Una maestra y madre de familia paceña, me hace llegar un velado reclamo por haberle recomendado a un abogado al que después de haberle entregado un adelanto para las “copias y la gasolina”, no le volvió a ver ni sus luces.
El JUSTICIERO LIC, uno de los que aparece casi todos los días en el “PENI” impugnando al cartel familiar que tiene secuestrada la entidad, empezó por no responderle las llamadas, o bien por responderlas, citando a la señora, para luego no presentarse a las citas. El DESALMADO LIC, la hacía viajar en vano desde la periferia citadina hasta su céntrico despacho.
LO HIZO UNA Y OTRA VEZ a pesar de que la maestra tenía MUY SERIOS PROBLEMAS DE SALUD.
Alguna vez se lo encontró en los pasillos del ISSSTE, y el LIC se deslizó furtivamente con una de esas frases tan de moda y de maleable ambigüedad, diseñadas para el compromiso sin compromiso, tan arraigadas en el argot y la praxis política y social mexicanas: “estamos pendientes”.
Ni el más lejano vestigio de pudor, menos una disculpa:” Estamos pendientes”.
Pasaron los meses y el suspenso del efecto esperanzador que pudo haber tenido el “ESTAMOS PENDIENTES”, se fue esfumando en la medida que el LIC continuó siendo INALCANZABLE para la desesperada maestra, hasta la fecha, un año y feriecita después.
El reclamo de la maestra me trajo a la memoria otro reclamo al JUSTICIERO LIC: el que por correo electrónico, con copia para cuando menos una decena de direcciones, le hace de manera directa un ex funcionario estatal, curiosamente por los mismos motivos: otro caso con un año sin respuesta del JUSTICIERO LIC, terror declarativo del malvado Chicho y familia.
Tampoco al ex funcionario estatal se dignó a responderle el joven profesionista, que se dice un muy orgulloso egresado de una universidad(su Sorbona o Harvard, personal) de la contracosta; región de donde se trajo el acento vernáculo que lo distingue, y un título profesional que, como lo delata este “poco ético” modus operandi de engañar hasta la burla al cliente, no avala la formación humanística que le diera prestigio a la carrera de LEYES.
La administración de la inercia procedimental, es su fuerte. Fuera de esos MACHOTES, no tiene mucho que decir. Una prueba contundente es su incapacidad para hilvanar una frase congruente fuera de la jerga y la fosa común de la subcultura abogadil. Ahí está la “literatura” y la chatarra informativa de sus correos.
LAS PRISAS DEL JUSTICIERO LIC.
Y como suele suceder en todo pueblo chico e infierno grande, resultó que la maestra conocía a otro agraviado por el huidizo LIC., quien aquí nos cuenta su amarga experiencia:
“LLEGÓ al CAFÉ sudando y con la voz más quebradiza que de costumbre. Venía de “volada”, a darme el primer pago de la deuda que tenía conmigo, para lo cual teníamos que firmar un convenio entre “caballeros”. Se lo firmé sin leer, pues aunque nunca había tenido ningún negocio con él, sus declaraciones críticas al gobierno de cierta manera avalaban su solvencia moral y profesional.
“El LIC apenas se sentó y de dos tragos se acabó la bebida de chocolate que había pedido. Casi me arrebató el convenio recién firmado de las manos, y se fue agradeciéndome de antemano el pago de su consumo.
“-Al fin que nunca has visto tanto dinero junto en tu vida-, alcanzó a decir antes de evaporarse señalando los voluminosos fajos de billetes de a cien y de a cincuenta pesos apretados en un sobre amarillo.
“El tono burlón y la sospechosa prisa del LIC., satisfecho de haber cerrado sin mayores contratiempos el “negocio”, me hicieron evocar otras actitudes suyas tan propias del gremio al que pertenecía, el de la “tenebrosa vía de los juzgados”(diría el poeta Miguel Hernàndez), y de paso la saga picaresca de tinterillos tan simpáticos como cínicos, típicos de nuestra literatura española.
