LA PAZ BCS.-Como estaba previsto, el pasado Domingo de
Resurrección arrancaron oficialmente las campañas electorales con los dos
principales candidatos presidiendo actos en diferentes horarios y ciudades.
El panista Carlos Mendoza Davis, de 45 años, lo hizo al
mediodía en Loreto, Primera Misión y Primera Capital de las Californias, y
tierra de los Davis, su familia materna.
Ricardo Barroso Agramont, el joven candidato priista, senador con licencia de 35, prefirió
madrugar con un acto al filo de la medianoche en el kiosko del malecón de La
Paz..
Horas más tarde, a unas cuadras de allí, una ráfaga de armas
largas desde un auto en marcha a otro, cobraría la enésima víctima de la escalada de
violencia que tiene consternada a la comunidad paceña.
Un arranque de
campañas macado por una guerra sucia sin precedentes en las redes
sociales, que ha reducido la contienda política en un stand by entre el “narco”
y el “adicto”.
La reciente aprehensión en San Diego de un concuño de
Mendoza con una tonelada de mariguana, y
el supuesto pacto del gobierno de Marcos Covarrubias- del que fue secretario
general de Gobierno en sus inicios-, con
narco cárteles a los que les habría vendido la plaza, han puesto a Carlos bajo sospecha.
Multimillonarias inversiones en bienes raíces a finales del
sexenio del bróker mayor, Narciso Agúndez-documentadas por el semanario Zeta-, abonan este
sospechosismo.
Barroso seria el
“adicto” confesó, ya que,
efectivamente, hace unos días
reconoció públicamente que “en alguna
etapa” de su vida, “pudo tener contacto con la droga”.
Así las cosas, la
exigencia del antidoping ha desplazado el debate sobre proyectos de
gobierno.
Y ninguno de los dos candidatos ha tocado ni por
equivocación temas de actualidad como la explotación de los jornaleros
agrícolas en Comondú, la cloaca de la UABCS convertida en botín político, ni
mucho menos nos han dicho cuál sería su política cultural tan estratégica en
otras latitudes para combatir la inseguridad.
Puras vaguedades.
Y el escenario queda listo para la revancha electoral entre estos dos contendientes.
La primera
confrontación, por la senaduría, la ganó Barroso en 2012 con su carisma natural potenciado por la ola peñanietista.
EN LORETO DE LOS DAVIS
Allá, Mendoza Davis, también
conocido como el Picore, volvió a evocar a su padre, el ex gobernador Angel
Cęsar Mendoza Arámburo, quien en 1975
inició en Loreto su propia campaña sin oponentes reales , muy a tono con
aquellos tiempos del carro completo
priista.
Inédita paradoja aquí
entre nos: un candidato panista que
tiene a la figura paterna, genuino producto político del PRI, y emblema de la
mejor época de ese partido en BCS, como inspiración y guía.
Un junior que por lo demás no heredó el carisma, el don de
gentes del padre, que ahora pretende usufructuar desde un partido fundado en
1939 como contrapeso del creciente corporativismo
del Partido de la Revolución Mexicana,
antecedente inmediato del PRI, bajo el liderazgo de Lázaro Cárdenas, nada menos
que uno de los iconos mayores del “antiguo
régimen”.
Una conversión la de Mendoza que los panistas tradicionales ven
con desconfianza. Con más visos de
arribismo, de oportunismo político y obsesión
por el poder.
Mendoza no tiene un
equipo propio, y su futuro depende de la estructura del gobierno estatal y de
la capacidad operativa de un ejecutivo muy cuestionado por el asunto de la violencia,
y la corrupción de algunos familiares cercanos.
Quienes esperaban un discurso más sustancioso de quien sin
duda es el político sudcaliforniano con
los mejores diplomas académicos –licenciado en Derecho por la UNAM, estudios de posgrado en Nueva York y
Londres, cargos diplomáticos en la embajada de México en Washington, se van a
quedar con las ganas estrenar líder de
opinión.
KIOSKO TRICOLOR
Desangelado como el
de Loreto fue el acto tricolor en el kiosko del malecón.
Hay un ambiente anticlimático
en torno a un Barroso que promete un
“nuevo rumbo” rodeado de emisarios del peor pasado priista.
Por ningún lado aparece ese grupo de jóvenes brillantes que
traen el futuro no en la pose fanfarrona
del junior metrosexual, sino en la palabra y actitud renovadoras, criticas.
Es cierto que la
carrera política de Ricardo-nieto del ex gobernador Félix Agramont- ha sido
vertiginosa,y su pasmo podría adjudicarse
a esos súbitos vuelcos de la
fortuna política a su favor.
(Más allá del ámbito
partidista, su primer puesto público de importancia fue el de senador)
Pero desde su primera exitosa campaña por la gubernatura en 2011 a la
fecha, ya llovió.
Tiempo suficiente para que ya tuviéramos algún atisbo de esa ruptura generacional que
avalara la novedad del giro
que pregona.
¿Un “nuevo rumbo” sin deslindes con el pasado priista, los excesos que
propiciaron la derrota del 99?
“No es su tema”, responden algunos de sus cercanos,
casualmente miembros del grupo responsable de aquella debacle de hace 16
años.
Un deslinde autocrítico
con el viejo PRI y la defensa de la autonomía de la UABCS, su alma mater(es
abogado titulado por esa institución), se antojan-entre otros temas- más que
necesarios para potenciar la campaña y volver a derrotar al desangelado Picore,
cómplice de los testaferros del poder
que mantienen secuestrada nuestra
universidad pública.
(De los otros candidatos nos ocuparemos el próximo miércoles)
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