Alejandro
Alvarez
Las
supuestas discrepancias o diferencias entre los últimos tres gobernadores del
estado es una invención. Su código genético político es tan similar que se
puede decir que fueron producto de un parto perfecto de trillizos.
Los
tres parten de un tronco común incuestionable, el PRI. Los tres se separaron de
su tronco maternal por la misma causa: los intentos de la jerarquía priísta por
intentar cortar sus aspiraciones políticas sintiéndose cada uno de ellos
merecedores de un mejor futuro en el escemario del poder sudcaliforniano.
Los
tres patearon la cuna que los meció como estrategia para engañar incautos. El
discurso de enterrar el “régimen autoritario” , el ”viejo régimen” les dio
buenos dividendos. Como todos los trillizos cada uno tiene sus ocurrencias. Leonel
tuvo sus puntadas democratoides cuando llamó a “las bases” elegir a los
colaboradores en el gabinete. El
experimento no aguantó la prueba de la realidad pero cómo entretuvo a la fanaticada.
El caso de la elección del director de cultura fue la cerecita del pastel. Un tal
Huizapol con el apoyo de mariachis y teiboleras arrasó las elecciones del
sector cultural. Que después este baluarte de la cultura sudcaliforniana se
haya volteado y regresado al corral del priísmo es otra historia. En su afán de
disfrazarse de pueblo Leonel vendió el avión del gobierno y casi remató la
residencia oficial. Había ahí fantasmas que tenían que desaparecer a la
brevedad, las almas de sus ex correligionarios, padrinos y maestros: Alberto
Alvarado, Víctor Liceaga y Guillermo Mercado.
Narciso,
después de su separación del seno priísta y afiliación al feudo familiar
conocido como Partido del Trabajo, puso en práctica todo lo aprendido en la
escuela tricolor. Así, en la región de Los Cabos fue un maestro en la práctica
del clientelismo y la práctica super especializada de invasión de predios, extorsión a terratenientes y venta de
seguridad a hoteleros. Su brazo político, el ladrón Uzcanga se encuentra en la
cárcel en calidad de chivo expiatorio. Con finas prácticas priístas concentró
tal poder que convenció a su pariente (hermano trillizo) Leonel de apuntarlo
con su dedo poderoso en su vertiginosa carrera hasta instalarlo en el tronito
del palacio de cantera. El ejercicio del poder de don Narciso tuvo como su
columna vertebral aparecer en las portadas de la prensa local con una banderita
inaugurando cuanta cosa se le ponía enfrente y mirando a la cámara con su
mirada extraviada. Narciso fue la caricatura provinciana del presidencialismo
que adoró en su educación política básica.
Del
trapecista priísta-perredista-panista Marcos Covarrubias hemos escuchado hasta
el hartazgo los lugares comunes de la más rancia clase política local y la
repetición del juego lo que hace la mano hace la trás. Para muestra está su
discurso en un reciente desayuno con el grupo Madrugadores de Los Cabos. Aquí
van unas perlas (léanse con tono lopezportillista): “…el estado se encuentra en paz y las manifestaciones
de los pequeños grupos inconformes se han resuelto en corto tiempo……Baja
California Sur es el mejor lugar para vivir del país…….en Los Cabos se acabaron
las invasiones alentadas por el gobierno… ha habido avances en la procuración
de Justicia, se mejoró la actitud de los funcionarios…. se tienen los menores
índices de homicidios dolosos y de los que se han presentado durante estos dos
años el 92% se han resuelto….bla…..bla….bla…”. Como toda la banda que le
antecedió, a Marcos Covarrubias le asaltan los sueños enfermizos de prolongar
su reinado. No en balde su esposa ya se siente la Eva Perón choyera. ¿Alguien
duda de la hermandad de los últimos tres gobernadores? El siguiente gobernador
–que seguramente será priísta también– puede completar los cuatrillizos del
ciclo contemporáneo “de nuevo cuño” en el poder de la entidad.
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