Alejandro Álvarez
Dentro de los muchos mundos en que se subdivide nuestro país uno de ellos
corresponde al que viven los legisladores. Sobra decir que es un mundo aparte,
un mundo extraño. Según ellos –diputados y senadores– ya están resueltos los
problemas centrales de la nación. Ya está escrito en la Carta Magna que
disfrutamos del derecho al trabajo, a la vivienda, a la salud, a la educación y
un largo etcétera. Los problemas los alivian los legisladores con una acción
muy sencilla, levantando sus deditos y contando cuántos deditos se levantaron.
Si son mayoría ¡eureka! el problema está resuelto. Lo que sigue. Si no, se
manda a comisiones que es una especie de cueva de hibernación donde puede
permanecer durante décadas la potencial solución a uno de los urgentes
problemas del país. Nadie corre prisa.
De las más recientes bendiciones que hemos recibido de los congresistas
está la reforma laboral mediante la cual se tendrían más y mejores empleos, más
dignos y mejor remunerados. Que la tasa de desempleo haya llegado a más del 5
por ciento este año y que el empleo informal represente el 60 por ciento de
todos los empleados del país desde luego que no tiene nada que ver con lo
acordado con los diputados. Lo tocante a ellos ya está solucionado. Otra
bendición reciente de nuestros legisladores es la ley de protección al migrante
mediante la cual se les garantizaban trato digno, seguridad y respeto a sus
derechos humanos en su paso por nuestro territorio. Que se sigan trasladando en
trenes peor que animales, que se maten en accidentes por decenas y que sean
víctimas del crimen organizado que los
extorsionan y explotan, es parte de otro mundo en el que no viven los congresistas.
A gritos y sombrerazos acaban de aprobar una reforma educativa con tres
leyes secundarias deslavadas producto de la “negociación” con unos vándalos que
se dicen profesores. Pero los diputados y senadores ya echaron las campanas al
vuelo anunciando el advenimiento, ahora sí, de una “educación de calidad”. El escándalo que armaron la organización
autdenominada Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación en la
Ciudad de México y otras ciudades (aquí en BCS sólo les alcanzó para
amontonarse en un acceso a los aeropuertos de Los Cabos y La Paz) era por el
terror mortal que sienten por la evaluación de su trabajo. Veamos lo “terrible,
injusto y antidemocrático” de las dsiposiciones aprobadas:
·
En la educación básica y media superior el ingreso a una
plaza docente implicará un nombramiento definitivo de base después de aprobar
la evaluación a los seis meses de servicio.
·
Si el docente –es un decir– no fortalece sus
capacidades, conocimientos y competencias, incumple con la evaluación
obligatoria o si al término del periodo evaluador no aprueba, queda fuera del
servicio (terriblemente represivo, como se ve).
·
Son sujetos obligados de dicha ley los docentes, el
personal con funciones de dirección y supervisión en la Federación, los
estados, Distrito Federal y municipios, así como los asesores técnico
pedagógicos del nivel educativo básico y medio superior que imparte el Estado.
·
El personal que sea separado de su encargo con motivo
de la aplicación de esta ley podrá impugnar la resolución respectiva ante los
órganos jurisdiccionales competentes.
·
El personal en servicio, que ya cuente con nombramiento definitivo y funciones
de docencia, dirección o supervisión, deberá ajustarse a los procesos de
evaluación y programas de regularización. Pero si a la tercera evaluación sigue
reprobando será adscrito a actividades administrativas (terrible castigo, sin
duda).
·
Los profesores que decidan aceptar el desempeño de un
empleo, cargo o comisión que impidan el ejercicio de su función docente, de
dirección o supervisión, deberán separarse del Servicio sin goce de sueldo,
mientras dure el empleo, cargo o comisión que previamente aceptaron (¿cómo que
les quieren quitar la doble chichi a los comisionados sindicales?).
Los
dirigentes sindicales de los estados con peores índices de aprovechamiento
escolar (Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Guerrero) ya anunciaron que no se
ajustarán a esas evaluaciones, de la misma manera como hasta ahora no han
aplicado los sistemas de evaluación existentes. En otras palabras que se
aplique la ley en los bueyes de mi compadre.
Para
no hacerlos enojar más ya están “negociando” con esas secciones que les pagarán
la quincena que no trabajaron en sus estados. Así que en este país una cosa es
que se hagan leyes y otra, muy distinta, es que se respeten. Estamos jodidos.
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