco le gustaba el tema de la violencia, y jamás alardeaba ni nos hablaba de sus pleitos y vida disipada, siempre al filo de la navaja.
La imagen de ese abrazo de nuestros tíos, se aviva cada vez que saludo a un miembro de la familia Pozo, y hoy que el amigo Román, el Romancito, se ha ido de viaje, aquí se la dejo para que le acompañe brecha adentro.
Y con una sonrisa recuerde los años 80, las interminables noches de fiesta en su departamento de la calle de Salamanca, allá en los límites de la colonia Condesa del prehistórico DF, mejor conocido como el Salamanca Zoo....

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  ME ENTERO de la muerte de un legendario beisbolista. Esperaré unos días a ver si se confirma  o no su muerte. La verdad, ya lo hacía muert...