BAJO EL ASEDIO DE LOS SIGNOS...

MARA ROMERO, ANTONIO ORIHUELA, Y JUAN MANZ.


CAJEME, Sonora.- Anochece en la Laguna del Náinari( construida en 1956, por el Presidente Municipal René Gándara).y se encienden las discretas farolas de la arbolada avenida que la bordea. Es noche de sábado y la algarabía de los espacios recreativos aledaños se confabula con el trino de las aves que habitan entre el follaje.

Padres e hijos saliendo del Planetario, del parque infantil y del zoológico Ostimuri; aficionados a los deportes acuáticos como el canotaje, el ski y el veleo, que regresan a los dos embarcaderos. Personas de todas las clases sociales retozando sobre el pasto de los campos de beisbol, futbol, en las canchas de voleibol, básquetbol, tenis, frontenis; de regreso a casa luego de un día de desfogue en la alberca y el gimnasio; haciendo fila para entrar a una obra de teatro en el foro de la Casa de la Cultura, donde acaba de concluir la segunda jornada del Encuentro Internacional de Escritores, Bajo el asedio de los signos, y el nutrido grupo de poetas y narradores, se alista para el convivio bajo la fronda de los sauces, yucatecos, y eucaliptos..

Presidiendo el trajín y la fiesta, las luminosas figuras de Juan Manz y Mara Romero, los anfitriones y, desde luego, también espléndidos escritores, respaldados por un generoso equipo de voluntarios como el ganadero Jaime Romero, hermano de Mara convertido en chofer y guía de lujo, y el joven poeta cajemense, Ismael Serna, maestro de ceremonias, conductor, amigo siempre atento a cualquier detalle, a cualquier necesidad de los exóticos invitados.
Perteneciente a una familia de ascendencia rumana, empresario agrícola y poeta de largo aliento, Manz es el fundador del Asedio…. que este año llegó a su séptima edición, colocando a Ciudad Obregón, la antigua Cajeme, una ciudad de alrededor de 600 mil habitantes, en el mapa literario nacional e internacional.

El cultivo del garbanzo, del cárcamo y del frijol, le han permitido a nuestro querido y admirado Juan, invertir en el cultivo de la letras, ya no tanto las propias como las ajenas, sobre todo las de esas nuevas generaciones que han encontrado bajo su mecenazgo un espacio para su expresión y divulgación literarias más allá del Valle del Yaqui.

Claro, combinando su esfuerzo con el de diferentes instituciones gubernamentales, organismos privados, y particulares como algunos diputados y senadores de distintos partidos políticos, a los que el poder de convocatoria de Juan y Mara, su escudera, ha convencido de la necesidad de la educación artística y el desarrollo cultural como contrapeso al envilecimiento de nuestra vida pública y el desgarramiento del tejido social mexicano.

Mara Romero, la imprescindible MARA, esa hermosa dama renacentista, de una vitalidad proteica, inagotable, que cambia de vestuario a cada momento, con sus gruesos cinturones con hebillas y pins en homenaje a El Santo y Blue Demon, sus jeans ajustados a su bien delineada anatomía, sus capas, sus blusas, sus gorros, sus frazadas, sus pareos, sus palabras rebosantes de amor a sus compañeros y compañeras de viaje literario, artístico.
MARA, marabunta: todo un espectáculo en sí misma, licenciada en Turismo, diplomada en Mercadotecnia y Literatura Hispánica, poeta de exquisitos registros eróticos, maestra del performance, mujer orquesta que se multiplica para dirigir a sus colaboradores y atender personalmente a los con frecuencia inflamados EGOS de los protagonistas, sus criaturas por tres días con sus lunas.

Tres días que tienen un trabajo previo que se puede constatar cuando los escritores somos recibidos con una bolsa cargada de obsequios alusivos al encuentro: playeras, tazas, la memoria adelantada de las lecturas, el programa de mano, y, mucho ojo, folletos y revistas con información turística, histórica y cultural de la ciudad sede.

Y qué decir de la variedad de los espectáculos complementarios en cada convivio: desde grupos de rock, cancioneros populares, teatreros, hasta la tradicional Danza del Venado y el performance escenificado por MARA en homenaje a Camille Claudel, la noche de clausura en el Museo del Yaqui de Cócorit.

Aquí, en el patio del Museo, habíamos sido agasajados durante todo el domingo con platillos yaquis como el delicioso caldo de res y la carne con chile, rebajados con bacanora y/o vino tinto, y por la noche, con el fondo musical de Hey Jude, de The Beatles, nos tomamos la foto del recuerdo, todos fundidos en un gran abrazo sin importar jerarquías literarias: Francisco Prieto, Antonio del Toro, Manuel Méndez, Ruth Levy, Jorge Souza, Selene Bueno, Antonio Orihuela( el sevillano autor de la antología de poetas del Asedio… publicada en España), Imanol Caneyada, José Angel Leyva, Omar Pimienta(el tijuanense que acaba de ganar uno de los más importantes premios de poesía en España), Manuel Murrieta, Roberto Arizmendi, José Vargas(el gran promotor cultural y antologador peruano), Livia Soto, Inés Martínez de Castro, Francisco Morales, Miguel Angel Avilés( el otro paceño), Lina Zerón, y Pablo Aldaco, entre tantos otros.

Gracias Juan, Mara, Ismael, Jaime, Hiroshima, gracias a todo el equipo de voluntarios incansables. Gracias a todas las instituciones, empresas y particulares que hicieron posible estos tres días maravillosos de alta intensidad poética y gran calor humano.

Gracias al Instituto Sonorense de Cultura, Colegio de Sonora, Instituto Tecnológico Superior de Cajeme, Universidad Tecnológica del Sur de Sonora, el Instituo Tecnológico de Sonora, la Asociación para las Bellas Artes A.C., Biblioteca Pública Jesús Corral Ruiz, el Museo del Yaqui, el Ayuntamiento de Navojoa, la Oficina de Convenciones y Visitantes de Ciudad Obregón, Ayuntamiento de Cajeme, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Museo Cultural del Mayo, Protur, y el hotel Valle Grande.

Gracias por apostarle al desarrollo cultural, a la educación artística, a la expresión más radical de la libertad de expresión: la poesía , el lenguaje literario. Gracias por reunirnos.