Alejandro Alvarez
Kolya
(1996), largometraje checo de Zdenek Sverk que obtuvo en su tiempo distintos
premios, es considerado uno de los mejores filmes europeos de esa década.
La historia
se desarrolla en Checoslovaquia durante la ocupación rusa en la agonía del “socialismo
real”. Frantisek, un destacado músico checo, acosado por la dictadura de su
gobierno, además apuntalada por el ejército invasor, es corrido de la orquesta
donde trabajaba acusado de “sospechoso político”. Esto lo lleva a vivir tocando
su instrumento, el violoncelo, en funerales y dando algunas clases. La crisis
económica lo ahoga y acepta casarse con una música rusa a cambio de lo cual
recibirá una cantidad de dinero. La rusa, también sofocada por el clima
político de su país, toma su paso por Checoslovaquia y la boda arreglada como
estratagema para escapar a Alemania Occidental
dejando a su hijo Kolya, de cinco años de edad, bajo el cuidado de su abuela.
Al poco tiempo la abuela muere y envían a Kolya con Frantisek, quien formal y legalmente ya era su padre. Éste busca
en principio dejar a Kolya al cuidado de una institución estatal y así empieza
la relación entre ellos.
En la
investigación de la huida de la mujer rusa la policía checa amenaza a Frantisek
con acusarlo de complicidad y encarcelarlo si no declara las condiciones en que
se dio su matrimonio con ella. Para entonces el acercamiento entre Frantisek y
Kolya ha llevado a un gran cariño entre el músico y el pequeño hijastro. Ante
el peligro de que los separen escapan hacia un alejado rincón de la provincia checa
donde un amigo del músico le da protección y ofrece trabajo en la banda musical
del pueblo. En esas andaban cuando derriban a la dictadura comunista y expulsan
a los rusos. Entonces Frantisek puede regresar a Praga donde finalmente
devuelve a Kolya con su madre.
La historia
tiene escenas conmovedoras. En un momento Kolya se extravía en el metro de
Praga. El músico y el pequeño, cada uno por su parte, pasan momentos de
angustia tratando de reencontrarse. En otra ocasión, ya entrada la noche, Kolya
no concilia el sueño y Frantisek recuerda a una amiga prostituta que ha
aprendido ruso por sus necesidades laborales –la ocupación del ejército, su clientela–
y la llama por teléfono para que le cuente a Kolya un cuento infantil en ruso,
la lengua del niño. Así, con el teléfono en el oído queda Kolya sumido en un
profundo sueño. Una escena impactante por su vigencia, es aquella donde miles
de checos festejan ruidosamente en la plaza de Praga la caída del gobierno.
Frantisek, con Kolya encaramado en sus hombros, alcanza a identificar y
reconocer entre los entusiastas manifestantes a los mismos policías que lo
habían amenazado tiempo atrás con motivo del caso de Kolya y su matrimonio con
la rusa. La policía de la dictadura checa ya se transmutaba para continuar en
la burocracia política gobernante siguiente.
El viejo aparato y los políticos de “viejo régimen” se sacuden el polvo,
se maquillan un poco y salen a la calle a festejar la “transición
democrática”. ¿En dónde se ha visto eso
antes?
Se puede
encontrar este largometraje en las tiendas de alquiler y venta de películas de
la localidad. Véala.
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