domingo, 23 de marzo de 2014

' LA AGONIA DE COLOSIO EN EL HOSPITAL GENERAL



°Temprano y acompañado llegó el asesino

Tijuana, 23 de marzo de 1994(EL).


A la hora del café vespertino en el Sanborns de La Mesa, la TV local interrumpió su programación para dar paso al rostro demudado de Fernando Belmonte y una noticia de última hora: el candidato del PRI a la presidencia de la República,Luis Donaldo Colosio, había sido baleado después de un mítin en Lomas Taurinas por dos sujetos que ya estaban a disposición de la Procuraduría General de la República (PGR). 

Se solicitaba urgentemente sangre A negativo para salvar la vida al político sonorense que había sido trasladado al Hospital General, ubicado en la vía rápida Oriente. 

Un rumor recorrió las mesas y algunos clientes se acercaron a la barra a preguntar qué había sucedido.

-¡Tenía que ser Tijuana!-exclamó un viejo tijuanense que se la pasa recordando, con quien quiera escucharlo, los buenos tiempos de su ciudad natal, de «cuando los dólares se barrían en la Revolución y dormíamos con las puertas abiertas»

En los alrededores del Hospital General, donde el herido había ingresado a las 17 20 horas con dos impactos de bala, uno en la cabeza y otro en el abdomen, para ser intervenido de urgencia, un gran dispositivo de seguridad contenía a la multitud que se arremolinaba frente a la entrada principal del nosocomio.

Bloqueando el tránsito vehicular sobre la Vía Rápida, la patrulla municipal 1034 lucía un crespón negro en memoria de unos compañeros caídos dos días atrás. 
Malos augurios. El ulular de las sirenas rubricaba la histeria de la ciudad sitiada. 

En la sala contigua al quirófano, los periodistas deambulan consternados. La información se ha restringido. Circulan versiones del atentado. Al concluir su discurso, Luis Donaldo caminó entre la multitud hacia su vehículo. Cuatro sujetos empujaron a un robusto miembro del Estado Mayor Presidencial y otros 
dos dispararon sus armas sobre el candidato, quien cayó de bruces con la cabeza bañada en sangre. 

Colosio es trasladado en una ambulancia a la que abren paso dos motocicletas "zopilote"alquiladas a una funeraria local. La multitud intenta linchar a los agresores identificados como Mario Aburto Martínez, alias El Mortero, un joven veinteañero, y Vicente Mayoral, un ex-judicial de aproximadamente 55 años.

Por el sonido local los médicos solicitan más sangre A negativa. ¡Urge! 

Decenas de donantes se lanzan sobre la puerta.

A las 18 30 el diputado federal Amador Rodríguez Lozano sale y anuncia que todo va bien. El estado de LDC es estable dentro de su gravedad. En ese momento el candidato priísta habría salido de la primera intervención en el abdomen y se iniciaba la de la cabeza. Minutos después, llega un hombre rubio y bajito, que se abre paso indentificándose como primo hermano del candidato presidencial. Se trata de Aníbal Colosio, quien muestra su credencial de elector y dice radicar en San Luis Río Colorado. Viene a donar sangre a su primo. Le impiden el paso. Aníbal da su versión de los hechos: al inicio del acto notó un poco nervioso a Luis Donaldo, le temblaban las manos. Lo llevaba tomado del brazo cuando se oyeron tres detonaciones y el candidato cayó de bruces. Entre el tumulto vio una pistola calibre .38 tirada en el suelo.

-¡Es un acto cobarde!-exclama mientras es abordado por la prensa extranjera.

Le pregunto a la corresponsal de Wall Street Journal en México, Diana Solís, qué piensa de este nuevo giro del tiempo mexicano.

-Están aprendiendo de los Estados Unidos-responde.

A las 19 horas se anuncia que el herido será trasladado en helicóptero a San Diego. Se oyen gritos:”¡Abran una valla! ¡Tómense de las manos!”.
Unos paramédicos se abren paso con una camilla desde el quirófano:”¡Duro, duro, duro!” 

Nada: sólo unas sábanas manchadas de sangre y equipo médico.

Se pide otra valla. Llega Diana Laura de Colosio, camina acompañada por otras damas, frágil e incrédula ante un silencio sepulcral.. 

Afuera, la gente continúa en la espera. Todos esperamos. Algunas mujeres han 
encendido velas y veladoras. Rezan y maldicen a los pistoleros. "¿Por qué?", 
se preguntan al igual que los periodistas y el país entero.
A las 19:30, otro rumor: Colosio acaba de morir. Salen los médicos. No saben nada. El eminente cirujano Ignacio Madrazo estaría por llegar de la Ciudad de México para intervenir al candidato, aseguran algunos.

La que sí tiene algo que decir es la eminente cardióloga tijuanese Aubanel, quien también viene del quirófano: fueron dos tiros de diferente calibre los que tienen al borde de la muerte al candidato.
Algunas personalidades políticas, impecablemente trajeadas y un fistolillo tricolor en las solapas, se pasean con la angustia reflejada en el rostro. La dimensión de la tragedia trasciende toda pose coyuntural.

Salen dos hombres, también de saco y corbata y con el distintivo colosista chispeante a la altura del pecho. Uno de ellos responde a una pregunta con gesto que lo dice todo:"Se acabó".

Corre de nuevo el rumor: La confirmación de la noticia ha llegado de fuera, vía Televisa: LDC ha muerto. Son las 20 :38 horas.

Cinco minutos más tarde, el vocero de la campaña colosista, Liébano Sáenz, trepado sobre un escritorio a la entrada de la sala de quirófanos, reconfirma de viva voz la muerte de su candidato provocando la exhalación colectiva, gritos y llanto de algunas reporteras. 

