Contra lo que muchos compatriotas podrían suponer, no son los norteños, particularmente los fronterizos, los mexicanos más malinchistas o gringófilos.
Al contrario, es en esta región del país donde se ha aprendido en la brega,el roce cotidiano, a tratar al vecino del norte de tú a tú.
(Incluso en cuanto a talla y presencia físicas)
Sin Quetzalcóatl en via de regreso de por medio.
Mucho es lo que tienen que aprender los políticos del descentrado "centro" del poder político, de ese laboratorio social, cultural, político, de nuestra frontera norte, donde se forja un nuevo concepto de la mexicanidad, el patriotismo y la dignidad nacional.
Sobre todo en la intensidad de las grandes áreas conurbadas.
Una región que ha sido satanizada por la prensa nacional y extranjera, sobre todo por la primera-siempre en busca de la vendible "leyenda negra"-,y que merecería una revaloración periodística a la luz de los últimos acontecimientos.
En este mismo sentido percibo la propuesta de Eduardo Cruz Vázquez de retomar y actualizar algunas iniciativas de aquel Programa Cultural de las Fronteras de los ochenta, antes de CONACULTA, dirigido por Alejandro Ordorica.
Inciativas como la del Festival de la Raza, por ejemplo, que tan bien conoce mi amigo Eduardo, pues fue director de Cultura Norte del PCF, con el que tuve el privilegio de colaborar.
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