La carta que hace unas semanas envié bajo mi firma al programa Telefórmula de la tarde, dirigido por Ciro Gómez Leyva, también director editorial y articulista de Milenio Diario, y que fue leída casi en su totalidad, ha causado fuertes resquemores entre los “izquierdistas” locales.
La mayoría de los mensajes recibidos al respecto, tienen un denominador común: son anónimos, insultantes, y con la concreta acusación al de la VOZ, de ser un “esbirro del espurio”, un “panista”, a imagen y semejanza de mi “ídolo”, Ciro Gómez Leyva.
Algunos de estos reclamos se han dado personalmente, y por parte de perredistas ilustrados, que a pesar de haber sido relegados por los caciquillos a quienes en su momento dieron todo su apoyo, se mantienen dentro de lo que ellos consideran una posición de “izquierda”: la encarnación del “pueblo bueno”, enfrentado al “pueblo malo”, a las “mafias de la derecha” , y todas las demás entelequias que el maniqueísmo cortesía del Peje les ha ofrecido en bandeja de plata para evitarles la molestia de pensar por sí mismos, de ejercer la facultad típicamente humana y el derecho ciudadano de la crítica y la autocrítica.
En los encendidos debates de café que he sostenido con quienes, si bien se deslindan de Leonel y Narciso, siguen considerando al Peje y sus mantras , aniquiladores de cualquier posibilidad de una “nueva forma de pensar”( como lo propuso en su decálogo dominical), su “rayito de esperanza”, mi respuesta ha sido en el sentido de hacer una lectura correcta de las expresiones periodísticas de los impugnados .Ahí está, les dije, la entrevista televisiva que Ciro le hizo a Calderón un día después de la lectura de su propio decálogo que a la postre resultó ser el mejor discurso y la peor patraña demagógica de una figura presidencial políticamente devastada..
El “panista” Ciro dejó hablar a Calderón, para luego hacerle la pregunta obligada: ¿ Y quiénes harían esos cambios propuestos en el decálogo? ¿Esa generación del fracaso, genéticamente impedida para la grandeza, a la que usted pertenece?.
Vaya panista tan atípico…
En su respuesta, Calderón quiso salirse por piernas apelando a una cita culta: Ortega y Gasset y su concepto de Generación: una armónica orquesta siguiendo la batuta del líder. Nada más inoportuno en medio del desconcierto político nacional, entre el fuego cruzado de los cárteles del crimen organizado dentro y fuera de la LEY.
En lo personal, si de alguno de los partidos políticos me siento distante, es del PAN.
NO al original, fundado por Gómez Marín, que en su momento cumplió con su papel histórico de ser un contrapeso al Estado corporativista fundado por Tata Lázaro; también justificable en su propio contexto, pero derivado en esa “dictadura perfecta” de un partido prácticamente único, definición que, en uno de esos cónclaves ecuménicos organizados alrededor de la revista Vuelta en los 90, le valió a Mario Vargas Llosa la furia del anfitrión Octavio Paz , y su consecuente salida inmediata del país.
Distante del PAN sin trigo y duro, sintético, mercanchifle, confesional, ultraderechista, yunkero, de nuestros días. Al panismo plagado de esos atildados gerentillos que confunden el Estado mexicano con la empresa privada, que llegaron al poder presidencial con una añagaza mercadológica conocida como Vicente Fox, ex gerente de la Coca cola..
Distante, alérgico, al panismo esperpéntico de los Germancitos, los Cesaritos, los Doring, ése lementable cuentachiles que en un acto partidista, y previo cálculo de su valor mercantil, propuso a sus correligionarios tomar en cuenta- y actuar en consecuencia-, el desperdicio de los terrenos de Ciudad Universitaria, mi escuela, la UNAM.
Como vemos, la misma mentalidad utilitaria, mezquina, rentista, de toda la clase política; la misma que CGL considera-ojo primo Chicho y familia-, la “generación del fracaso”, “genéticamente impedida” para la “grandeza de miras”. Empezando por Jelipillo y el Peje, ambos espurios a su manera. A pesar de su popularidad en las encuestas, Calderón es un presidente fallido, con serias dificultades para representarse a sí mismo. Obrador ni es de izquierda, ni mucho menos un demócrata. La vacuidad conceptual de su “discurso” no tiene vuelta de hoja.
