La cita era por la tarde/noche en el Cecut. Tenía que hacer el "sacrificio"de cubrir para el diario La Crónica una "conferencia magistral" de Federico Campbell.
"Ahora vengo a hablar de mi tema favorito: yo.", inició ,de pie en el proscenio, el "brother" mayor en mangas de camisa a rayas rojas y azules verticales y con unos coquetos tirantes sosteniendo los pantalones caqui un tanto apachucados.
"Bien cool el bato",diría el Choraloca.
Muy cómodo en lo suyo y con los suyos, que lo seguíamos embelesados en su disertación sobre el oficio periodístico y la literatura.
Los verdaderos reporteros no utilizaban ni utilizan grabadora,enfatizaba.
Sabían escuchar con una memoria selectiva. Ahí estaban ejemplos como García Márquez y Julio Scherer. Palabras mayores.
Al terminar la charla magistral, abordé al autor de Todo sobre las focas para solicitarle una entrevista.
Nos aislamos del público y del vino de honor, y ya solitos(¡Ay dios!) no tuve más remedio que mostrarle la grabadora.
Ni modo, quién fuera de los buenos. Además- justifiqué ante un Campbell sonriente,indulgente, divertido, feliz de estar en casa-, era exigencia de la dirección del diario por aquello de los reclamos.
Fue un largo y ameno diálogo en que el entrevistado asumía por momentos el papel de entrevistador, poniendo contra las cuerdas y con las piernas flojas al supuesto reportero.
Debía regresar a la redacción del diario para meter la "nota" esa misma noche. Los editores habían aplazado la hora del cierre. ME estaban esperando.
Cuando me dispuse a cumplir con mi deber contrarreloj y aplasté el play de la grabadora...Nada, estaba muerta. Descargada.
El brujo Campbell me había jugado una broma. Quería darme una lección de periodismo. Y no tuve mas que seguir el ejemplo de los grandes maestros, de los "verdaderos reporteros", exaltados por Federico en su talk show cecutiano.
Y la memoria fluyó naturalita, a buen ritmo sobre el teclado.
"Así, suavecito, como si fuera piano",diría don MartIn Luis Guzmán.
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