Alejandro Álvarez
El pasado domingo me senté a ver la final del futbol
nacional esperando ver perder al club América. No es necesario aclarar que
estoy muy lejos de ser fan de ese equipo. Me tuve que tragar varios sapos a
partir de ese evento.
Me sorprendió la mentalidad triunfadora del América,
la actitud de competencia hasta el último segundo. Ese espíritu de lucha sólo
lo había visto antes en los Pumas de la UNAM -aclaro que tampoco soy fan Puma-.
Me llamó la atención el juego rápido de primera intención, muy preciso y hacia delante
de los americanistas. Nada que ver con el juego ratonero dormilón de sobar la
pelotita y abusar del clásico pasecito corto para atrás hasta llegar al portero.
Nunca se notó que tenían un jugador menos en la cancha, al contrario parecía
que los disminuidos eran los cruzazulinos.
Difícil fue encontrar al mejor jugador águila pero
Chucho Benítez –que parece un tractor en el área- aunque no anotó distrajo todo
el tiempo a la defensa que tenía que dedicar dos o tres azules para
controlarlo. Del portero águila ni qué decir de su determinación y habilidad -aunque
a los delanteros azules les faltó puntería-. Hasta el Maza, que para mí ya es
cartucho quemado, tuvo que ponerse a la altura en la defensa. El Piojo Herrera que
como jugador fue violento, grosero, agresivo e indisciplinado como entrenador fue
otra revelación (para mí). Desde los primeros juegos de la liguilla tuvo
un futbol ofensivo, nada de especular con el marcador. Si durante todo el
partido el América hubiera estado con sus once jugadores habrían goleado al
Cruz Azul, no queda la menor duda. Memo
Vázquez, el entrenador del Cruz Azul, por el contrario con dos goles globales
de ventaja tempranera se tiró a la clásica hamaca conformista a comerse el
tiempo haciendo gala de una soberbia que no le conocía. Al final de los noventa
minutos y antes de iniciar los tiempos extra la imagen de Vázquez era de la
derrota andando. De los jugadores Pablo Barrera fue la gran decepción, todo lo
contrario del Chaco Jiménez que aún lesionado luchó palmo a palmo. Me temo que
esta buena final del fut nacional carcomido por unos cuantos dueños de clubes y
por la mediocridad del sistema de competencia, haya sido sólo un rayo en cielo
sereno. Que volveremos al negocio mercantilista exacerbado, a la falta de
respeto y consideración del futbolista y a un sistema de juego especulador en
el que lo que menos importa es el espectáculo y el aficionado. Pero por ahí queda una vaga esperanza de que esa
mentalidad y estrategia americanista pueda contagiar a otros clubes.
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