martes, 9 de diciembre de 2008

JOHN LENNON: Y DE INGLATERRA, UN CABALLERO DE PÁRPADOS NARCÓTICOS...A 28 años de su asesinato.

John Lennon(Liverpool, 1940-New York, 1980)


El 8 de diciembre de 1980 una trágica noticia sacudiò a las buenas y malas conciencias del planeta Tierra: John Winston Lennon, el Beatle Mayor, el pacifista, el socialista intuitivo, el supersastro más famoso que Jesucristo, había sido asesinado a balazos en Nueva York, por un demente que vivìa obsesionado con la leyenda del lord arrepentido.

“Lo matè- dijo el joven Chapman-porque no me dejaba ser yo mismo”.

El asesinato, en su versión de acto amoroso, escenificado frente al portòn del edificio Dakota, cerraba brutalmente la era utópica de la Generación de las Flores: el sueño había terminado.

Todos aquellos que aprendieron a decir “No”- como John a la reina, al devolverle la medalla de lord- a los cantos de las sirenas del poder, a la cosificación de la sociedad de consumo, exaltando los valores de la imaginación poética como instrumento de rebelión y subversión, se lanzaron a las calles del mundo para reconocerse en la tragedia.

Unas horas después del asesinato del ex beatle, Central Park fue el escenario de una multitudinaria demostración de duelo, y una improvisada cadena radiofónica difundió alrededor del mundo sus canciones:”Cristo, tú sabes que no ha sido fácil/ A como iban las cosas /me iban a crucificar..”


En una de sus últimas entrevistas-publicada en la revista Play Boy en agosto de 1980- Lennon- el genio heredero de Lord Byron, declaró su amor a la ciudad que fue su tumba:”Vivo en Nueva York- dijo- como hubiera vivido en la Roma imperial. Esto es el centro del universo.”

Desde esas cúspides contemplaba su pasado, ese pasado tan reciente y a la vez tan lejano- que también nos pertenece a todos los que abrimos los ojos a nuestra época con las primeras detonaciones poéticas y musicales de Revolver y El Sargento Pimienta-, como una fallida puesta en escena en las que el hombre verdadero había sido devorado por la mitología beatle.

Lennon se mostraba como un hombre ferozmente golpeado por la fama y resentido con los que fueron sus compañeros de viaje en la historia y la leyenda. Negar a John, el beatle, y recuperar a John el hombre, el individuo, el huérfano hijo de Julia(la madre muerta al ser atropellada por un tranvía); el padre de Sean(Julian, el primogénito, era una especie de bastardo que según confesiones propias jamás recibió un beso de su padre); y, sobre todo, el esposo de Yoko, fue su lucha postrera.

Una épica batalla contra sí mismo y contra el mundo.


En una de sus más desgarradas escaladas líricas, God, Lennon lanza un grito estremecedor: “I don/t believe in Zimmerman(Bob Dylan)/I don/t believe in Elvis/ I don/t believe in.... Beatles/ Just believe in me/ Yoko and me/ I was the walrus/ And now I am John/ Dream is over…”

(¿Requieren acaso traducción estos versos clásicos?)

Por ello, refugiado en su reconquistado espacio familiar, después de varias dolorosas rupturas provocadas por el alcohol y suicidas descolgadas psicodélicas, representando una extraña versión de animal doméstico hacedor de pasteles y pilmama
de su hijo menor, le dijo al reportero de Play Boy que sus “compañeritos de viaje se habían convertido en simples gesticuladores que nunca dieron con su verdadero nombre”.

De acuerdo con esta versión periodística, Ringo- el único ex beatle que viajò a Nueva York para asisitir a la ceremonia de cremación-fue para Lennon la excepción. A George le reclamó el no haberlo reconocido como su maestro en su libro autobiográfico, a pesar de que “era un perrito pegado a mi sombra que quería aprender a tocar la guitarra”.

De Paul dijo:”Lo corrí porque venía a importunarme con Linda y una guitarra bajo el brazo, cuando yo me ocupaba de preparar pasteles, atender a Sean y limpiar la casa”.

Todo lo que oliera a beatlemanìa debía ser sepultado:”En mi casa- reveló ante la puñalera mirada de la horrorosa Yoko-no tengo un solo disco de los Beatles, para que mi hijo no se entere de que eso existió algún dìa. ¡¡Què cursilerìa, Dios mìo!!”


De una de sus rolas más polémicas, Lucy in the Sky with Diamonds, dijo que era un juego de palabras que empezó cuando su hijo Julian le mostrò un paisaje que estaba pintando para presentarlo en la escuela. “¿Cuàl poesìa? Era sòlo un juego de palabras arrojadas al azar; después sacaron esa basura de que era una alegoría del LSD”.


