jueves, 30 de abril de 2020

ÓSCAR CHÁVEZ: LAS NOCHES DEL CONCERT.



Cuando el músico Daniel Tuchmann fue designado Director Artistico del Café Concert, le pregunté quién seria su primer fichaje.
Óscar Chávez, era el elegido.
Me sorprendió escuchar tal nombre, un tanto borroso en la memoria.
Óscar Chávez nunca había sido de mis cantautores predilectos y la verdad no me gustaban sus canciones de "protesta", sus parodias panfletarias.
Prefería al compositor e intérprete de boleros y canciones vernáculas mexicanas.
Tenía una potente voz y un gran carisma.
Lo recordaba también como actor en la película Los Caifanes.
Eran los primeros años de los 80, el movimiento del "canto nuevo" cobraba auge a contracorriente de la música disco; nutrido por la incorporación a la escena mexicana de trovadores aportados por los exilios argentino, uruguayo, chileno, la Trova Cubana, así como una nueva camada de grupos rockeros, fusionistas, experimentales mexicanos y extranjeros.
En este "contexto" percibía a Chávez como una figura que ya había cumplido su mejor época en la década pasada.
Un "has been..."
Dudaba que conservara público como para sostenerlo en una temporada corta con shows de jueves a sábado.
"Ya lo veremos", dijo Daniel.
Y lo vimos.
Llenos de jueves a sábados en el local de Avenida Universidad, frente a Plaza Universidad, casi esquina con Parroquia, donde estaba la sede del Fondo de Cultura Económica.
Óscar Chávez acompañado por el gran Trío de Los Morales, atraía a una audiencia abigarrada que incluía a muchos de sus infinitas amistades y relaciones del medio artístico y farandulero chilango..
Sobre todo, público femenino. Admiradoras, gruppies, amigas bellísimas como las noveles actrices chihuahuenses Gabriela Roel y Lorena Villatoro.
Por ahí recalaban gargantas profundas como el legendario requintista de Los Tres Caballeros, Chamín Correa; cantantes en su mejor momento como El Pirulí, Caíto, el poeta Eduardo Lizalde, primo hermano de Óscar; el declamador Enrique Rocha, las intérpretes Amparo Ochoa, Tania Libertad, Betsy Pecanins, Lupita Pineda, Eugenia Leon; los nuevos de la nueva trova cubana, la hermana de Silvio Rodríguez, Anabelle López, entre ellos; Ramón Sánchez, los hermanos Guarrneros (guitarras del uruguayo Alfredo Zitarrosa) , Gabino Palomares, el conductor Ricardo Rocha, el comediante Víctor Trujillo(.antes de ser Brozo) , y un larguisimo etcétera.
Ya se imaginarán los AFTER, las fiestas cuando el show regular terminaba y apenas empezaba la noche.
En ese fabuloso ambiente nocturno, aprendí a valorar a Óscar Chávez, el artista y el hombre, el bohemio, el gran bebedor, siempre tan profesional y solidario, interesado en el trabajo de sus jóvenes compañeros de oficio.
Admiraba a Tuchmann y sus creaciones como cantautor y guitarrista; un paisano con quien yo había colaborado tiempo atrás en algunas canciones que a la vuelta de los años Daniel difundió como parte de su repertorio en el medio cantonovero y rockero del DF, y en algunas de las regiones del país recorridas en sus giras.
Así que me identificaba como el amigo inseparable de Tuchmann y el autor de la letra de Bella Fugitiva.
Te hacía sentir parte del gremio.

El autor de Por ti...uno de sus clásicos, muy lejos del panfleto político, era en esencia un poeta.
Y como tal, le dio a Tuchmann una letra que Daniel musicalizó, e incluyó en el álbum La última neurona(Ariola Records, 1989).
La rola se llama Y...
Así nomás.
¿Y?
Que me quedo con una imagen del tipo impredecible a quien en las altas madrugadas, en el clímax de la fiesta, se le ocurría invitarnos a dar la vuelta en su viejo automóvil; a recorrer las calles de la ciudad de México, el entrañable Defe, su ciudad, por la ruta de Los Caifanes,
Que tengas buena mar y mejores vientos, Óscar Chávez.





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