El que no pudo ir a la revuelta Hopenhagen- como le llaman algunos esperanzados a la capital danesa, sede de la XV Cumbre Contra el Cambio Climático de la ONU-, fue el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi.
Uno de esos freaks que inundan las cosmopolitas soledades callejeras del primer mundo, Máximo Tartaglia, estrelló en el denostado rostro ministerial una réplica a escala del Duomo de Milán, cuando al concluir un acto de la coalición gobernante Popolo Della Libertá (Pueblo de la Libertad) de cara a las elecciones regionales de la próxima primavera, Silvio intentaba darse un baño de pueblo en el centro de la ciudad que lo viera nacer en 1937.
El temerario lance de Tartaglia, forma parte de la espectacular secuela de escándalos que ha convertido a Berlusconi –premier italiano por cuarta ocasión desde 1994-en el villano favorito de amplias capas de la sociedad italiana y europea. Y en una perspectiva más amplia, en el paradigma de la baja estofa de la clase política del mundo contemporáneo, con sus muy excepcionales excepciones.
A contrapelo de sus orígenes políticos encabezando el movimiento “Tangentopoli” o “Manos limpias”, acuerpado por su partido Forza Italia, con el que asumió el poder en 1994, Berlusconi ha sido vinculado a la mafia desde sus desde sus raíces familiares: su padre, Luigi Berlusconi (1908 - 1989), fue un empleado de confianza de Banca Rasini, identificada con la camorra siciliana.
Antes de su ascenso político, SB ( abogado especializado en derecho publicitario), había forjado un emporio económico mediante la compra de clubes de futbol (el Milan), canales de televisión, periódicos y casas editoriales como la prestigiada Mondadori, de reciente adquisición no menos polémica que las anteriores anexiones al monopolio protegido y embarnecido desde el poder político, valuado por la revista Forbes en 6 mil 500 millones de dólares..
Uno de sus colaboradores más cercanos, Cesare Previti, fue recientemente condenado por el delito de corrupción de la justicia. Una justicia indefensa ante el poder de un hombre que en su doble papel de magnate y primer ministro, controla los tres canales de la RAI, y los otros tres de Mediaset: el 100 por ciento la televisión terrestre y el 90 del total, además de buena parte de la prensa escrita. Lo que le permitió expedir el “Edicto de Sofía”, para legitimar una purga de periodistas y comediantes incómodos sin mayores contratiempos inmediatos.
A los escándalos políticos del septuagenario milanés, habría que sumarle los detonados por sus vicios privados, cada vez más expuestos a la luz pública. A pupilas reporteriles como la del indiscreto fotógrafo Antonello Zappadu, de 51 años, asignado a Villa Certosa, uno de los fastuosos retiros de Berlusconi en la Costa Esmeralda sarda.
Zappadu quiso hacer negocio con su reportaje gráfico ofreciéndolo por un millón y medio de euros a la revista Panorama, perteneciente al consorcio mediático del primer ministro, pero fue rechazado y demandado, y el mitote estalló revelando otras filosas aristas como el presunto uso indebido de los “vuelos de Estado” y aviones oficiales con muy particulares fines hedonistas.
“Prácticamente cada fin de semana- dijo esta especie de Zulú itálico- aviones pilotados por el 31 Escuadrón de la Aeronáutica Italiana depositaban en el aeropuerto de la Costa Esmeralda a los amigos, artistas, bailarinas y velinas (azafatas televisivas) del primer ministro.”
Por su parte, sus impugnadores sostienen que el garañón de Silvio ha triplicado los gastos y movimientos de pasajeros que originaban esos vuelos en la etapa de Romano Prodi (2007-2008). Además, un documento oficial de Aviación Civil, publicado por el diario español El País, una orden de presidencia del Gobierno decidió el 4 de junio de 2008 que cinco aviones y helicópteros privados de Berlusconi, a nombre de la compañía Alba y del consorcio de Helicópteros Fininvest, pasaran a ser cualificados desde ese momento como vuelos oficiales del Estado italiano.
Y dos meses más tarde, en agosto, Berlusconi aprobó un reglamento nuevo por el que los vuelos de Estado se extendía a diferentes categorías de acompañantes, en función de las necesidades del primer ministro.
MINISTRO RABO VERDE
El más reciente escándalo de SB antes de toparse con el duro yeso de la réplica del Duomo milanés disparado por Mássimo Tartaglia, es el affaire con una tortolina menor de edad, que hizo estallar su matrimonio de 17 años con Verónica Lario.
Gino Felmino, ex novio de la adolescente, declaró a la prensa que Ill Cavaliere, de 72 años, conoció a su pérfida chica en un “book” de moda y no porque conociera previamente a sus padres como lo diera a entender su célebre rival de amores, y a partir de entonces comenzó a cortejar telefónicamente a Letizia, invitándola a pasar vacaciones de fin de año en su villa de la Costa Esmeralda de Cerdeña.
La duda que recorre las insaciables páginas reales y virtuales de las revistas del corazón europeas, es si el “papi”- como Letizia llama a su vetusto Don Juan que en su cumpleaños 18 le regalara un collar de oro con un brillante-, podrá ejercer sus seductores poderes con la lengua cortada y el hocico sangrando..
En todo caso, quien se describe como un tipo “más blanco que Obama, aunque menos alto y guapo”, el “corruptor moral” señalado por Rosy Bindi, vicepresidenta de la Cámara de Diputados, está siendo la pura botana prenavideña entre sus homólogos de la aldea global. Y dicen que una de las más divertidas es la reina Isabel II, que en la cumbre londinense del G-20 tuvo un altercado con el estrambótico ministro italiano, a quien tuvo que exigir que no estuviera pegando esos gritos mientras hablaba por celular-seguramente con una de sus conquistas- durante un acto regido por el protocolo Real..
