Me divierte reconfirmar que mi Naty es tan anticlimática como su tía Cham.
Si le digo que ya no aguanto al Iker en perpetuo movimiento, me recuerda desde la madurez de sus once años que "es un niño", y que así "son todos los niños."
En lo que sí estamos de acuerdo es en que su hermanito de dos añitos, es más gritón que otros infantes de su edad.
Su ronco pecho se abre para gritar frases inintelegibles, largas peroratas que no paran ni en el interior del café para solaz de la clientela, menos aquellos que buscan concentrase en la lectura o en sus chats.
Como que el Iker quiere presumirle al mundo que ya empieza a descubrir la lengua y el lenguaje, y que también suya es la palabra y sus poderes mágicos.
- Tranquilo, Iker, shhh...-Y más fuerte grita-¡Parece que andas en las pitahayas!!.
- Pues claro, ¡es de La Paz!- dice la tijuanense y civilizada Naty,que anda feliz, con su diez en Historia
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