Entra entonces la señora Guadalupe García, de la colonia Postal, con una imagen de la virgen de Guadalupe entre las manos. Se acerca al reportero de El Financiero y Unomasuno y llorando y le pide:
-­Entréguesela usted, señor, !ella lo va a salvar!
Un intenso fulgor trágico recorre México, desde la Selva Lacandona a Tijuana D.C (Después de Colosio)

TEMPRANO Y ACOMPAÑADO LLEGÓ EL ASESINO

El día después del crimen de Luis Donaldo Colosio los vecinos de Lomas Taurinas no salían de su estupor, asediados por los grupos de periodistas, policías, militantes priístas que bajaban hasta el fondo de la cañada surcada por un arroyuelo de aguas negras, sobre el que se tiende un rústico puentecillo de madera. 

La mayoría de los vecinos que presenciaron el crimen, no quería hablar con la prensa. 

Tenían miedo que su versión no coincidiera con la de la Procuraduría General de la República.

" Pregúntele a doña Yolanda; ella les va a decir lo que todos aquí sabemos", nos dijo un señor robusto que dice llamarse Eliseo y ser el propietario de la casa ubicada inmediatamente detrás del improvisado templete donde LDC pronunció el que sería su último discurso.

Yolanda Lázaro Caratachea, líder de la colonia Lomas Taurinas y miembro del Consejo Municipal del PRI, tuvo a su cargo buena parte de la organización del mitin.

Era una de las personas que caminaba junto a LDC en el momento del asesinato. 

Abordada en su casa de la calle Carlos Salinas de Gortari, la mujer de 33 años y también oriunda de Michoacán, como Mario Aburto, aceptó dar su versión no sin antes denunciar anonimas amenzas de muerte por "si abría la boca".

"Estuve casi todo el tiempo cerca del candidato-dice doña Yolanda- durante el mitin y a la salida. Al asesino se le vio una hora antes del acto en compañía de otros jóvenes, algunos muy parecidos a él, con unas mantas que decían:«Colosio:Camacho y Marcos te vigilan»; «No más pobreza, basta ya de PRI-Gobierno»;«En Baja California decimos ­¡Basta!».

Los compañeros se molestaron con estos jóvenes que no eran de la colonia y les rompieron las mantas.
Dicen los muchachos de la colonia que los provocadores de las mantas estaban molestos; inclusive uno de los vecinos empezó a gritar vivas a Colosio y el que iba a asesinar al licenciado lo encaró y le dijo: «Si no te calmas, voy a traer una unidad para que te lleven».
El compañero le contestó:`«Tú no eres del PRI»`. Y el asesino le respondió:«Yo soy de la brigada. Aquí nos conocemos 
todos y sabemos de quién cuidarnos y quién es la seguridad»`. 

"Los compañeros optaron por retirarse para evitar más problemas, pero desde aquí de la loma se pusieron a vigilarlo, porque vieron que fueron llegando otros muchachos en una camioneta ford ,color gris, y se pusieron como a medir el terreno comandados por Aburto.
Entonces los muchachos de la colonia siguieron vigilándolos, ya que cuando terminara el acto y se fuera el candidato, pensaban ajustar cuentas con ellos. 

Allí quedó el asunto, pero lo que a mi me llama la atención , y también lo comentan los compañeros, es que estos jóvenes traían lo que parecía ser un aretito de esos que usan los cholos. Algunos vecinos dicen que no eran aretes sino audífonos.


"Una vez que empezó a llegar más gente, el asesino empuñó una tabla con cuatro globos rojos, a diferencia de otros que sólo portaban un globo. Eran cuatro globos rojos en una maderita. Cuando llegó el candidato se fue guiando, confundiéndose entre la gente; como que su intención era matar al licenciado antes de que empezara el acto. La gente lo hace un lado, baja los globos y permanece agazapado como a seis metros del ca


"Una vez que emepezó a llegar más gente, el asesino empuñó una tabla con cuatro globos rojos, a diferencia de otros que sólo portaban un globo.Eran cuatro globos rojos en una maderita. Cuando llegó el candidato se fue guiando, confundiéndose entre la gente; como que su intención era matar al licenciado antes de que empezara el acto. La gente lo hace un lado, baja los globos y  permanece agazapado como a seis metros del candidato. En el video tomado por  el vecino Tomás Rodríguez, se ve claramente que el asesino rodea la camioneta improvisada  del templete donde se encontraba el licenciado Colosio y luego permanece en un extremo, impasible. Que no nos vengan con cuentos. Este video, en poder de la PGR, es muy elocuente."


CUIDADO CON LA CULEBRA...

"Apenas terminaba de hablar el candidato y nos ponen una música horrible: La culebra, que cuando dice:"Cuidado con la culebra, que te muerde los pies", es allí donde suenan los balazos. Yo estaba como a un metro de distancia del licenciado, al lado de la periodista Eglantina Esquivel, la vecina María Vidal
y otras compañeras. En ese momento ya la gente tenía sus vallas, la gente estaba agarrada para que el licenciado pasara por allí; pero los tipos que venían con Aburto desviaron la valla en sentido contrario y empujaron a Colosio hacia donde estaba el asesino. En ese juego de manos aparece una pistola atrás
del oído de Luis Donaldo. Cuando el licenciado iba cayendo, le da el otro tiro. En la trifulca veo a este señor Mayoral, un compa¤ero de partido, con la pistola en la mano. Me quedo asombrada y le pregunto si había sido él quien había disparado. Me responde que no, que le había arrebatado la pistola al
asesino.Ya no veo al licenciado, nada más veo que la gente anda enardedecida. 
Hay quienes gritaban `¡¡Mátenlo, mátenlo!!`. Luego se me borró la cinta y ya no supe más."



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