sábado, 4 de mayo de 2013

Aniversario del natalicio de Carlos Marx



Alejandro Álvarez


El cinco de mayo se celebra el 195 aniversario del nacimiento de Carlos (Karl) Marx. Hijo del abogado judío Herschel Mordechai (después Heinrich Marx) y de Henrietta Pressburg tía abuela de los prósperos empresarios en electrónica Phillips, fue siempre un estudiante modelo hasta obtener su doctorado en filosofía en Berlín. Existe un lapso de su vida no bien conocido en el que cambió radicalmente la personalidad del joven Marx. Se hizo hosco y malhumorado. Se aficionó a una vida bohemia y se afilió a sectas como los filadelfos y los masones, también se relacionó con grupos anarquistas. El clásico aspecto descuidado de Marx (despeinado y de barba enmarañada) era una especie de “símbolo” de esas agrupaciones un tanto extravagantes en permanentes estados conspirativos rebeldes. Su personalidad sombría se refleja en varias anécdotas, una de ellas es la referencia que hizo a “la partida de la vieja” cuando su madre murió.  Otra es aquella que se narra cuando después de la muerte de un hijo de Marx éste se encuentra con Federico Engels quien conociendo el drama por el que pasa la familia y sabiendo de sus premuras económicas le expresa lo profundamente conmocionado que se encuentra por la tragedia, a lo que Marx responde: “Sí, sí, todo eso está muy mal. Pero dejemos esas cosas y déjame leerte lo que escribí anoche”. Paradójicamente se dice que la muerte de su esposa Jenny von Westphalen en 1881 lo sumió en una profunda depresión que no superaría. (Una cosa, pequeña, debo aún decirte:/ gozoso acabo esta canción de adiós/ las últimas ondas de plata van a buscar/ el aliento de Jenny par encontrar su alma/. Así le escribió en su ‘Soneto final a Jenny’).

Su sólida formación intelectual le permitió a Marx analizar y hacer una crítica profunda al capitalismo, a los socialistas utópicos y a la filosofía hegeliana predominante en la época. En 1848 junto con Engels redactaron el Manifiesto del Partido Comunista, documento de otra de las sectas a las que perteneció, la Liga de los Comunistas. Su obra cumbre fue El Capital que, enmarcada en el campo de la economía política, fue el sustento teórico de las revoluciones anticapitalistas desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Las principales agrupaciones y tendencias revolucionarias de ese periodo se autoproclamaban “marxistas”. Ahí cupieron desde el Partido Socialdemócrata Ruso (facción bolchevique), los partidos trotskistas de la Cuarta Internacional, el maoísmo del Partido Comunista Chino, el castrismo del Partido Comunista Cubano y una enorme variedad de partidos en África y el sureste asiático.  Contrario a lo previsto por Marx, las revoluciones triunfantes en ese periodo referido no lo fueron en países capitalistas avanzados, donde las “contradicciones” y las “condiciones objetivas” para la revolución comunista estaban maduras, sino en países atrasados económicamente. Algunos de ellos predominantemente rurales, aún con vestigios feudalistas como en la vieja Rusia y China.
Particularmente la entonces Unión Soviética fue una amplia divulgadora internacional de la producción editorial marxista lo que permitió que fuera de fácil acceso a un amplio público. La filosofía del materialismo dialéctico, la teoría de la plusvalía en el capitalismo y aún los textos de tipo antropológico e histórico marxistas eran lectura obligada en los círculos de estudio, escuelas de cuadros y células de todos los partidos de izquierda hasta la década de los ochenta del siglo pasado. Con la caída del muro de Berlín y el desmoronamiento del “socialismo real” el marxismo cayó en desuso. Lamentablemente no sólo desapareció el estudio de esta forma de pensamiento sino que la izquierda quedó inerme teóricamente y se sumió en un letargo estupidizante como lo ilustra la autollamada “izquierda” mexicana carente totalmente de ideas en todos los órdenes, tan corrupta y oportunista como los partidos de “derecha” o “centro”. Todos este ramillete de membretes han tirado a la basura ideologías y principios para rumiar tranquilos sus dietas y espantarse las moscas con la cola.

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