La caminata de medianoche continuaba a buen ritmo por la acera solitaria y a media luz.
Había llovido por la tarde y una brisa de escampado repartía las esencias de las tierras y mares recorridos, desde el Pacifico sur, por el ciclón degradado en tormenta tropical antes de tocar la Península.
Mente, cuerpo y espiritu en armonioso diálogo.
Podría seguir caminando toda la noche.
Pasas bajo la sombra del Estadio, y empiezas a escuchar extraños ruidos.
Buscas a tu alrededor pero la calle sigue vacía.
Estás solo y tu alma con esas voces ahogadas que te persiguen.
Hasta que....
"¡NO SOMOS IGUALES!"
Un chillido terrorífico que parecía salir de mi propio cuerpo.
Un temblorcillo en la bolsa trasera del pantalón lo confirmó.
¿No lo había dejado cargando?
Ahi estaba mi nuevo Samsung, enfundado en un elegante protector contra caídas, mojadas y pisotones, sobrecargado de mundanal ruido.
"¡NO SOMOS IGUALES!", seguía el disco rayado ...No podía pararlo.
🤗
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