Invitado al VI Encuentro Iberoamericano de Escritores, de Ciudad Obregón, hace unas semanas tuve que trasladarme a Los Cabos para tomar el vuelo tempranero de Aero Calafia a la antigua Cajeme. Pernocté en casa de unos generosos amigos, que al día siguiente insistieron en darme un aventón al aeropuerto.
A la altura de Santa Anita, la esposa de mi amigo me preguntó en qué línea aérea viajaría. ¡!Pero esa sale del otro aeropuerto!!, exclamó buscando el próximo retorno. ¿Cuál otro aeropuerto si en la agencia de AC en LP me dijeron que abordaría en el Aeropuerto de Los Cabos, el que todo mundo conoce? Pues el “chiquito”, el de Cabo San Lucas. Al que desde luego ya no llegamos a tiempo para alcanzar el vuelo. En vez de pedir una disculpa por la desinformación al cliente por parte de AC, nos apuraron con el pago de la diferencia por el cambio de fecha del vuelo al día siguiente. Fue en Obregón, al checar el regreso en el mostrador de AC, que una guapa empleada salió al quite por el decoro de esa empresa. Tenemos muchas quejas por ese detalle, que nuestras empleadas no especifican de qué aeropuerto despegamos, dice. Pensé en un primer momento, en un arranque civil, en hacer valer el estado de Derecho y recurrir a la Profeco. Pero desistí cuando supe por medio de un reporte del ameritado penalista, Arturo Rubio Ruiz, que también de este negocio de aerotaxis eran socios los Cota Montaño y Agúndez.
En octubre me había tocado atestiguar otro incidente entre una línea aérea de reciente creación, de “bajo costo”, y su clientela. Fue al ir a despedir a los escritores Marco Antonio Jiménez y su esposa Susana, que tenían boleto comprado y confirmado en Air Bus, para viajar de LP a Monterrey, en el vuelo de las 16 45 , un lunes. Llegamos una hora y media antes de la partida, y nos encontramos con la sorpresa de que el vuelo ya estaba cerrado. ¡Pero cómoooo! gritamos a coro con los otros frustrados viajeros que se fueron acumulando hasta llegar a 10. Sí, DIEZ PERSONAS que, desesperadas y lideradas por la irreductible Susana, amenazaron con irrumpir por la fuerza, lo que provocó la intervención de la seguridad del aeropuerto. Todo luego de exigir la presencia de los directivos de Air Bus, y conseguir que les enviaran a un mozalbete, ”líder de ventas”, con un mensaje contundente: no pierdan su tiempo, como ya perdieron su boleto…no hay reembolso. O lo que es lo mismo: SALVESE QUIEN PUEDA..
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A la altura de Santa Anita, la esposa de mi amigo me preguntó en qué línea aérea viajaría. ¡!Pero esa sale del otro aeropuerto!!, exclamó buscando el próximo retorno. ¿Cuál otro aeropuerto si en la agencia de AC en LP me dijeron que abordaría en el Aeropuerto de Los Cabos, el que todo mundo conoce? Pues el “chiquito”, el de Cabo San Lucas. Al que desde luego ya no llegamos a tiempo para alcanzar el vuelo. En vez de pedir una disculpa por la desinformación al cliente por parte de AC, nos apuraron con el pago de la diferencia por el cambio de fecha del vuelo al día siguiente. Fue en Obregón, al checar el regreso en el mostrador de AC, que una guapa empleada salió al quite por el decoro de esa empresa. Tenemos muchas quejas por ese detalle, que nuestras empleadas no especifican de qué aeropuerto despegamos, dice. Pensé en un primer momento, en un arranque civil, en hacer valer el estado de Derecho y recurrir a la Profeco. Pero desistí cuando supe por medio de un reporte del ameritado penalista, Arturo Rubio Ruiz, que también de este negocio de aerotaxis eran socios los Cota Montaño y Agúndez.
En octubre me había tocado atestiguar otro incidente entre una línea aérea de reciente creación, de “bajo costo”, y su clientela. Fue al ir a despedir a los escritores Marco Antonio Jiménez y su esposa Susana, que tenían boleto comprado y confirmado en Air Bus, para viajar de LP a Monterrey, en el vuelo de las 16 45 , un lunes. Llegamos una hora y media antes de la partida, y nos encontramos con la sorpresa de que el vuelo ya estaba cerrado. ¡Pero cómoooo! gritamos a coro con los otros frustrados viajeros que se fueron acumulando hasta llegar a 10. Sí, DIEZ PERSONAS que, desesperadas y lideradas por la irreductible Susana, amenazaron con irrumpir por la fuerza, lo que provocó la intervención de la seguridad del aeropuerto. Todo luego de exigir la presencia de los directivos de Air Bus, y conseguir que les enviaran a un mozalbete, ”líder de ventas”, con un mensaje contundente: no pierdan su tiempo, como ya perdieron su boleto…no hay reembolso. O lo que es lo mismo: SALVESE QUIEN PUEDA..
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