lunes, 11 de marzo de 2019

Del infierno de Tlahuelilpan al apocalipsis venezolano.



El pasado18 de enero, los mexicanos asistimos con azoro e impotencia al dantesco espectáculo de una tragedia colectiva más que anunciada.

Esa tarde y noche las fuerzas armadas cumplieron al pie de la letra la orden del Comadante en Jefe, pero no con el deber superior de salvar vidas.

No acordonaron a temprana hora la zona alrededor de la fuente de gasolina proveniente de un ducto de Pemex pinchado, ni mucho menos disolvieron el festín huichacolero ya con la multitud desbordada; dándose un baño en esos "veneros"- diría el poeta- escriturados por "el diablo".

Tuvieron cuando menos cinco horas antes de la explosión para hacerlo.

Bochornosas imágenes que los militares honorables junto con millines de compatriotas  quisieran olvidar.

135 muertos es el saldo de la tragedia de Tlahuelilpan, Hidalgo.

Ahora estamos ante otra crónica de otro sacrificio anunciado.

En realidad otra escalada apocaliptica de un genocidio en curso desde hace algunos años.

Un "infernal caos", postean contactos venezolanos desde su país destrozado por una  narcotiranía acorralada y aislada del mundo,.que se aferra al poder como bestia herida.

Una crisis humanitaria  redimensionada por el apagón más largo y letal de que se tenga memoria en AL.

Enfermos condenados a muerte, muchos de ellos niños y ancianos,  por la ausencia de energía eléctrica en hospitales.

Tétrico espectáculo seguido por una audiencia global que se debate entre la indiferencia y la impotencia.

En plena era de la comunicación instantánea

Un testimonio desde Caracas:

"86 horas sin luz eléctrica ni agua potable en más del 90% del territorio nacional, sin saber cuál es la reserva de gas que queda.

"86 horas donde el imaginario colectivo se reverbera contando los fósforos, viendo la luz de la vela, sin saber que está pasando, más allá de un eco lejano, uno diáfano, uno lúgubre.

"86 horas de comercio oportunista y despiadado, sin hospitales al 15 %, sin gasolina, sin instituciones, sin comunicación, sin país.

"86 horas muriendo recién nacidos y lactantes menores a falta de plantas eléctricas y por falla de éstas en los más básicos centros de atención primaria de la salud, circunstancia igual de funesta para abuelos, pacientes oncológicos, mascotas.

"86 horas de la decadencia en su máxima expresión. No obstante aún en medio de este infernal caos, los militares venezolanos siguen insensibles al sufrimiento de sus congéneres, porque se proponen exprimirle hasta la última gota a los privilegios que les brinda el círculo del mal."

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