lunes, 19 de agosto de 2019

VIOLENCIA Y CONTEXTO POLÍTICO





El escritor y  editor Juan Domingo Agüelles, nos ofrece en este articulo ( Confabulario), un puntual y actualizado  repaso del contexto político de la violencia desbordada que se padece en México.
Un fenómeno que desde luego viene de lejos, del pasado "neoliberal", pero que se ha recrudecido hasta alcanzar niveles históricos en lo que va del "nuevo régimen"; el mismo que prometió resolverlo todo con la sola presencia del Tlatoani en el Templo Mayor.

Mas lejos de buscar la reconciliación nacional, desde el poder presidencial se instiga el odio contra la variopinta fauna de  "adversarios"; todos aquellos individuos e  instituciones que  representan un contrapeso al  poder unipersonal, autoritario, antidemocrático, PATRIARCAL.

Dice Juan Domingo :

"Primero nos la metieron doblada (¡ay, camarada!) y después el mismo perpetrador (gente amiga, por cierto, y amigable) sentenció: “Ya les dimos el primer trancazo en el hocico” (PIT II dixit). De esto se trata la cultura hoy, desde el poder y la militancia: de abuso sexual simbólico (violación redoblada) que perdonan hasta las militantes feministas de la 4T que suelen repudiar los piropos y el acoso sexual; y de animalidades también: los críticos no tienen bocas, tienen hocicos, muy probablemente perrunos, que hay que cerrarles a trancazos.

 "Después, desde la más alta tribuna del país, se descalificó a la sociedad civil y se insultó a los opositores y críticos; se vilipendió a la prensa crítica (si no es leal, es chayotera); se desautorizó y desprestigió a las comisiones de derechos humanos (como cómplices de la violación de derechos), y se criminalizó a los creadores culturales, aunque entre los criminalizadores haya también beneficiarios de lo mismo que criminalizan. Y todo esto lo hicieron quienes antes eran unos garantes de la crítica frente al poder…, sí, pero frente al poder al cual no pertenecían. Y a ello hay que sumarle la santificación del Señor Presidente: “Auténtico Hijo Laico de Dios Iluminado” (Muñoz Ledo dixit).

"Lo que ha seguido después es sólo una consecuencia de ese caldo de cultivo, ¡hasta para los compañeros de ruta! Octavio Rodríguez Araujo (ahora también fifí, machuchón y lo que se le quiera agregar con escarnio), izquierdista, se retiró del periodismo crítico con las siguientes palabras: “Nunca pensé que el triunfo de un movimiento que apoyé por muchos años se convertiría no sólo en una decepción, sino en una amenaza a la libertad de expresión que disfruté por varias décadas, que han disfrutado muchos articulistas también”.

 "Ejercer la crítica periodística hoy se volvió peligrosísimo hasta para quienes creían que antes de este gobierno, votado tan esperanzada y multitudinariamente, era ya peligrosísimo. Así lo han sabido otros periodistas críticos, entre ellos, recientemente, Héctor de Mauleón y Guillermo Sheridan, quienes han recibido amenazas de muerte por lo que escriben y publican. De Mauleón concluyó: “Esto es consecuencia del odio que se siembra todos los días desde la mayor tribuna del país”.

 “Que detengan esto”, pidió públicamente. Es lo mismo que pidieron los ombudsperson de más de cien países en apoyo a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, lamentando las expresiones denigratorias y del más extremo desprecio y la más severa descalificación del presidente de México contra la CNDH, pues “desprestigiar la tarea de la CNDH se percibe internacionalmente como falta de respeto hacia la institución y a los derechos fundamentales de las personas a quienes protege”. Más aún: La Alianza Global de Instituciones Nacionales de Derechos Humanos expresó que “la magistratura moral es la principal fuente de autoridad de nuestras instituciones, de modo que cualquier anotación en este sentido resulta de gravedad”.

"Todos los días el presidente del país habla de paz, de concordia, de bondad, de moral, de felicidad, en sus conferencias matinales, pero, también, todos los días lanza ofensas, descalificaciones, dicterios, invectivas contra sus “adversarios”, que lo son únicamente porque no son sus “partidarios”, porque no lo alaban, porque no lo ensalzan, porque no lo adulan, porque no lo aman, porque no lo idolatran. Es una desmesura. La descalificación que hizo recientemente de la labor periodística de la revista Proceso, en el regaño que tuvo que capear el reportero Arturo Rodríguez, en una situación de inferioridad frente al poder, es más que preocupante. Dando clases de periodismo, volvió a lanzar a sus partidarios contra la prensa que no lo elogia. La crítica es buena siempre y cuando sea a su favor. Y ya hay llamados de sus partidarios a una campaña para no comprar la revista Proceso. Siendo así, en un país polarizado, que él y sus colaboradores se han encargado de polarizar más, no es optimismo sino utopismo pensar en una reconciliación social en la que tanto dice empeñarse y, para lo cual, nos regala la Cartilla moral de Alfonso Reyes. En un contexto así, tan enrarecido, no es difícil adivinar cómo terminaremos. No habrá final feliz, como escribiera Paco Ignacio Taibo II."
(Fragmento del.artículo Voltaire, Mill, Todorov y el fin de los argumentos)

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