Alejandro Álvarez
Para los que no lo sepan México estuvo representado en los pasados Juegos
Olímpicos de Invierno en la ciudad de Sochi, Rusia. La delegación estuvo
integrada por un solo individuo el señor Hubertus von Honenlohe, alias el
Príncipe, que compitió en la modalidad de slalom. Su apodo no es una vacilada
porque deriva de que es descendiente de un lejano principado europeo. Su padre, el príncipe Alfonso von Hohenlohe-Langenburg, fue
descendiente de Württemberg, un antiguo reino de la actual Alemania. Que un miembro de la realeza represente a una república no debe ser motivo
de escándalo, es bueno recordar aquí que
transitamos por una intensa y fructífera
globalización. Huberto –llamémosle así, con familiaridad, a nuestro “paisano”-
como credencial del país que representaba presentó un abdomen que denotaba una
indudable afición y gusto por el tamal, el atole, la memela, los sopes y los
tacos de cabeza (no empiecen con sus majaderías). En la foto de abajo pueden admirar
la famosa arquitectura de una cintura de boiler “Made in México”. Y como sello
de confirmación nacional su casaca deportiva fue un modelo holliwoodense de
traje de charro que recuerda a aquellos personajes que aparecían en la serie de
El Zorro de los sesentas del siglo pasado. Sólo le faltó el sombrerito de ala
ancha.
Al iniciar los juegos Huberto declaró que eran dos sus objetivos en la
contienda, uno, ser el deportista de mayor edad en toda la historia de los
juegos invernales y, dos, estar entre los primeros 40 de su modalidad. El
primero casi lo logra porque a sus 55 años no había nadie que se le aproximara ni
de lejos, pero se enteró después que el sueco Carl
August Kronlund, quien practicaba el curling y obtuvo la medalla de plata en
los Juegos de 1924, en Chamonix, lo superaba como el deportista más viejo que
participó en los Juegos Olímpicos de Invierno, al haberlo hecho hasta los 58
años de edad. El segundo objetivo también se le escapó al caer aparatosamente a
menos de un minuto de haber iniciado su recorrido. Al final declaró: “Fue una
pena que me caí. La pista fue complicada, el trazado con la combinación de la
pista y la nieve, impidieron a los competidores tener un buen descenso”. Hágame
el favor, con que la nieve es un problema en los juegos de invierno. Parece que
no estaba enterado que la competencia era sobre nieve y que el trazo es con
muchas curvas. Lástima, los jueces lo descalificaron.
Pero no nos achicopalemos Lo importante es que el lábaro patrio
ondeó en Rusia. Pese a todo se llevó un rutilante e inobjetable triunfo: fue
designado el deportista más "carismático" de la prestigiada
olimpiada, eufemismo para calificar al más grotesco y ridículo. Pa'
vergüenzas no gana uno, de veras.
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