Un juego de palabras, como el sueño de aquellos fabulosos escarabajos, como la vida misma y la poesía en actos de una generación que creyó haber creído en el principio cristiano de amar al prójimo como a uno mismo(“Amaos los unos sobre los otros”); como la prodigiosa aventura vital de su existencia: John, el Beatle, la figura fragmentada del hombre moderno vislumbrada en el Fausto de Goethe. El guerrero poundiano que sucumbe ante su propio fulgor clásico y cuya quintaesenciada imagen encontramos en uno de los largos y sinuosos caminos versiculares de los Cantos de Ezra Pound:”Y de Inglaterra, un caballero de párpados narcóticos”.


LECTURAS ASESINAS

Hace 28 años, John Lennon fue asesinado frente al edificio neoyorquino Dakota. Champan, el asesino, el fanático obsedido por la imagen del ex Beatle, era la encarnación del anónimo personaje de uno de los temas ya clásicos de Rubber Soul, considerado uno de los mejores álbumes del cuarteto de Liverpool junto con el Sargento Pimienta y Revolver .

“He is a real nowhere man, sitting in his nowhere land, making all his nowhere plans, for no body…”

Chapman había viajado desde Hawai hasta la costa Este estadunidense, decidido a sacrificar a quien le había robado el alma, en el merito corazón de la Roma contemporánea, la capital del Imperio y del Mundo, sede, suma, cifra Ecuménica de la civilización occidental, como concebía el autor de GOD( Yo no creo en Beatles…Dream is over!), a Nueva York.

El magnicida asechó a su Némesis desde temprano. Poco antes del mediodía de aquel 8 de diciembre de 1980, salió el ama de casa de los Lennon con el pequeño Sean de la mano. Iban al paseo cotidiano por Central Park. Chapman abordó a la muchacha, intercambió algunas palabras con ella, y se despidió con una suave caricia sobre la cabeza del hijo menor de una de las parejas más polémicas de la historia contemporánea..

Luego siguió matando el tiempo sumergido en un libro. Al filo de las cuatro de la tarde, vió salir al ídolo abrazado, como siempre, a su musa oriental.
Chapman se le acercó y le pidió un autógrafo que le fue concedido sobre la portada del álbum más reciente de John: Double Fantasy.
El del retorno artístico, el del Starting over del amoroso padre de familia, figura doméstica en la que se había refugiado por cinco años el autor de Yer Blues atormentado por su propia fama.. .
John y Yoko, Yoko y John, treparon a la “limo” y se alejaron del grupo de fanáticos rumbo al estudio de grabación. Los admirador@s de Lennon se dispersaron satisfechos con su respectivo autógrafo de uno de los más deslumbrantes íconos contraculturales del sanguinario y psicodélico siglo XX.

Todos se fueron, menos uno, el tipo rechonchito, de 25 años, que tres años atrás, había intentando suicidarse, y que siguió merodeando por los alrededores con el libro en la mano. Esperaría la caída del sol y el retorno de la pareja que en los setentas escandalizó al mundo con una singular protesta antibelicista: posando desnudos durante varios días sobre el lecho en una habitación de un hotel parisino. Hair and Peace, era su grito de campaña..

A las 10 50 pm, la limosina de los Lennon reapareció aproximándose a la esquina de West 72nd Street and Central Park West, de Manhattan. La pareja descendió del vehículo y se encaminó hacia la entrada del Dakota. Fue entonces que el jovencito de lentes, nativo de Texas y residente en Hawai, Mark David Champan, irrumpió en escena con un movimiento de “tipo militar”- dicen las crónicas-al grito de “¡Hey, Mr. Lennon!!.”

Cuando John se dio la media vuelta para ver quién le hablaba, el monstruo engendrado por el fulgor del ídolo(“¿Quién en este mundo crees que eres, ¿un superestrella? “, se recrimina en Instant Karma), acciono la .38 que había adquirido en un tianguis bélico hawaiano, y disparó cinco tiros.
Cuatro penetraron en el pecho de John. Uno de ellos le destrozó la aorta.

Mientras Lennon se desmoronaba ante el azoro de Yoko, Champan se sentó tranquilamente al borde de la acera a continuar leyendo su libro de cabecera, que a partir de su publicación en 1951, inicios de la segunda posguerra y de la “guerra fría”, había sido también el de otros muchos gringuitos adolescentes que compartían el “angst.”, la angustia existencial, el freudiano “malestar en la cultura”, del personaje principal , Holden Caulfield.
El libro era nada menos que The Catcher in the Rye, del escritor neoyorquino J. D. Salinger. Uno de los grandes anatemas editoriales de las “buenas conciencias gringas” del siglo pasado..

A las 11 15 de la noche, el ex beatle había sido declarado muerto. Empezó el duelo universal, y las especulaciones sobre su muerte se desataron. EN alusión al activismo pacifista de Lennon y sus fricciones con el gobierno-de Nixon a Reagan- que intentó deportarlo, no faltó quien sostuviera que la piratez de Chapman era la clase de alienación, de miseria humana, que la CIA sabe reciclar muy bien para utilizarla como arma de exterminio cuando la razón de Estado, los intereses imperiales, las necesidades hegemónicas, así lo determinen.


CASA DE CITAS:”Soy un socialista intuitivo”. John Lennon.

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