Sendero de Espinos.
Esta clase de horrores los padecimos en BCS a partir de 1999, con la llegada al poder estatal y municipal de PRD, abanderando a tránsfugas priistas como Leonel Cota Montaño y, sobre todo, a su primo Narciso Agúndez Montaño.
Les siguió otro chapulín, Marcos Covarrubias también ex priista, que saltó al PRD y luego al PAN, para hacerse de la gubernatura.
En 1999, el dirigente nacional del PRD, era Andrés Manuel López Obrador.
Su estrategia era sumar por sumar.
Sin ningún control de calidad de la militancia de un partido que tenía como razón de ser la REVOLUCIÓN DEMOCRÀTICA.
Sin espacios para el debate y la libre circulación de ideas.
La ignorancia, la rapacidad, la perversidad, los odios rancheros se estaban definiendo como la marca de la casa del joven partido, el primero y el único al que me había afiliado desde su fundación.
En dos o tres ocasiones, conferencias de prensa, lo cuestioné sobre lo que a todas luces era una gravísima desviación política, ontológica del partido.
El tipo se indignó y se trabó cuando lo marqué a presión para que respondiera y debatiera.
Me di cuenta que era otro demagogo de muy pocas luces del viejo PRI, a pesar de ser aun joven.
Por eso nunca creí en su disfraz de líder de "izquierda", y en consecuencia jamás voté por tamaña añagaza.
Por esto y por mucho más, creo que el verdadero HORROR no es tanto el dedazo a saltimbanquis como ESPINO, sino haber votado y seguir estando, a estas alturas del partido, con López Obrador