Alejandro Alvarez
La democracia indigesta a los partidos políticos, nomás no pueden digerirla. Les provoca calenturas, alucinaciones, asquitos, mareos, retortijones, evacuaciones hediondas y los pone al borde del colapso. Ninguno ha aprobado en las últimas semanas el más elemental ejercicio de transparencia para elegir a sus candidatos, ah! pero júrelo usted que al día siguiente de realizadas las elecciones del próximo febrero alegarán fraude los derrotados y triunfo contundente los vencedores. Vendrán con sus historias patéticas de los espurios contra los legítimos, buscarán chivos expiatorios a sus propias incapacidades de instrumentar los procesos democráticos siquiera en su vida interna. Y dicen quererla aplicar a toda la sociedad. Si como no. Del partido en el gobierno ya nos habíamos ocupado. Sus burlescos carteles de “Cien por ciento transparentes” resultaron de un humor involuntario genial. Al final ni encuesta, ni consulta determinaron sus candidaturas. Simplemente el dedazo de un acuerdo cupular en el que rigió una sola regla: el reparto del pastel entre las tribus. La renuncia al PRD del precandidato que aparentemente punteaba precipitó un desenlace que era parte de una maraña de especulaciones que iban desde señalamientos de relaciones inconfesables con el crimen organizado hasta relaciones pasionales, también inconfesables. El montaje clásico de una comedia que puede terminar en tragedia para las huestes amarillentas después de este rompimiento que lógicamente no es de un individuo sino de un sector político y económico sudcaliforniano fuerte. El papelón de los eternos aduladores –alfombras para pisar– fue penoso en los duros días de la indefinición. Se les veía como nube de insectos un día lamiendo la suela de un precandidato y al otro día las suelas del otro, para regresar al primero tres días después y repetir el ciclo. El presidente estatal es un títere sin autoridad, la Chimoltrufia se oye como una clara oradora a su lado. El gobernador primero envió a sus huestes a apoyar a su candidato para después echar reversa y luego volver a arrancar. Esas señales trajeron vueltos locos a los “analistas”. No se diga a los ingenuos miembros de base que nada más veían pasar la bolita. La continuidad del gobierno perredista está en entredicho.
El panismo no hace malos quesos. Su candidato más sonado, el senador Luis Cóppola, se deslindó temprano del proceso de elección de candidatos y hace unos días la Comisión Nacional de Elecciones de ese partido declaró la nulidad de las elecciones de candidatos a integrantes del Ayuntamiento de La Paz celebrada el día 3 de octubre. Tampoco la certidumbre es una de las características de este partido que se ufana de gobernar al país. Y no ha negado que pueda dar cobijo a los restos del naufragio perredista.
El priísmo, viejo lobo con el colmillo largo y retorcido –como su pasado–, acecha frotándose las manos y regodeándose de los trapiés perredistas y la incapacidad panista. Sólo la candidatura de Estela Ponce está en firme para el municipio de La Paz, todo lo demás es negociable a cambio de, como se dice ahora, candidatos “mejor posicionados” en lugar de sus cartuchos quemados más vistos que las películas de Cantinflas.
De los partidos rémoras mejor ni hablar, esos siempre estarán dispuestos con el mejor postor. Sí, los partidos huelen muy mal. Los electores se las cobrarán.
UABCS, LA CRISIS CONTINUA
Se pierde en el pasado la cadena interminable de crisis sucesivas de la universidad pública estatal. La novedad es que una mayoría cuestionable del Consejo General Universitario hizo eco de las demandas de remoción del rector y otros funcionarios universitarios promovida por los sindicatos administrativo y académico. Para fortuna de la universidad la Junta Consultiva, órgano colegiado facultado para remover al rector, ha rechazado esas pretensiones, lo cual no resuelve en definitiva el conflicto pero abre una luz para dirimir de mejor forma la relación entre los sindicatos y las autoridades. En el fondo del problema está la insolvencia financiera de la institución y la incapacidad de los universitarios para revisar de fondo este falla estructural de su gasto, deficitario desde hace muchos años. Vuelve a la memoria la más reciente intervención del gobierno en una crisis similar hace tres años que culminó con el derrocamiento de autoridades y el decreto precipitado de una Ley Orgánica que ha traído más problemas que los que decía resolver.