La guerra electoral entre los actuales candidatos a la
gubernatura del PRI, Ricardo Barroso Agramont, y del PAN, Carlos Mendoza Davis,
data del 2012.
Hace tres años ambos disputaron la senaduría por mayoría
relativa, y ganó Barroso con un amplio margen de 30 mil votos, cuando los
sondeos lo ubicaban siete puntos por debajo del neo panista.
Un resultado seguramente influido por el debate previo,
también capitalizado por el joven priista al acusar a Mendoza de haber
realizado sospechosos movimientos financieros multimillonarios en los últimos
años del infausto sexenio del "izquierdista" Narciso Agúndez Montaño,
el “broker” mayor, a quien por cierto
Mendoza no enfrentó como correspondía a
una oposición responsable.
Barroso exponía datos duros- inversiones de bienes raíces de CMD- documentados en reportajes del semanario Zeta.
A este duro golpe Mendoza respondió señalando a Barroso como
un "adicto".
Destilando una moralina muy propia de las "buenas conciencias" panistas, y no de un tipo forjado en el
hedonismo del juniorado tricolor donde el dinero y el alcohol suelen ser las “drogas
legales” de uso corriente, aunque no exclusivas.
Tampoco encaja esta estigmatización del adicto, que en todo
caso sería un problema de salud pública, con la formación profesional de Mendoza, abogado egresado de la UNAM con
estudios de posgrado en universidades extranjeras como la de Rochester, y la
London School of Economics.
La misma prestigiada institución en la que también estudió nada
menos que Mick Jagger, vocalista del legendario grupo de los
Rolling Stones, éste sí un "adicto" de ligas mayores.
Y ya ves, que tan
productivo, creativo, y buen economista resultó.
( Mick es el cerebro financiero del grupo).
De tan generosa aportación cultural al igual que otros
míticos "adictos" como John, Paul, George y Ringo, The Beatles, y demás protagonistas de la revuelta contracultural
de los sesenta y setenta sin los cuales no se puede entender el mundo actual.
Como no se entiende sin la obra de infinidad de artistas,
intelectuales, escritores, científicos
que convirtieron su “adicción” en un método de conocimiento, en una experiencia
creativa.
El mismo cel inteligente, la misma tableta de última
generación que utilizan estos predicadores puritanos, es creación de
un “adicto”confeso, y de drogas duras: Steve Jobs.
Pero no nos vayamos muy lejos: dentro de su propio primer círculo
de amigos, de allegados, de colaboradores, Mendoza tiene a algunos “adictos” muy activos y nada arrepentidos, ante los cuales Barrroso
sería un inocente aprendiz de brujo.
(Aunque habría que
considerar otro tipo de adicciones como
la del billete fácil y la comida chatarra-un gran problema nacional-, que
acelera el proceso de la gordura mórbida que luego obliga a costosas intervenciones quirúrgicas.)
¿De qué le sirvieron a Mendoza los altos estudios si nunca
pudo abandonar la aldea mental?
Lástima de recursos cortesía del sistema priista, ahora
“capitalizados” electoramente por el PAN, el partido anatema, que nació como
contrapeso del corporativismo del partido de Estado en las tiempos de Lázaro
Cárdenas.
Pero el karma del
panista hechizo , recargado de malas vibras(él inició la “guerra sucia”), lo
alcanzó en el momento más inoportuno.
Y al “adicto” Barroso Agramont, un joven de 35 años, le cayó
de a perlas una noticia publicada en septiembre del año pasado: un concuño de
CMA, había sido aprehendido en San Diego, acusado de cruzar la frontera con un
tráiler cargado con siete toneladas de mariguana.
Un tipo de origen
sinaloense que en La Paz es propietario de unos expendios de mariscos, uno de
ellos ubicado en un local propiedad de un sobrino del candidato blanquizaul:
Juan Alberto Valdivia Alvarado,candidato a diputado federal por el PRI, nieto del ex gobernador Alberto Alvarado
Arámburo.
De aquí el sospechosismo propagandístico del PRI sobre los
nexos de su ex correligionario con el narco. Una
respuesta que parte de indicios reales, aunque desde luego insuficientes para
afirmar la culpabilidad del presunto implicado.
Al igual que la “adicción” de Barroso no es sinónimo de
alienación mental y estigma moral, como
lo quiere presentar la inquisición demonizadora.
Pero así es esta “guerra sucia”, inédita en BCS,
a la que se ha reducido el debate político.
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