miércoles, 26 de junio de 2013

DESDE EL CENTRO HISTÓRICO



Llueve en la gran ciudad de México.

Finito el aire, frágil la palabra, ascua el tiempo.

LA memoriosa lluvia llueve sobre mojado.
Sobre un lago enterrado que despierta.
"Siempre has estado aquí, nunca te fuiste..."






Si ayer despertamos al ritmo de las baladas de El Buki, hoy fue con lo mejor del repertorio de José José y aquella voz privilegiada, prematuramente devastada por los excesos.


La música se oye a varias cuadras a la redonda, es una ofrenda pública.
- ¿Cortesía del GDF?, le pregunté a la recepcionista del hotel al regresar del café dominical y la paella en La Blanca
- No, es de la tienda de trajes de al lado.

Me asomo al balcón para escuchar mejor y palpar la fina atmósfera del altiplano de cara al trajín de 5 de Mayo y La Palma.

Se aclara la tonada del organillero: "Dios nunca muere".

Recobra sentido todo el ensamble acústico de la urbe bajo el signo de Tlaloc.

¿Todo? No. Hay ciertas variantes. Echo de menos la histeria de los claxonazos, los sílbatos y las sirenas policíacas. No es que haya desaparecido, pero ya no es tanta la estridencia.

Vuelvo sobre mis pasos de los años ochenta. Aquí a unas cuadras, en Argentina 12, frente al Templo Mayor, estaba mi centro de trabajo.
Este aire respiraba la mayor parte del día.
De aquellos días álgidos, extraordinarios, del 87/88 cuando la revuelta cívica por un México democrático y la invasión del Centro Histórico por multitudes que llegaban por su propio pie, sin acarreos, en busca de un lugar en el Zócalo para escuchar y ver al hijo del Tata Lázaro.
El disidente priista del simbólico nombre: Cuahutémoc Cárdenas.

Ya el sismo del 85 había propiciado la emergencia de la llamada "sociedad civil" que en la elección de julio del 88 provocó con su voto la tristemente célebre Caída del Sistema, cuyos principales operadores son ahora "distinguidas figuras" de "izquierda".


ESPERANDO A FELLI

Hoy se acaba el sabático de 48 horas de Fellini, mi guía de lujo.
El también ingeniero civil Josué Alemán tenía que atender su otra chamba de alto ejecutivo de una empresa de desarrollo urbano aquí en el DF, como si a esta encharcada ranchería le faltara dar el estirón.
En estos momentos Felli ya debe estar despojándose de su Hugo Boss y guardando sus mancuernillas y zapatillas italianas marca Berlusconi, para retomar el personaje del cineasta desparpajado con 10 años de experiencia parisina, que conduce su Audi 2013 con arrojo de microbusero mientras atiende llamadas que surgen de la pantallita multimedia ubicada sobre el tablero de este vehículo más inteligente que el chofer y su copiloto.
Esta noche, guarecidos en algún sitio sobrio y decente, seguiremos" afinando detalles", cilindreándonos uno al otro, sobre el proyecto cinematográfico Lunas de Octubre.

Ya viene, me avisa por Whats up!, adjuntando una instántanea impresionista de Insurgentes y Reforma.

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