Y aquí los dejo con el artículo de ayer martes del abominable panista Ciro Gómez Leyva:
“Tres cifras recientes resumen los tres años de gobierno de Felipe Calderón. La
primera, ofrecida por él mismo: en lo que va del sexenio, otros 6 millones de
mexicanos cayeron en pobreza alimentaria, “en una condición tal que la familia
no tiene siquiera los componentes necesarios para la alimentación de sus hijos”.
La Cepal redondeó la desolación: México carga hoy con 37 millones de pobres y 12
millones de indigentes.
La segunda es también cifra oficial. La PGR acaba de informar que 75 por ciento
de los 227 mil detenidos en la lucha contra el crimen organizado han sido
liberados.
La tercera es el cálculo del gobierno sobre el desplome de 7 por ciento de la
economía nacional en 2009, lo que significa, entre muchas cosas, que hoy hay
menos mexicanos con empleo de los que había el 1 de diciembre de 2006.
Pobreza-seguridad-empleo era el eje de la oferta de su gobierno. No se necesita
mayor ciencia política para diagnosticar el tamaño del fracaso. Olvidemos el
desánimo colectivo, la corrupción, las reformas fallidas, las crisis sanitarias,
la carnicería en la guerra contra el narco, las visas canadienses… Y
reconozcamos que la intemperie política es, indudablemente, menos conflictiva
que hace tres años. Aun así, el saldo es demoledor: México tiene más pobres, más
desempleados, más inseguridad.
Habría que remontarse al 1985 post-sismos de Miguel de la Madrid para hallar
algo parecido. ¿Qué le pasó a Felipe Calderón? ¿Al México de Felipe Calderón?
Las encuestas enseñan que, pese a todo, al menos uno de cada dos mexicanos sigue
confiando en que, como capitán, sacará al barco de la tormenta. Pero, ¿querrá él
librar la tormenta? ¿Cuánto Felipe Calderón queda?”
La mayoría de los mensajes recibidos al respecto, tienen un denominador común: son anónimos, insultantes, y con la concreta acusación al de la VOZ, de ser un “esbirro del espurio”, un “panista”, a imagen y semejanza de mi “ídolo”, Ciro Gómez Leyva.
Algunos de estos reclamos se han dado personalmente, y por parte de perredistas ilustrados, que a pesar de haber sido relegados por los caciquillos a quienes en su momento dieron todo su apoyo, se mantienen dentro de lo que ellos consideran una posición de “izquierda”: la encarnación del “pueblo bueno”, enfrentado al “pueblo malo”, a las “mafias de la derecha” , y todas las demás entelequias que el maniqueísmo cortesía del Peje les ha ofrecido en bandeja de plata para evitarles la molestia de pensar por sí mismos, de ejercer la facultad típicamente humana y el derecho ciudadano de la crítica y la autocrítica.
En los encendidos debates de café que he sostenido con quienes, si bien se deslindan de Leonel y Narciso, siguen considerando al Peje y sus mantras , aniquiladores de cualquier posibilidad de una “nueva forma de pensar”( como lo propuso en su decálogo dominical), su “rayito de esperanza”, mi respuesta ha sido en el sentido de hacer una lectura correcta de las expresiones periodísticas de los impugnados .Ahí está, les dije, la entrevista televisiva que Ciro le hizo a Calderón un día después de la lectura de su propio decálogo que a la postre resultó ser el mejor discurso y la peor patraña demagógica de una figura presidencial políticamente devastada..
El “panista” Ciro dejó hablar a Calderón, para luego hacerle la pregunta obligada: ¿ Y quiénes harían esos cambios propuestos en el decálogo? ¿Esa generación del fracaso, genéticamente impedida para la grandeza, a la que usted pertenece?.
