Alejandro Alvarez
Hace pocas semanas resonaron cuetes y chinampinas por la captura del
buscado narco Z-40 producto, dicen, de una minuciosa labor de inteligencia de
los cuerpos de seguridad nacionales. Gobiernos de varios países reconocieron
este destacado desempeño del gobierno mexicano. Y cuando la fiesta se encontraba
en su apogeo retumbaron los medios ante el ataque sorpresivo de “grupos civiles
armados” contra fuerzas de la policía
federal en Michoacán acompañados de bloqueos de carreteras. El ataque se dio mediante emboscadas
concertadas y bien planeadas en por lo menos seis localidades del sur de ese
estado durante tres días con un saldo de al menos seis federales ultimados y
varios heridos . Los primeros boletines hablaban de muertos y heridos en el
bando de los atacantes pero nunca se presentaron testimonios de ello, no hubo
una sola captura de los maleantes ilesos, muertos o heridos.
Los intentos del presidente Peña Nieto por
deslindarse de la “guerra contra el narco” emprendida por Felipe Calderón, su
antecesor, cedieron ante el control que la delincuencia ejercía en vastos
territorios michoacanos y hace apenas pocos meses se volvieron a mandar
numerosos contingentes del ejército, la armada y la policía federal a esa
entidad. Lo increíble es que con esos numerosos recursos humanos y materiales
del gobierno federal volcados en Michoacán se sufra una derrota militar de esa
tamaño y se salga a decir que fue un “acto desesperado” de los delincuentes.
Vaya manera de minimizar los hechos. Qué bueno que fue un “acto desesperado”
porque si no ahora estaríamos presenciando la formación de la República
Narcotráfica de Michoacán.
Contra su costumbre, y seguramente contra su
voluntad, el presidente ha reunido al gabinete de seguridad para calmar a la
población asegurando que la zona en conflicto “será recuperada”, lo que es un
reconocimiento implícito de que parte del territorio michoacano está fuera de
control. Eso sin mencionar la imposición de las autodenominadas “policías
comunitarias” que han establecido sus reglas en varios municipios de Michoacán,
Guerrero y Oaxaca y no es descartable la acción concertada de miembros de estas
fuerzas irregulares con grupos del crimen organizado dadas las consignas dejadas
en forma de pintas reivindicando la lucha por la “liberación” de municipios.
A la festinada inteligencia de las fuerzas de
seguridad le pasó de noche la advertencia de que los grupos delincuenciales
preparaban un ataque cuando dos días antes de las emboscadas hubo una agresión
contra pobladores del municipio de Los Reyes con un saldo de cinco pobladores muertos
por arma de fuego.
¿Y los partidos políticos? Bien gracias. A lo
mejor no se han enterado de la emergencia nacional tan ocupados como están en
tapar los hoyos de la nave del Pacto por México que naufraga en aguas de
tormenta, ocupadísimos en diseñar la reforma política que les garantice que su
circo electoral no se caiga y haciendo cirugía mayor para evitar mayores
escisiones de sus abundantes grupúsculos
internos.
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