“Encantadores como personajes literarios, que desafiaban los dogmas y la moralina de su época con su anti heroicidad de humor corrosivo y subversivo, pero no tanto en la vida cotidiana de nuestro tiempo tan plagado de “pícaros” de pobre ingenio y gracia histriónica.
“Cuando por pura curiosidad leí el convenio que sin ver le había firmado al LIC, todas esas actitudes cobraron sentido. Una de las cláusulas concedía al LIC la libertad de pagar el resto, el grueso de la deuda, “cuando pudiera”.
“O como me respondió cuando por teléfono le pregunté cuándo pensaba hacer el siguiente depósito, el que urgía pues, como él sabía, dependía de ese dinero para solventar otras deudas:”CUAlQUIER DÍA DE ESTOS”.
“En los últimos meses, luego de infinidad de llamadas y correos sin respuesta, de promesas de depósito incumplidas, algunas veces echándole la culpa a su hermana, otras simplemente apelando a la cláusula que le permite pagar cuando le de la gana, he recibido pagos mínimos y a cuentagotas.”
Vaya manera de especular con la necesidad ajena de uno de estos “defensores oficiosos” del pueblo sudcaliforniano ante la descomposición política recrudecida aquí entre NOS con dramáticos tintes de regresión histórica a la barbarie caciquil. Si esto hacen amparados en una cédula profesional abaratada por la catástrofre educativa mexicana, imagínese lo que harían desde el poder….Seguramente el autismo y la soberbia del ÑERO CHICHO se quedarían chiquitoooooossss; reducidos a meras inoicentadas, como los Cota Montaño y Agúndez y Juanitos asociados hicieron ver con su sevicia las perversidades de “chorimercadismo.”.
Así entienden los “pactos caballerescos” quienes jamás han leído ni leerán EL QUIJOTE. Una obra clásica que por cierto universaliza el título de “licenciado”, sinónimo de SABIDURIA, pues hasta el propio Cervantes, lo era… AL FINAL TAMBIÉN VÍCTIMA de la legalidad usurera de sus cortesanos tiempos.
El JUSTICIERO LIC, uno de los que aparece casi todos los días en el “PENI” impugnando al cartel familiar que tiene secuestrada la entidad, empezó por no responderle las llamadas, o bien por responderlas, citando a la señora, para luego no presentarse a las citas. El DESALMADO LIC, la hacía viajar en vano desde la periferia citadina hasta su céntrico despacho.
LO HIZO UNA Y OTRA VEZ a pesar de que la maestra tenía MUY SERIOS PROBLEMAS DE SALUD.
Alguna vez se lo encontró en los pasillos del ISSSTE, y el LIC se deslizó furtivamente con una de esas frases tan de moda y de maleable ambigüedad, diseñadas para el compromiso sin compromiso, tan arraigadas en el argot y la praxis política y social mexicanas: “estamos pendientes”.
Ni el más lejano vestigio de pudor, menos una disculpa:” Estamos pendientes”.
Pasaron los meses y el suspenso del efecto esperanzador que pudo haber tenido el “ESTAMOS PENDIENTES”, se fue esfumando en la medida que el LIC continuó siendo INALCANZABLE para la desesperada maestra, hasta la fecha, un año y feriecita después.
El reclamo de la maestra me trajo a la memoria otro reclamo al JUSTICIERO LIC: el que por correo electrónico, con copia para cuando menos una decena de direcciones, le hace de manera directa un ex funcionario estatal, curiosamente por los mismos motivos: otro caso con un año sin respuesta del JUSTICIERO LIC, terror declarativo del malvado Chicho y familia.
Tampoco al ex funcionario estatal se dignó a responderle el joven profesionista, que se dice un muy orgulloso egresado de una universidad(su Sorbona o Harvard, personal) de la contracosta; región de donde se trajo el acento vernáculo que lo distingue, y un título profesional que, como lo delata este “poco ético” modus operandi de engañar hasta la burla al cliente, no avala la formación humanística que le diera prestigio a la carrera de LEYES.