Vaya panista tan atípico…
En su respuesta, Calderón quiso salirse por piernas apelando a una cita culta: Ortega y Gasset y su concepto de Generación: una armónica orquesta siguiendo la batuta del líder. Nada más inoportuno en medio del desconcierto político nacional, entre el fuego cruzado de los cárteles del crimen organizado dentro y fuera de la LEY.
En lo personal, si de alguno de los partidos políticos me siento distante, es del PAN.
NO al original, fundado por Gómez Marín, que en su momento cumplió con su papel histórico de ser un contrapeso al Estado corporativista fundado por Tata Lázaro; también justificable en su propio contexto, pero derivado en esa “dictadura perfecta” de un partido prácticamente único, definición que, en uno de esos cónclaves ecuménicos organizados alrededor de la revista Vuelta en los 90, le valió a Mario Vargas Llosa la furia del anfitrión Octavio Paz , y su consecuente salida inmediata del país.
Distante del PAN sin trigo y duro, sintético, mercanchifle, confesional, ultraderechista, yunkero, de nuestros días. Al panismo plagado de esos atildados gerentillos que confunden el Estado mexicano con la empresa privada, que llegaron al poder presidencial con una añagaza mercadológica conocida como Vicente Fox, ex gerente de la Coca cola..
Distante, alérgico, al panismo esperpéntico de los Germancitos, los Cesaritos, los Doring, ése lementable cuentachiles que en un acto partidista, y previo cálculo de su valor mercantil, propuso a sus correligionarios tomar en cuenta- y actuar en consecuencia-, el desperdicio de los terrenos de Ciudad Universitaria, mi escuela, la UNAM.
Como vemos, la misma mentalidad utilitaria, mezquina, rentista, de toda la clase política; la misma que CGL considera-ojo primo Chicho y familia-, la “generación del fracaso”, “genéticamente impedida” para la “grandeza de miras”. Empezando por Jelipillo y el Peje, ambos espurios a su manera. A pesar de su popularidad en las encuestas, Calderón es un presidente fallido, con serias dificultades para representarse a sí mismo. Obrador ni es de izquierda, ni mucho menos un demócrata. La vacuidad conceptual de su “discurso” no tiene vuelta de hoja.
Y aquí los dejo con el artículo de ayer martes del abominable panista Ciro Gómez Leyva:
“Tres cifras recientes resumen los tres años de gobierno de Felipe Calderón. La
primera, ofrecida por él mismo: en lo que va del sexenio, otros 6 millones de
mexicanos cayeron en pobreza alimentaria, “en una condición tal que la familia
no tiene siquiera los componentes necesarios para la alimentación de sus hijos”.
La Cepal redondeó la desolación: México carga hoy con 37 millones de pobres y 12
millones de indigentes.
La segunda es también cifra oficial. La PGR acaba de informar que 75 por ciento
de los 227 mil detenidos en la lucha contra el crimen organizado han sido
liberados.
La tercera es el cálculo del gobierno sobre el desplome de 7 por ciento de la
economía nacional en 2009, lo que significa, entre muchas cosas, que hoy hay
menos mexicanos con empleo de los que había el 1 de diciembre de 2006.
Pobreza-seguridad-empleo era el eje de la oferta de su gobierno. No se necesita
mayor ciencia política para diagnosticar el tamaño del fracaso. Olvidemos el
desánimo colectivo, la corrupción, las reformas fallidas, las crisis sanitarias,
la carnicería en la guerra contra el narco, las visas canadienses… Y
reconozcamos que la intemperie política es, indudablemente, menos conflictiva
que hace tres años. Aun así, el saldo es demoledor: México tiene más pobres, más
desempleados, más inseguridad.
Habría que remontarse al 1985 post-sismos de Miguel de la Madrid para hallar
algo parecido. ¿Qué le pasó a Felipe Calderón? ¿Al México de Felipe Calderón?
Las encuestas enseñan que, pese a todo, al menos uno de cada dos mexicanos sigue
confiando en que, como capitán, sacará al barco de la tormenta. Pero, ¿querrá él
librar la tormenta? ¿Cuánto Felipe Calderón queda?”
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