lunes, 3 de junio de 2013

EL TERROR A LA EVALUACIÓN


Alejandro Álvarez

Esta semana inició la octava Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares, popularmente conocida como prueba ENLACE. Desde su inicio esta prueba ha provocado resistencia de una parte de los profesores de primarias y secundarias.
Según un reciente informe de un órgano de fiscalización del Congreso seis de cada diez estudiantes de primaria obtienen resultados “insuficientes o elementales” en español y ocho de cada diez tienen esas mismas bajas calificaciones en matemáticas. Dicho en palabras llanas la mayoría de los estudiantes de primaria en el país no aprueban ni español ni matemáticas.
Los intentos por reconocer esta realidad han apuntado hacia la necesidad de profundizar estos sistemas de evaluación como una de las herramientas para superar esta penosa situación pero existe una especie de terror ancestral a la evaluación y han tratado de desacreditarla de muchas formas. La más reciente es impedir que se realice bajo la acusación de que los exámenes ENLACE se venden en el mercado negro lo que impedirá obtener resultados verídicos o confiables. No hace mucho los mismos opositores alegaban que los exámenes no se apegaban a las condiciones específicas de cada región y de cada escuela donde, argumentan, no se puede exigir el mismo aprendizaje a todos los estudiantes. Según este criterio habría que darle a unos estudiantes un puntaje de aprobación si no saben conjugar un verbo porque su aula está en malas condiciones. O aprobar a aquellos que no pueden resolver operaciones con fracciones porque pertenecen a una zona deprimida. En otras palabras un examen para cada condición específica de la escuela y de los estudiantes. O mejor todavía, unos programas educativos para una región distintos a los de otra, en unos se les exigirá aprender trigonometría y en otros no, en unos se enseñará ortografía y en otros no. Aunque al final sea imposible hacer así análisis comparativos del rendimiento de la educación en el país.
Durante el gobierno de Salinas la política para intentar mejorar el nivel de la calidad educativa fue instaurar becas o estímulos al desempeño de los profesores según su esfuerzo para superar o mejorar su formación docente y rendimiento laboral. El sistema trajo indudables beneficios para el ingreso salarial de una parte del sector académico en todos los niveles, desde el básico hasta el superior, pero no se sabe hasta el momento cuál fue el efecto real en la calidad del aprendizaje esperado en los alumnos. Se ha podido detectar en cambio que el sistema de premios al desempeño se ha corrompido en varias de sus partes al emitirse comprobantes falsos o al realizarse presuntas actividades de superación que son sólo de forma. Existe la intención –hasta ahora en el papel- de comprobar la real capacidad de los maestros a través de examinar su conocimiento. Esta es una de las partes que más resistencia ha tenido la reforma educativa sobre todo del grupo conocido como CNTE, el mismo que un día impide el tránsito en carreteras y otro apedrea un recito gubernamental o pone campamentos durante semanas en plazas públicas o decreta paros laborales indefinidos. ¿Qué puede enseñar un profesor que se dedica a esas actividades extra aula? Lógicamente serán los primeros en oponerse a ser examinados.
Está comprobado que ningún proceso, no sólo educativo sino de cualquier tipo, puede mejorarse si no existe una evaluación permanente de sus productos y procedimientos. Crear recursos humanos de calidad en el amplio sentido del término implica necesariamente no sólo examinar al alumno sino también al maestro y a la autoridad administrativa ¿Será tan difícil de comprender esto y envolvernos en cambio en una grilla permanente?


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