Uno de esos freaks que inundan las cosmopolitas soledades callejeras del primer mundo, Máximo Tartaglia, estrelló en el denostado rostro ministerial una réplica a escala del Duomo de Milán, cuando al concluir un acto de la coalición gobernante Popolo Della Libertá (Pueblo de la Libertad) de cara a las elecciones regionales de la próxima primavera, Silvio intentaba darse un baño de pueblo en el centro de la ciudad que lo viera nacer en 1937.
El temerario lance de Tartaglia, forma parte de la espectacular secuela de escándalos que ha convertido a Berlusconi –premier italiano por cuarta ocasión desde 1994-en el villano favorito de amplias capas de la sociedad italiana y europea. Y en una perspectiva más amplia, en el paradigma de la baja estofa de la clase política del mundo contemporáneo, con sus muy excepcionales excepciones.
A contrapelo de sus orígenes políticos encabezando el movimiento “Tangentopoli” o “Manos limpias”, acuerpado por su partido Forza Italia, con el que asumió el poder en 1994, Berlusconi ha sido vinculado a la mafia desde sus desde sus raíces familiares: su padre, Luigi Berlusconi (1908 - 1989), fue un empleado de confianza de Banca Rasini, identificada con la camorra siciliana.
Antes de su ascenso político, SB ( abogado especializado en derecho publicitario), había forjado un emporio económico mediante la compra de clubes de futbol (el Milan), canales de televisión, periódicos y casas editoriales como la prestigiada Mondadori, de reciente adquisición no menos polémica que las anteriores anexiones al monopolio protegido y embarnecido desde el poder político, valuado por la revista Forbes en 6 mil 500 millones de dólares..
Uno de sus colaboradores más cercanos, Cesare Previti, fue recientemente condenado por el delito de corrupción de la justicia. Una justicia indefensa ante el poder de un hombre que en su doble papel de magnate y primer ministro, controla los tres canales de la RAI, y los otros tres de Mediaset: el 100 por ciento la televisión terrestre y el 90 del total, además de buena parte de la prensa escrita. Lo que le permitió expedir el “Edicto de Sofía”, para legitimar una purga de periodistas y comediantes incómodos sin mayores contratiempos inmediatos.
A los escándalos políticos del septuagenario milanés, habría que sumarle los detonados por sus vicios privados, cada vez más expuestos a la luz pública. A pupilas reporteriles como la del indiscreto fotógrafo Antonello Zappadu, de 51 años, asignado a Villa Certosa, uno de los fastuosos retiros de Berlusconi en la Costa Esmeralda sarda.
Zappadu quiso hacer negocio con su reportaje gráfico ofreciéndolo por un millón y medio de euros a la revista Panorama, perteneciente al consorcio mediático del primer ministro, pero fue rechazado y demandado, y el mitote estalló revelando otras filosas aristas como el presunto uso indebido de los “vuelos de Estado” y aviones oficiales con muy particulares fines hedonistas.
“Prácticamente cada fin de semana- dijo esta especie de Zulú itálico- aviones pilotados por el 31 Escuadrón de la Aeronáutica Italiana depositaban en el aeropuerto de la Costa Esmeralda a los amigos, artistas, bailarinas y velinas (azafatas televisivas) del primer ministro.”
Por su parte, sus impugnadores sostienen que el garañón de Silvio ha triplicado los gastos y movimientos de pasajeros que originaban esos vuelos en la etapa de Romano Prodi (2007-2008). Además, un documento oficial de Aviación Civil, publicado por el diario español El País, una orden de presidencia del Gobierno decidió el 4 de junio de 2008 que cinco aviones y helicópteros privados de Berlusconi, a nombre de la compañía Alba y del consorcio de Helicópteros Fininvest, pasaran a ser cualificados desde ese momento como vuelos oficiales del Estado italiano.
Y dos meses más tarde, en agosto, Berlusconi aprobó un reglamento nuevo por el que los vuelos de Estado se extendía a diferentes categorías de acompañantes, en función de las necesidades del primer ministro.
MINISTRO RABO VERDE
El más reciente escándalo de SB antes de toparse con el duro yeso de la réplica del Duomo milanés disparado por Mássimo Tartaglia, es el affaire con una tortolina menor de edad, que hizo estallar su matrimonio de 17 años con Verónica Lario.
Gino Felmino, ex novio de la adolescente, declaró a la prensa que Ill Cavaliere, de 72 años, conoció a su pérfida chica en un “book” de moda y no porque conociera previamente a sus padres como lo diera a entender su célebre rival de amores, y a partir de entonces comenzó a cortejar telefónicamente a Letizia, invitándola a pasar vacaciones de fin de año en su villa de la Costa Esmeralda de Cerdeña.
La duda que recorre las insaciables páginas reales y virtuales de las revistas del corazón europeas, es si el “papi”- como Letizia llama a su vetusto Don Juan que en su cumpleaños 18 le regalara un collar de oro con un brillante-, podrá ejercer sus seductores poderes con la lengua cortada y el hocico sangrando..
En todo caso, quien se describe como un tipo “más blanco que Obama, aunque menos alto y guapo”, el “corruptor moral” señalado por Rosy Bindi, vicepresidenta de la Cámara de Diputados, está siendo la pura botana prenavideña entre sus homólogos de la aldea global. Y dicen que una de las más divertidas es la reina Isabel II, que en la cumbre londinense del G-20 tuvo un altercado con el estrambótico ministro italiano, a quien tuvo que exigir que no estuviera pegando esos gritos mientras hablaba por celular-seguramente con una de sus conquistas- durante un acto regido por el protocolo Real..
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