miércoles, 28 de septiembre de 2011

POLITICOS, MAESTROS DE LA ABYECCION


Alejandro Alvarez

Sabido es que la firmeza de principios y convicciones de una inmensa mayoría de los políticos mexicanos tiene la consistencia del atole de masa. Además esas convicciones y principios toman la forma del recipiente que las recibe sin ningún problema, sea jarra, jarrito, jarrón, taza, plato o popote. Pero a esta virtud –son virtuosísimos– se empeñan en sumar otras no menos notables, una de ellas es la abyección servil. Y todo por mantenerse mamando de la chiche multimillonaria que significan la vida partidista y las múltiples y diversas posiciones de gobierno. El pasado fin de semana se pulieron en ello el senador René Arce y el dirigente verde (por el color del billete de su preferencia) Jorge Emilio González Martínez que casi se rasguñaron para ponerse de tapete en primer lugar ante el aparente paso imparable de Enrique Peña Nieto. En el marco de su quinto informe el senador Arce anunció su apoyo a las aspiraciones presidenciales de Peña, al tiempo que deslizaba su interés en sacrificarse por el pueblo defeño si la voluntad de sus nuevos jefes políticos lo imponen como su candidato a jefe de gobierno.  Al concluir el acto se le preguntó a Peña Nieto a quién preferiría para el gobierno del DF, si a Arce o a Paredes, y al respecto contestó: “aunque hay que escuchar los pronunciamientos que hagan quienes aspiran a la jefatura, es claro que mi identificación es con Beatriz Paredes. Es correligionaria, es mi amiga, y habrá que escuchar pronto si hay definición por parte de ella por participar, y de ser así, pues evidentemente tendrá todo mi respaldo y todo mi apoyo y toda mi simpatía”. Respuesta que lógicamente hizo tragar camote al senador. Eso se gana por lambiscón. Después de la intervención de Arce tomó la palabra el verdecito a quien se le quemaban las habas por tenderse a los pies de Peña y declaró: “Vamos todos los militantes del consejo político (del Partido Verde) con una definición muy clara y por consenso que el mejor hombre, por resultados, por su trayectoria y porque representa a las nuevas generaciones que requieren oportunidades de trabajo en este país para ser presidente de México es Enrique Peña Nieto”. Caliente como ya estaba Enrique agarró el tolete –no empiecen–  y en su turno bateó así al verdecito: “agradezco las muestras de apoyo y simpatía del Partido Verde Ecologista, no se pueden limitar ni inhibir los apoyos que recibo en distintos puntos del país, pero seré respetuoso de los tiempos de mi partido para la elección del candidato a la presidencia.  Será en el Consejo Nacional del PRI, cuando se defina el método de elección del candidato presidencial pero veo un amplio consenso en las filas del tricolor para que la elección del abanderado presidencial sea por consulta directa a la ciudadanía”.  El lambiscón verde sintió lo que era parir chayotes sin anestesia.
René Arce y Emilio González son dos fichitas de larga trayectoria en el lodazal. El primero renunció al PRD hace dos años junto con los diputados Víctor Hugo Círigo y Laura Piña (banda conocida como los Reyes de las Despensas) con el argumento de que en el partido “se dejó de lado la posibilidad de alcanzar acuerdos políticos nacionales y no se discutieron temas torales”. Anunciaron entonces la integración de una asociación política nacional “con tintes socialdemócratas”. Esos “tintes” aparecieron más claros cuando hace unos meses declararon su amor a Eruviel Avila como candidato priísta al gobierno del Estado de México. Si tontos no son.
Por su parte Emilito, el lambiscón verde, es el clásico junior a quien su papi Jorge González Torres le heredó su empresita familiar –el Partido Verde Ecologista–. Don Jorge a su vez era heredero de otras empresitas políticas que le dejó su suegro Emilio Martínez Manatou (abuelo materno de Emilito) quien fuera gobernador de Tamaulipas y secretario de estado con Díaz Ordaz y López Portillo. El estrellato de Emilito se alcanzó cuando en el 2004, siendo senador y dirigente nacional del Verde, apareció en un video sobornando a empresarios turísticos a quienes para autorizarles sus proyectos (lógicamente pasándose por el arco del triunfo la normatividad ambiental), les pedía dos millones de dólares. René Arce y Emilio González, maestros de la abyección son de la muestra un botón, Dios los hace y ellos se juntan. 

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