*OMIMANI, LA FIGURA EMERGENTE
La percepción de Chile en el exterior a partir de 1990, año del NO a la dictadura de Pinochet, ha sido la de un país que ha logrado una transición democrática con plenas libertades civiles y un crecimiento económico sostenido- sobre las bases neoliberales dejadas por el gorila victimario de Allende- ; que logró abatir en buena medida las cifras de la pobreza extrema muy por debajo de la media latinoamericana.
Un país con una izquierda moderna, ésa que tanto añoramos en México, representada sobre todo por sus dos últimos presidentes emanados de la Concertación de Partidos por la Democracia: Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, la pediatra convertida en la primera mujer presidenta en la historia política latinoamericana, al obtener el 53 por ciento de los votos contra un 46.5 de su más cercano perseguidor, el derechista Sebastián Piñera, en las elecciones del 2005.
Crecida políticamente bajo la fronda del prestigio de Lagos- uno de esos cada vez más exóticos intelectuales de la política que concluyó su mandato con índices de popularidad sobre el 60 por ciento-, la ex secretaria de Salud y de Defensa (de nuevo primera conquista de género en estas responsabilidades en el contexto latino
americano) , arrancó su gobierno con un consenso ciudadano sin precedentes en los casi 20 años de transición democrática.
Había prometido profundizar la democratización institucional y algunos programas sociales como la protección infantil desde la etapa preescolar y a las madres mayores de 65 años, además de medidas para priorizar la seguridad ciudadana, entre otros puntos que desbordaron las expectativas del electorado chileno...
Pero algo empezó a fallar, y la Luna de Miel de Bachelet con su pueblo, con sus electores, se fue disolviendo en el escepticismo y luego en una caída permanente de su popularidad a partir de marzo del 2007. Algunas opiniones muy calificadas dentro de la intelectualidad, la política y los medios chilenos, le reclaman en principio no haberse deslindado a tiempo de algunas rémoras o bombas de tiempos herencia de su tutor Lagos, como el polémico proyecto de trasporte urbano conocido como el Transantiago, mediante el cual se pretendía homologar las tarifas de autobuses y el metro mientras se automatizaba el pago del servicio. Otros detonantes de la crisis de credibilidad gubernamental fueron la indefinición de Bachelet ante el régimen de Chávez( se abstuvo de votar cuando la opción entre Guatemala y Venezuela para el Consejo de Seguridad de la ONU) , y la revuelta de jóvenes secundarianos en protesta por el sistema de subsidios educativos que propiciaban el lucro por parte de las instituciones privadas , “mercantilizando la educación” La demanda central de los estudiantes era la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Educación (LOCDE), promulgada el último año de la dictadura.
El caso es que en las elecciones presidenciales del pasado domingo no le fue muy bien al candidato de la Concertación, Eduardo Frei Ruiz –Tagle, quien obtuvo un 29.5 por ciento contra el 44.5 del derechista Sebastián Piñera, el magnate de los 1 200 millones de dólares derrotado por Bachelet cuatro años atrás.
Un resultado que no causó tanta sorpresa, y dolor, como el 20 por ciento conquistado por el candidato independiente, disidente de la Concertación…, el socialista Marco Enríquez Ominami, quien se dio vuelo denunciando a los “dinosaurios” que dominan el partido gubernamental bloqueando cualquier intento de democratización interna.
Pase lo que pase en la segunda vuelta electoral programada para el 16 de enero, quien se perfila como el verdadero triunfador de estas jornadas es el joven Ominami, una verdadera revelación política que ha venido a prefigurar una fuerza electoral emergente que tendrá mucho que decir de aquí en adelante.
REVISTA DE PRENSA
En una entrevista concedida a una revista chilena en julio pasado, Marcos Enríquez se expresó en los siguientes términos:
“P. ¿Te considera un socialista? (Le aclaro de inmediato que no se trata de una
militancia, sino de una cuestión ideológica).
R. Si se entiende que un socialista del siglo XXI es el que concibe que el
estado es el brazo para derrotar la pobreza y el mercado la herramienta que crea
riqueza, pero que es incapaz de distribuir riqueza, sí soy un socialista
P. ¿Cree tú que los principios ideológicos del PS actual son los mismos de su
fundación?
R. No. (categórico) El Partido Socialista es hoy un partido reformista.
P. ¿Pero tu compartes esta posición?
Yo estoy por develar las contradicciones en que estamos. Es una economía de
mercado, pero no queremos que nadie hable de economía y que el estado sea más
potente. Volvemos al tema: si tú me hablas de la nacionalización del cobre yo no
puedo más que estar a favor ¡claro! pero volvemos a lo mismo: se paga o no se
paga. Asamblea constituyente, yo he dicho que tengo simpatía por la asamblea
constituyente, pero la pregunta es cómo se entra, pero también cómo se sale. Yo
he dicho además cómo se logra. No existe hoy un mecanismo para ello. Son un
conjunto de planteamientos que serían propios de un partido socialista y que hoy
día tienen viabilidad real. Lo que me llama la atención es que un partido
socialista que se dice participativo no haya convocado en 10 años de gobierno
-metamos a Lagos adentro- nunca a un plebiscito no vinculante, nunca. Por qué lo
va hacer la derecha.
P. ¿Te consideras un revolucionario?
R. Si por definición de revolucionario me comparas con Miguel Enríquez.
P. Le hago de pronto otra pregunta intempestiva: ¿Te consideras el candidato de
la Pymes? Lo digo porque la presencia del pequeño y mediano empresario, tú
mismo, está presente siempre de manera muy prioritaria en tus planteamientos.
Se ríe y contesta un poco dudoso:
R. Sí, en efecto. Desde ese punto de vista me puedo considerar un candidato de
las Pymes.”
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