lunes, 8 de julio de 2013

DELINCUENTES DE AYER Y DE HOY


Alejandro Alvarez

Para que no empiecen con especulaciones de que ya estoy como los viejitos con aquello de que “todo tiempo pasado fue mejor”, debo confesar de antemano que efectivamente así pienso. Pero también les recuerdo aquel dicho que reza “viejos los cerros y todavía echan palos”. Siéntense a meditarlo bien (albur aparte). Volviendo al tema. Difícil es encontrar referencias comparativas que nos hagan calificar “objetivamente” –dirían los científicos– la evolución del grado de malandrinez entre tiempos distantes, digamos durante las últimas cinco o seis décadas.  Lo peor que podríamos hacer sería confiarnos de las cifras oficiales o de los opositores políticos. Para unos siempre vamos pa’ delante y para los otros siempre vamos pa’ trás.
El tema de la delincuencia ha preocupado siempre pero no se qué tan comparables sean los más terribles asesinos de cada época. Gregorio “Goyo” Cárdenas,  también conocido como “El estrangulador de Tacuba” conmovió al país por cometer cuatro crímenes en quince días del año 1942; tres de ellos contra prostitutas y el último contra Graciela Arias, quien fuera su condiscípula  en la Facultad de Química. Se cree que asesinó a esta última porque se negó a ser su novia y, ya encabronado (o sea muy enojado), la mató en su coche para llevarla después a su domicilio –el de Goyo–, y enterrarla junto con las otras tres víctimas y unos animalitos que pudieron ser sus mascotas. No se supo si don Goyo cometía necrofilia o zoofilia, pero se cree que hacía experimentos con los cuerpos exánimes ya que en su jardín también se encontraron cadáveres de conejos y gansos. Al respecto se sabe que Goyito de niño padeció encefalitis lo que le causó aparentemente un daño neurológico irreversible. A raíz de su enfermedad, Goyo padeció de eneuresis y empezó a dar muestras de crueldad hacia los animales, se ensañaba torturando pollos y conejos. Al parecer a los perros les tenía respetillo ya que de estos animalitos no había rastros en su jardín-panteón. Curioso el Goyo. Ya para rematar esta historia no podemos dejar de mencionar el hecho de que liberado  Goyo al cumplir su condena fue ovacionado en la Cámara de Diputados por ser considerado un claro ejemplo de readaptación social. Lo que habla con precisión de que al menos la inteligencia y seriedad de  los diputados no ha cambiado desde entonces.  De tiempos del Goyo es Higinio Sobera de la Flor, conocido como el “Pelón” Sobera –así le apodaban, no jueguen con esto que es serio– quien desde pequeño mostró trastornos de la personalidad muy marcados. Sin motivo, hacía extraños ademanes con las manos (algo así como las Roque señales de los priístas) y ruidos anormales con la garganta (como porristas del América). El Pelón Sobera empezó su corta pero famosa carrera delincuencial en marzo de 1952 durante un incidente  de tránsito que resolvió metiéndole cinco plomazos a la persona con la que discutía. Huyó, se refugió en un hotel de Paseo de la Reforma y a las pocas horas de su primer crimen, cometió otro, el de Hortensia López,  mujer a la que no conocía pero que en la calle le echó el ojo, la metió a un taxi y ahí mero se la ejecutó (o sea que la mató). Tremendamente zafado el Pelón Sobera quien con sus dos crímenes también causó revuelo como asesino serial. La conducta del taxista, quien miró tranquilo todo el proceder del Pelón, muestra que tampoco este gremio ha cambiado mucho, igual que los diputados.
Ya más de nuestros tiempos está Edgar Jiménez, alias El Ponchis también conocido como “El niño sicario” granuja que al ser atrapado a finales del año 2010 tenía catorce años. Integrante del Cártel del Pacífico Sur, su identidad era desconocida pero por fotografías que él mismo subió a Internet, se supo que estaba relacionado con más de 300 muertes violentas registradas en el estado de Morelos, donde tenía la tarea de decapitar y mutilar los cuerpos de sus víctimas. Las hermanas de El Ponchis, según testimonios, tenían como encargo el traslado de personas “levantadas” así como de cuerpos mutilados, antes de ser arrojados a la vía pública o en las carreteras de esa entidad. Será lo que sea pero puestas así las cosas tanto Goyo Cárdenas como el Pelón Sobera eran un par de damas de la caridad ante El Ponchis y sus hermanitas. Entonces qué ¿estamos mejor o peor que antes?


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