Alejandro Álvarez
Pedirle a
un gobierno, del signo que sea, cambios radicales a seis meses de iniciar su
gestión es ilusorio. El aparato burocrático que administra una nación es un
mastodonte con su propia inercia y si el mastodonte se echa a dormir está más
difícil moverlo. El panismo en doce años al frente de la presidencia terminó
pareciéndose más al priísmo que al mundo de Disney que dibujó Fox en su campaña
presidencial. El gobierno de Calderón hizo del combate a la delincuencia
organizada la parte más espectacular y visible de su sexenio. Poco avanzó en su
“guerra”, y lo que es peor sus opositores terminaron adjudicándole la
responsabilidad de las decenas de miles de muertes habidas, aunque la mitad de
ellas fueran producto de enfrentamiento entre bandas.
El
presidente Peña ha disfrutado de una muy buena recepción no sólo de los medios
y la comentocracia de élite sino de sus propios adversarios partidistas (PAN-PRD)
que lo cobijaron con los fuegos artificiales del Pacto por México. Derivado de
este acuerdo vendría una cascada de reformas legislativas que le “cambiarían el
rostro” al país. En esta ruta Peña Nieto concedió la cabeza de la multiodiada
maestra Elba Esther para lograr el apoyo de sus aliados para la reforma
educativa. La nueva ley de educación ha sido aprobada pero sus resultados
prácticos habrá que esperarlos sentados, faltan las leyes secundarias, pero
sobre todo falta depurar un sindicato (en su versión oficial y en su versión
opositora) que hizo de la corrupción y la prebenda su sistema de trabajo
cotidiano. Una cosa similar sucederá con las reformas en materia de
telecomunicaciones donde los poderosos Slim, Salinas, Azcárraga están tan
tranquilos que parecen burlarse de las cosquillas antimonopólicas con las que
amenazan los pactistas. Habrá que repetir lo que se ha dicho hasta el
cansancio, no hay reformas reales sin la participación social. Todo lo demás
será fuego de artificio. ¿Dónde está la sociedad mexicana en todo este circo? Esa
es una de las facetas del gobierno peñista. Es el espejismo de los “acuerdos” y
del cambio rápido que sobrevendría con el simple acto mágico de los
levantadedos del Congreso.
La otra faceta
es más cruda y preocupante. El México real de los 4,249 muertos por violencia en los primeros tres meses
(diciembre de 2012-febrero 2013) del gobierno de Peña Nieto (cifras oficiales).
El de los autollamados grupos de autodefensa en decenas de municipios de
Oaxaca, Guerrero y Michoacán, que han escalado sus acciones de provocación
hasta la más reciente detención de aproximadamente 28 soldados en el municipio
de Buenavista Tomatlán, Michoacán, a manos de esas fuerzas ilegales. Ya antes se
reportaron múltiples actos similares de los cuales trascribo parte de una nota
periodística de hace una semana: “Después
de varias horas de negociaciones entre la gente de la Coordinadora Regional de
Autoridades Comunitarias (CRAC), la noche del viernes se acordó que ayer fueran
puestos en libertad los policías ministeriales y el secretario de Acuerdos de
un juzgado, quienes fueron detenidos el miércoles pasado. Sin embargo, la gente
de la CRAC afirmó que no se les regresarán sus armas hasta que la PGR les
devuelvan las armas que les quitaron cuando detuvieron en Acapulco a policías
comunitarios, aunque estas armas aseguradas a los comunitarios son dos pistolas
calibre 45, dos calibre 9 mm y una subametralladora UZI, las cuales son de uso
exclusivo del Ejército”. Que veinte vagos tomen la rectoría de la UNAM durante
días y exijan una “mesa de diálogo” o que un nieto del procurador le ponga una
madriza a su novia que a su vez es hija del director del titular del Centro de Investigación
y Seguridad Nacional, es juego de párvulos. Que las bandas de narcotraficantes
quemen instalaciones de productores por negarse a pagar derecho de piso o que
continúen los secuestros, pueden mandarse a los rincones de los periódicos ya
que la presidencia ha dicho que las notas violentas no son la prioridad de este
sexenio. Que en el PAN y el PRD se escenifiquen trifulcas y rebeliones contra
sus dirigencias por entregarse al PRI, son cosas que “tienen arreglo”. ¿Con
cuál versión del gobierno peñista se queda usted?
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