domingo, 26 de julio de 2009

EL COSTO DE LA INCONGRUENCIA



Federico Berrueto


2009-07-26•Al Frente..MILENIO.

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El tejemaneje de la política. Julio de 2009. Foto: Octavio Hoyos/Archivo

La ausencia de sanción política, social o legal sobre la incongruencia entre los dichos y los actos se manifiesta en una insoportable dosis de cinismo y engaño. La política por sí misma hace común la distancia entre lo que se predica y practica, pero en México adquiere expresiones fuera de lo razonable. Los políticos y gobernantes son así por la indiferencia y complacencia social que les acompaña, así son porque se les permite.
Ningún personaje de la política puede invocar congruencia. Es demasiado cara. Más que en el engaño, se vive en la mentira y como la conducta es generalizada no existe sentido del límite. Los políticos están negados a la autocrítica; la que viene de fuera la descalifican; invocan agraviado imaginario o conspiración a la medida. El hecho es que hay una enorme distancia entre la situación del país y la patrimonial de los hombres de poder. Por los males es común culpar al de al lado, aunque casi siempre son iguales autoexculpado y señalado.
Al presidente Calderón la incongruencia le abre dos frentes críticos: el de su propio partido y el de la relación con la oposición priista. Para nadie es creíble que César Nava no sea expresión de la voluntad presidencial para continuar en el control del partido. Los panistas le aceptaron la imposición de Germán Martínez porque, al igual que los priistas, asumieron que era lo mejor para el gobierno y el partido. La campaña se hizo a imagen y semejanza. Los resultados llevan a la resistencia a muchos sobre el nuevo intento presidencial; demandan un espacio de reflexión para restaurar la dignidad perdida. El fantasma del partido sometido al poder presidencial reencarnó en Germán Martínez y, ahora, en César Nava, de quien sus malquerientes fuera del PAN, ya hablan del suegro y del tráfico de influencia en Pemex, la caja generosa de los corruptos del ayer y del ahora.
Los priistas no creen en las palabras presidenciales sobre trabajar de manera conjunta para atender los problemas del país. Aunque el consenso en la cúpula del tricolor apunta hacia el entendimiento, no están dispuestos a mayor cuota por el saldo de la campaña. Además, de un lado o de otro no hay espacio para la inocencia. En el PRI, sobre el proyecto común se impone el agregado de intereses, algunos legítimos, propios de la política, otros, francamente de aprovechamiento personal, como los que subyacen en cabildeo que realiza el senador Beltrones, para influir en la designación de los nuevos ministros de la Corte, el presidente de la CNDH y todos los puesto que pudieran pasar por la aprobación del Senado, al que hace ver como su personal oficialía de partes. También le ofrece a los poderosos cambios legales a modo o impunidad legislativa, a cambio de privilegios. Todo esto es el sedimento que se mueve contra Beatriz Paredes y el gobernador Peña Nieto. Ellos deben saber que sus enemigos más decididos y perniciosos están dentro, aunque con frecuencia se disfracen de leales correligionarios y ofrezcan un tanto del tráfico de influencia que dicen disponer.
La incongruencia compromete al PRI en serio. Para ganar votos ofertó buen gobierno y esto implica entendimiento con el Presidente, quien más allá de su inconsistencia y merecimiento, su condición de jefe de gobierno le concede lugar privilegiado. El tricolor debe aprender de López Obrador: no hay ventaja suficiente ni sentimiento de causa justa que dé para confrontar al Presidente. Lo mejor de Beatriz Paredes fue haber resistido la exigencia de Ulises Ruiz y de otros gobernadores, azuzados por Beltrones y Gamboa, para enfrentarse a Calderón. Los resultados avalan lo que en su momento calificaron, con insulto y calculada perfidia, de debilidad o sometimiento.
El PRD nació en la contradicción. Su aportación a la democracia es real en la medida en que ha llevado a la institucionalidad a segmentos importantes del movimiento social contestatario, pero de origen ha mostrado incapacidad total para una elemental democracia interna, además, cuando es gobierno, en no pocas ocasiones el clientelismo y corrupción hacen ver a los del PRI como monja de convento. Su refundación es inevitable, como también la reedición caudillista que le viene de su génesis. Hasta que no aprenda a prescindir de un líder moral tendrá ocasión para una auténtica vida democrática e institucional.
Los otros poderes públicos, órganos autónomos y la sociedad organizada tampoco están para dar lecciones de virtudes públicas. Iglesias y sector empresarial padecen su peor crisis moral. La concentración productiva y el monopolio niegan las libertades económicas y al mercado; la crisis de valores nace del mal ejemplo de muchos de los hombres en la jerarquía social. El costo de la incongruencia lo pagamos todos.fberruetop@gmail.com

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