Conchita Mendoza era conocida en el céntrico barrio del
Correo como la "paloma mensajera".
Sabía todo y de todos, los entretelones de la vida de sus vecinos,y se paseaba de casa en casa comunicando a cada uno lo
conveniente.
Una noche el notario P., hombre de bien,cabeza
de una respetable familia porteña, se dio cuenta que Conchita lo había visto
dejar a dos cuadras de su casa a una guapa vecina, madre soltera, recién
llegada al puerto desde la enervada Sinaloa.
Así que el licenciado la abordó cuando a punto estaba la
palomita de meterse a su nido de paredes de ladrillo, y le propuso tácitamente
un pacto extendiéndole un billete de 500 pesotes.
Conchita los tomó, pero esa noche no pudo conciliar el sueño.
Esperó a que amaneciera, a que el licenciado saliera a abordar su vehículo.
Ante el desconcierto del notario se le acercó y le dijo:
"Aquí tiene sus 500 pesos licenciado. El placer de decir lo
que me da mi rechingada gana no me lo quita nadie."
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