sábado, 20 de febrero de 2016

MEXICO EMPAPADO



Alejandro Álvarez

México se empapó por unos días. Don Jorge Mario Bergoglio -obispo de Roma o Papa Francisco-, como su antecesor, don Karol Wojtyla -Papa Juan Pablo II- en su visita a México, agitó la bitachera a su máximo niv el. Independientemente del papel de los medios, que influyen para convertir estas visitas en el eje de la vida nacional por varios días, es indudable que la sola figura papal es suficiente para movilizar a millones de fieles (e infieles) para ver a su líder religioso. Cada uno de estos dos líderes espirituales en su estilo y esfera de intervención han sido factor de cambio social, no obstante que don Jorge Mario (JM) tiene apenas tres años en ejercicio de su máxima representación. Don Karol lo hizo dándole un empujoncito final al edificio carcomido del comunismo europeo y con ello finiquitó la costosísima “Guerra fría”. Don JM ha hecho intentos aparentemente serios por acabar con lastres del desprestigio católico como la pedofilia y la corrupción financiera del Vaticano (blanqueo de dinero, entre otras cosillas). Sus reformas han ido en el sentido de sancionar a los primeros y transparentar el funcionamiento de la Curia romana, que lo logre es otro cantar. Pero no se ha detenido ahí, en el tema tabú del homosexualismo ha declarado "En un lobby no todos son buenos, pero si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, quién soy yo para juzgarla. El Catecismo de la Iglesia Católica explica y dice que no se deben marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad". Aunque cada quien interpreta esas palabras a su manera parece haber coincidencia en que don JM se opone a la persecución y marginación de esta preferencia sexual, aunque se opone al matrimonio de personas del mismo sexo. Un hilo conductor de su discurso es su solidaridad con los marginados. Algo similar ha avanzado en su concepto del divorcio, condición que definitivamente ha aceptado como necesaria en algunos casos y rechaza que sea motivo de excomunión. Como resultado, la nulidad del matrimonio católico se ha simplificado. Y respecto al control natal ha dicho en forma indirecta a manera de parábola: “para ser bueno y católico no hay que tener hijos "como conejos". Aunque la despenalización del aborto nomás ni lo menciona. Finalmente, en abierta oposición a las relaciones de la iglesia con el crimen organizado ha afirmado: "los mafiosos están excomulgados". Podrá decirse que esas son sólo palabras pero la autoridad católica mexicana ni siquiera se atreve a declarar eso. Debe recordarse que altos jerarcas del catolicismo mexicano han reconocido haberse reunido con capos que generosamente han compensado este tratamiento especial.
El acercamiento físico de Bergoglio a su feligresía ha sido sin duda muy emotiva, particularmente el manejo de imagen con los niños y enfermos provocó una conexión inmediata con los católicos mexicanos. Los temas que se revelaron como prioritarios de su visita se desprenden de los lugares en los que fijó su agenda, particularmente Ciudad Juárez, Tuxtla Gutiérrez y Morelia. En síntesis: migración, indigenismo y crimen organizado. Ciertamente no descubrió el hilo negro ni el agua tibia sin embargo no hay que perder de vista que una cosa es que sobre esos temas declare un editorialista, un investigador de la Unam o un intelectual opositor y otra cosa es que lo haga el jerarca de la iglesia católica. Las repercusiones son muy distintas. Aunque la solución a estos problemas requiera de algo más que una visita papal.
Desafortunadamente no todo en esta visita tiene el tinte de la renovación. Nuestra clase política se encargó de recordarnos su atraso empezando por pasarse por santa sea la parte el laicismo estatal. Se les olvida que el estado mexicano es laico oficialmente, esto quiere decir que no está alineado con ningún credo religioso y que debe ser garante de la libertad de todos los credos, sin distingos ni preferencias. Esto obviamente fue hecho trizas. También resultó desafortunada la descomunal intención de políticos de todos los signos por aparecer en público acompañando al Papa, besando su mano o postrándose o por lo menos en una simple “selfi”. Bergoglio es un hombre simpático, todo parece indicar que de buena fe y bien intencionado en sus propósitos renovadores, pero no será fácil ni una luna de miel la que tenga que pasar con la burocracia religiosa para cristalizar sus reformas en el Vaticano  mismo y en los países que ha visitado pastoralmente. Mientras esto sucede, el catolicismo seguirá perdiendo terreno ante otras iglesias, particularmente las cristianas por esa falta de adaptación a las nuevas épocas y la doble moral con la que navegan muchos de sus sacerdotes –por ejemplo el anacronismo del celibato–.  En lo que toca a las recomendaciones papales para México se necesita algo más que seis días de aclamaciones, misas y bendiciones para verlas realizadas. La euforia religiosa pasará y la realidad nos pegará en las narices como todos los días.  El México empapado pronto pasará a la historia.

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