Alejandro
Alvarez
Diez
días después de denunciado públicamente el hecho de que la red de agua potable
en un sector del centro de la ciudad de La Paz se encontraba contaminada por
aguas residuales el problema continúa. La promesa de dar a conocer el análisis
químico de las muestras de agua tomadas y la delimitación precisa del área
afectada quedó en una tomadura de pelo. Será para no alarmar a los habitantes sobre
la gravedad del asunto pero existe un derecho a la información que no se está
cumpliendo.
El director
del organismo operador del sistema en el municipio (OOMSAPAS) sigue
haciendo declaraciones que francamente no tienen desperdicio. En su última
aparición ante los medios pidió a las familias que viven cerca de esa zona,
“que tengan cuidado con el agua que beben y que suspendan su uso o consumo, si
detectan mal olor o turbiedad”. Genial, qué harían los ciudadanos sin un
funcionario con tal capacitación. No veo a un conciudadano tomándose un vaso de
agua hedionda y de color sospechoso. Además dentro de las medidas de emergencia
señaló que se procedió a “incrementar la dosificación de cloro en la red de
distribución”. Si, como ha afirmado el funcionario, el problema se concentra en
un sector del centro de la ciudad resulta incomprensible que se incremente la
dosificación de cloro en toda la red de la ciudad. A menos que esté mintiendo y
el problema se haya detectado en una zona mucho más amplia. Además, el
mecanismo mediante el cual ocurre la contaminación hace inútil dicha sobredosis
de cloración. Tanto la red de drenaje como la de agua potable tienen fugas
enormes, al grado de que cuando no hay agua en la red de agua potable (dos o
tres días a la semana) el agua residual que satura el subsuelo penetra en la
tubería del agua potable y la llena. Así cuando se abren nuevamente las
válvulas, el agua potable recién ingresada empuja al agua residual almacenada en
la red de agua potable y se mezcla con
ella. El cloro tiene la función de eliminar los microorganismos –principalmente
bacterias– pero no hace desaparecer otros compuestos orgánicos y materia sólida
que acompañan a las bacterias en las aguas residuales. Razón por la cual las
aguas negras tratadas no se usan para fines domésticos. Abría que añadir que un
exceso de cloro en las aguas podría conducir a problemas de salud en la
población.
Para rematar el funcionario pidió a los
paceños “que reporten si de sus llaves sale agua con mal olor o turbia”. Cosa
que desde luego ya han hecho cientos de familias, pero que no puede sustituir a
un programa del organismo operador mediante el cual se realice un monitoreo
sistemático de la calidad del agua en toda la ciudad. Esa es la forma técnica y
funcional más segura para dimensionar la magnitud y gravedad de la situación.
Pero, nuevamente, al ingeniero Ruiz Padilla director del OOMSAPAS parece que lo
que más le importa es irse de vacaciones. O simplemente se quedó pasmado.
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