Alejandro Alvarez
Esa hierba denominada “cannabis” o más
popularmente “mota” es una mercancía que responde a las elementales leyes del
mercado. Si hay más oferta que demanda el producto se abarata, si la demanda
excede a la oferta el producto encarece. Como ocurre con los limones en estos
momentos, el producto puede escasear por fenómenos meteorológicos –falta de
lluvias, heladas, etc.- o porque los empresarios lo escoden para especular y
efectivamente, los precios alcanzan niveles estratosféricos e incontrolables.
Si el producto no se da en una región, pues se importa y los gastos de traslado
finalmente los cubre el consumidor. Si la región produce más de lo que consume
pues se exporta. Si la zona a donde se exporta es de mayor nivel económico que
la zona productora, los comercializadores tienen altas tasas de ganancia. Lo
contrario no tiene sentido, nadie exporta a lugares donde el producto tiene
bajo precio.
Sin embargo el mercado de la mota, a
diferencia de las mercancías legales, no tiene mecanismos reguladores. En el
mercado de las drogas existe la competencia entre los productores pero la
comisión nacional de competencia no regula ese mercado sino que se resuelve a matazones. Algunas veces grupos pequeños hacen alianzas
para enfrentar a los más gandallas pero
la tendencia sin embargo es a la consolidación de monopolios. La ley federal
antimonopolios lógicamente no aplica para las drogas ilegales por eso se llegan
a consolidar grandes monopolios de la droga a punta de metralleta y masacres.
Dicen que “El Chapo” lidereaba a uno de esos monopolios. Pero los grandes
monopolios no se acaban con la desaparición de un líder o gerente o presidente
de la empresa monopólica. Quien crea esto se está chupando el dedo. Microsoft
no desaparecerá con la eventual muerte de Bill Gates.
Los pequeños empresarios del sector legal o
del ilegal tienen dos opciones para alcanzar el éxito sostenible, o traspasan
sus fronteras o se alían a grupos que ya dominan un mercado nacional o
internacional. Los malandrines michoacanos son la clásica empresa provinciana
que se resiste a la invasión y control de grupos nacionales o regionales de
mayor envergadura. Pero el regionalismo
empresarial a esa micro escala tiende a disgregarse en muchos grupos que al
final son absorbidos por los grandes tiburones. La Familia michoacana (FM)
combatió la penetración del grupo nacional de los Zetas. Poco después la FM fue
combatida por otro grupo local, los Caballeros Templarios (CT) que a su vez
están siendo exterminados por los malandros de las Autodefensas (AD), que son
lidereados por varios grupos a nivel municipal o distrital. Los nuevos grupos
que surgen y se consolidan se alimentan de los viejos grupos. En las AD hay
miembros de los CT y en éstos hubo de la FM, que a su vez se alimentó de disidentes
de los Zs. Tómese el ejemplo que se
quiera de las grandes firmas del mercado nacional o internacional. La evolución
es la misma. Cuando se aniquile a los CT, las AD se pelearán entre sí por el
mercado estatal de la droga o se harán alianzas para simplificar la guerra. Al
final, después de nuevas masacres, habrá un ganón, que volverá a ser víctima de
otro grupo nacional o regional. Y vuelve la burra al trigo. Nuevos
comisionados, nuevas intervenciones de las fuerzas federales, nuevos
compromisos con los narcos del momento. Etcétera. Las disputas por mercados y
territorios se seguirán resolviendo con el principio de la ley de la selva.
Nada nuevo.
A la violencia michoacana le sucedió la
violencia en el Estado de México y reapareció en Tamaulipas, Morelos, Guerrero
y Oaxaca. Y antes el infierno estuvo en Baja California, Chihuahua, Coahuila y
Sinaloa. Cuando no es Chana es Juana. A diferencia de las mercancías del
mercado legal, los productos del mercado ilegal no se pueden regular y priva la
violencia para hacer prevalecer la presencia de uno de ellos. Los que se
dedican al mercado de la droga no van a cambiar sus métodos de dominio
mercantil. En cambio sí dan muestras de mutación a otras actividades ilegales
como el secuestro, la extorsión, la trata de personas o el robo. Son ramas del
mismo tronco o de troncos vecinos. Por décadas se ha tratado de combatir el
mercado de drogas con políticas prohibicionistas y persecución policiaca. Se ha
fracasado y con ello se han perdido enormidad de recursos financieros públicos
y recursos humanos. ¿Dónde están las grandes fortunas de los líderes abatidos o
encarcelados más recientemente? ¿Estarán las montañas de dinero escondidas en
alguna cueva michoacana? ¿O estarán
circulando en forma de inversiones y negocios penetrados en la banca y
en economía formal? ¿No es demasiado tropiezo con la misma piedra? Varios
países han incursionado en la legalización del mercado de las drogas con
resultados al menos promisorios y definitivamente menos costosos que la prohibición
y la persecución policiaca. En nuestro país jugamos al debate de este problema,
hace meses se prometió hacer amplia y pública la discusión. Al final todo quedó en pequeños grupos de
periodistas e intelectuales encerrados en aislados programas televisivos o
foros cerrados. Pero nos auto engañamos
con que campañas como la michoacana con invasión de fuerzas federales y
comisionados especiales acabarán con la violencia y los grupos delincuenciales.
A ver hasta cuando se atacará en serio la fuente del poderío de los cárteles de
la droga: las enormes tasas de ganancia propiciadas por ilegal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario