lunes, 23 de noviembre de 2009

II ENCUENTRO IBEROAMERICANO DE ESCRITORES EN ESTADOS UNIDOS....HOMENAJE A MARÍA ESCANDÓN..

La escritora homenajeada, María Escandón, y su esposo Pedro Hass.



Migajas de sal



Por David Alberto Muñoz



Phoenix, Arizona.- El día estaba perfecto. La temperatura oscilaba entre los 77 grados Fahrenheit. El valle del sol lucía fresco, robusto, el calor desprendía un aroma a desierto que se preparaba para recibir una ola de letras que produciría una reacción en cadena. Después de casi ocho meses de preparación, finalmente el II Encuentro de Escritores Iberoamericanos en Estados Unidos asomaba la cabeza ante la expectación de mucha gente; no podían faltar los comentarios escépticos de algunos compañeros, las envidias naturales de otros, y un deseo muy personal de elevar la cultura hispana dentro de un estado dónde el ser inmigrante tal vez, representa un cáncer que bien te puede matar sin la menor consideración.
Llegué al aeropuerto casi con una hora de anticipación. Perdón, así soy, prefiero estar tres horas antes que llegar cinco minutos tarde. Descubrí que el vuelo en el cual llegaría María Amparo provenía de un limbo creado entre los buenos deseos y el desastre total. Siempre imagino lo peor, y ayudado por momentos que ahora se me hacen chuscos, observaba como desaparecía de los mismos monitores no sólo el vuelo sino el lugar del cual arribaría nuestra invitada como por arte de magia.
—¡Pero si hace unos segundos estaban anunciando el vuelo 6130! Ya empezamos con problemas. ¡Me lleva la chiquita!
Decidí esperar en el lugar acordado. Encomendándome a fuerzas divinas me convencí que lo mejor era permitir que el aire mitológico de las posibilidades condujera un evento donde la “realidad mágica” estableciera los patrones de comportamiento infraestructural, mientras la diosa del éxito le coquetearía al dios del enfado procreando un momento existencial que daría el fruto de un segundo en la dimensión del tiempo.
Me senté.
A cada segundo revisaba mi teléfono celular. Volteaba como león enjaulado anticipando que sucedería durante esos dos días dentro del imperio rojo azul, donde la vida continuaría igual que siempre, rutinaria, apática, un tanto autómata, con los carros atascándose en medio del freeway, Joe Arpaio levantando indocumentados legales en la esquina de Home Depot y 75 avenida, caminando junto a un grupo de insensatos escritores que se entercan en poner en papel y lápiz (válgase la metáfora), la verdad analizada por sus ojos deseosos que se grite a garganta abierta su cántico de alegría, dolor e indiferencia.
De pronto, como esperando un milagro de San Judas Tadeo, apareció María Amparo Escandón, deslizándose con paso seguro en medio de personas enclaustradas entre un domingo familiar y un sábado de parranda, donde las realidades se pierden detrás la cueva de Platón para proyectar un simple “no sé”, dejando de este modo la mirada activa del respirar humano y la conciencia de estar ante un ser con logros, deseos, fracasos e iniciativas.
María Amparo es una mujer que mezcla dos entes, un México perdido, un águila que busca una serpiente para alimentarse, y un trabajador laboral parado en una de tantas esquinas del patio de atrás de la casa del tío Sam, sonriente, con brazos de trabajo, siempre intentado descubrir su lugar en una sociedad entercada en hacer distinción entre el pobre y el educado, entre el que tiene y el jodido, entre los güeros y los morenos.
Nos saludamos afectuosamente. Tuve la oportunidad de conocerla hace ya algunos años, pero nuestro reencuentro representaba mayores retos, superiores desafíos representados en el juicio del prójimo que muchas veces nos culpa por todos los problemas existentes en nuestro planeta. De alguna manera con excesivas expectaciones puestas sobre la foto del poster de publicidad, la esperanza nacía no sólo en el campus de Chandler-Gilbert y en el centro Cívico de Glendale, sino también, en las mentes de muchos hispanos que siempre buscan una voz que les de salida a su precaria condición humana. Me presentó a su esposo, Pedro Haas, hombre de ascendencia europea con altos rasgos de intelectualidad, sin dejar a un lado un profundo sentir humanista, que se ve reflejado en un alto nivel de observación. Durante todo el evento la mirada plácida de Pedro sonrió ante el desborde de personas que literalmente se lanzaron ante la presencia de una mujer llena de una audacia y valor, escondido quizás detrás del miedo que todos tenemos en algunas ocasiones de vivir.
Después de haberlos llevado a su hotel y platicado sobre los eventos a la vuelta de la esquina, nos despedimos rogándoles a los dioses que todo saliera bien, mientras en mi mente las imágenes y las palabras hacían el amor sobre las posibilidades, y yo, le rogaba a los dioses aztecas poder llenar el papel de anfitrión ante una extraordinaria mujer.
PRINCIPIA EL EVENTO
Llegamos a Chandler-Gilbert alrededor de las 9:30 de la mañana. Un vehículo nos esperaba con sonrientes miradas llenas de anticipación. María Amparo con un espíritu de solidaridad recorrió el campus admirando la construcción desértica combinada con una arquitectura modernista. Al llegar a la biblioteca para mostrarle el altar del día de los muertos, la gente de inmediato se le lanzó buscando autógrafos. Con esa mirada interrogante, María Amparo platicaba, discursaba sobre la condición de los inmigrantes, admiraba el altar mientras a su alrededor todos nos movíamos como abejas alrededor de un panal.
Tuvimos que sacarla del lugar si no creo que todavía estuviéramos ahí. Nos dirigimos al lugar donde daría su presentación, y poco a poco la audiencia se llenó con alrededor de más de ciento sesenta estudiantes, miembros de facultad y trabajadores, que simplemente deseaban escuchar las palabras de nuestra invitada. Ella, platicó, exhortó, discursó sobre su experiencia como inmigrante. Platicaba de cómo de chica fue sacada de más de diez escuelas debido a su comportamiento, y explicaba cómo en la época actual, eso debería ser llamado ADHD, pero en aquellos tiempos simplemente se le consideraba una niña problema.
Posteriormente, estuvo presente ante el grupo de HSO (Hispanic Student Organization), donde pasó más de una hora platicando con estudiantes sobre lo que significa escribir, vivir, existir planteando encrucijadas de la vida, coexistir en medio de una sociedad que nos rechaza pero que a la misma vez se ve forzada a aceptar nuestra cultura, nuestra comida, nuestro idioma, nuestra muy peculiar forma de ser, para concluir motivando a cada uno de los presentes, ya que una de tantas estudiantes le expresó:
—¡Usted es una motivación para nosotros, porque al verla nos damos cuenta de lo qué tenemos qué hacer!
La presidenta interina del colegio de Chandler-Gilbert, Dr. Luján, estuvo presente llevando no solamente el apoyo de la institución, sino de la misma manera, el saludo cordial de una comunidad hispana en proceso de trasformación.
CENTRO CIVICO DE GLENDALE
Las horas transcurrían con cierta lentitud apresurada. Entre las coordinadas tiempo y espacio, la realidad latente nos invadía al igual que un vaso de agua después de una larga caminata alrededor del parque de la posibilidad. Tuvimos que levantarnos muy temprano para estar presentes en varios programas de radio y televisión. María Amparo había sido invitad al programa el Zaguán, y Mujeres Únicas, así como ser entrevista por TELEMUNDO, bajo la producción de Juan Villa con la reconocida periodista Patricia Batres.
De una forma casi natural, Escandón se deslizo por el valle del sol sacudiendo la alfombra de muchas personas que consideran al inmigrante mexicano como una enfermedad para la sociedad. En todo momento, María Amparo expresó su orgullo de ser hispana, así como su admiración por la gente latina que día a día tiene que luchar con las adversidades de la vida para darse un lugar ante la quebrantada sociedad estadounidense. En todas sus palabras dichas durante el II Encuentro de Escritores Iberoamericanos en Estados Unidos, Escandón fungió como representante de una comunidad que ya promete ser la espina dorsal del siglo futuro.
—Mi trabajo principia con mis temores, mis miedos, mis luchas por enfrentar mis propios obstáculos.
María Amparo habló al corazón de muchos de los que están presentes en esta sociedad que todavía no puede aceptar que la infraestructura social ha cambiado, que muy posiblemente todos nuestros nietos y bisnietos tendrán sangre latina, dominarán dos, tres o cuatro idiomas, su cultura será la cultura universal de un humanismo saturado de interpretaciones locas, idioteces surgidas de nuestra propia mente, o tal vez, con cordura, representarán una rara sensatez de lo que significa estar vivo y presenciar en carne propia la compleja experiencia humana.
Esa noche del 20 de noviembre del 2009 en el Centro Cívico de Glendale, la gente se volcó ante nuestro discurso sediento de atención. Una mujer nacida en la capital azteca nos mostró el fenómeno cultural de la migración; nos enseñó como dos idiomas se mezclan ante las risas de mi propia hija al escuchar sus narraciones tanto en inglés como en español. Un individuo rompiendo barreras generacionales e ilustrando el hecho de ver que el futuro depende de ver más allá de nuestras propias narices. Hubo mucho que decir, mucho qué cronicar, pero al final de cuentas lo que permanece es un tributo a una mujer que representa la ilusión de muchos de nosotros por llegar y ser aceptados dentro de una sociedad que desafortunadamente todavía es racista. Sin embargo, la sal que le pusiste a la realidad por medio de la ficción, todavía está sazonando el paladar de aquellos que no reconocemos que existe diferencia entre el azúcar y la salmuera.
Muchas gracias María Amparo, esta es tu casa.
© David Albero Muñoz


Datos Sobre el Escritor (Presencia)
David Alberto Muñoz nació en México a fines de los años cincuenta. En 1973 inmigró a los Estados Unidos de América donde hizo sus estudios universitarios obteniendo un título en Artes Teatrales de Southwestern College, Chula Vista CA. Dedicado de tiempo completo al arte teatral, durante esta época escribió, dirigió, produjo y actuó en varias producciones tanto en inglés como en español. Posteriormente obtiene una licenciatura en Estudios Religiosos en Gran Canyon University, Phoenix, AZ, una maestría en Teología en Fuller Theological Seminary, Pasadena, CA, una maestría en Literatura Hispana de Arizona State University, Tempe, AZ y un doctorado en Filosofía de Religión de Trinity Seminary en 1997. Es profesor de Filosofía y Estudios Religiosos en Chandler-Gilbert Community College y ha escrito una variedad de libros tanto en inglés como en español que incluyen, colección de cuentos, ensayos, crónicas y algunos libros de texto. Muñoz vive en Glendale, Arizona con su esposa Mireya, maestra de música, y su hija Mirita de 15 años de edad.

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