La administración de la inercia procedimental, es su fuerte. Fuera de esos MACHOTES, no tiene mucho que decir. Una prueba contundente es su incapacidad para hilvanar una frase congruente fuera de la jerga y la fosa común de la subcultura abogadil. Ahí está la “literatura” y la chatarra informativa de sus correos.
LAS PRISAS DEL JUSTICIERO LIC.
Y como suele suceder en todo pueblo chico e infierno grande, resultó que la maestra conocía a otro agraviado por el huidizo LIC., quien aquí nos cuenta su amarga experiencia:
“LLEGÓ al CAFÉ sudando y con la voz más quebradiza que de costumbre. Venía de “volada”, a darme el primer pago de la deuda que tenía conmigo, para lo cual teníamos que firmar un convenio entre “caballeros”. Se lo firmé sin leer, pues aunque nunca había tenido ningún negocio con él, sus declaraciones críticas al gobierno de cierta manera avalaban su solvencia moral y profesional.
“El LIC apenas se sentó y de dos tragos se acabó la bebida de chocolate que había pedido. Casi me arrebató el convenio recién firmado de las manos, y se fue agradeciéndome de antemano el pago de su consumo.
“-Al fin que nunca has visto tanto dinero junto en tu vida-, alcanzó a decir antes de evaporarse señalando los voluminosos fajos de billetes de a cien y de a cincuenta pesos apretados en un sobre amarillo.
“El tono burlón y la sospechosa prisa del LIC., satisfecho de haber cerrado sin mayores contratiempos el “negocio”, me hicieron evocar otras actitudes suyas tan propias del gremio al que pertenecía, el de la “tenebrosa vía de los juzgados”(diría el poeta Miguel Hernàndez), y de paso la saga picaresca de tinterillos tan simpáticos como cínicos, típicos de nuestra literatura española.
“Encantadores como personajes literarios, que desafiaban los dogmas y la moralina de su época con su anti heroicidad de humor corrosivo y subversivo, pero no tanto en la vida cotidiana de nuestro tiempo tan plagado de “pícaros” de pobre ingenio y gracia histriónica.
“Cuando por pura curiosidad leí el convenio que sin ver le había firmado al LIC, todas esas actitudes cobraron sentido. Una de las cláusulas concedía al LIC la libertad de pagar el resto, el grueso de la deuda, “cuando pudiera”.
“O como me respondió cuando por teléfono le pregunté cuándo pensaba hacer el siguiente depósito, el que urgía pues, como él sabía, dependía de ese dinero para solventar otras deudas:”CUAlQUIER DÍA DE ESTOS”.
“En los últimos meses, luego de infinidad de llamadas y correos sin respuesta, de promesas de depósito incumplidas, algunas veces echándole la culpa a su hermana, otras simplemente apelando a la cláusula que le permite pagar cuando le de la gana, he recibido pagos mínimos y a cuentagotas.”
Vaya manera de especular con la necesidad ajena de uno de estos “defensores oficiosos” del pueblo sudcaliforniano ante la descomposición política recrudecida aquí entre NOS con dramáticos tintes de regresión histórica a la barbarie caciquil. Si esto hacen amparados en una cédula profesional abaratada por la catástrofre educativa mexicana, imagínese lo que harían desde el poder….Seguramente el autismo y la soberbia del ÑERO CHICHO se quedarían chiquitoooooossss; reducidos a meras inoicentadas, como los Cota Montaño y Agúndez y Juanitos asociados hicieron ver con su sevicia las perversidades de “chorimercadismo.”.
Así entienden los “pactos caballerescos” quienes jamás han leído ni leerán EL QUIJOTE. Una obra clásica que por cierto universaliza el título de “licenciado”, sinónimo de SABIDURIA, pues hasta el propio Cervantes, lo era… AL FINAL TAMBIÉN VÍCTIMA de la legalidad usurera de sus cortesanos tiempos.
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