lunes, 25 de julio de 2011

Subdesarrollo turístico



REFORMA

Julia Carabias
23 Jul. 11

El Golfo de California es famoso en el mundo por su inigualable belleza escénica, su gran biodiversidad y alta productividad. La combinación de sus mares y desiertos le otorgan a esta región un carácter único y enormes ventajas para un desarrollo sustentable, armónico con el entorno natural de este refugio de vida. Lamentablemente, lejos de apreciar y valorar esta maravilla natural y aprovecharla para el beneficio regional y nacional, hoy se encuentra amenazada por una autorización del gobierno federal para la construcción de un masivo desarrollo turístico.

Este tema fue recientemente analizado en sesión del Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas y por su enorme trascendencia comparto los detalles en este espacio.

Se trata de un desarrollo inmobiliario sobre un predio de 3 mil 780 hectáreas llamado "Cabo Cortés", frente al Golfo de California, entre San José del Cabo y La Paz. Colinda con el límite norte del Parque Nacional Cabo Pulmo, decretado en 1995 para resguardar el arrecife situado más al norte de América y el ecosistema más biodiverso del Golfo de California. Esta reconocido por la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad y por la Convención sobre Humedales de importancia internacional.

La empresa española promovente, cuya representación en México es la sociedad Hansa Baja Investments, S.A. de C.V., presentó a la Semarnat una manifestación de impacto ambiental para "el desarrollo de infraestructura para usos habitacionales, de albergue y comerciales al interior de los 55 grandes lotes propuestos para el proyecto, con un máximo de 30,692 cuartos hoteleros o su equivalente a 10,230 viviendas (factor de conversión 3 cuartos/ 1 vivienda)", además de dos campos de golf de 27 hoyos cada uno, un sistema de canales y lagos, dos clubs de playa, una planta desaladora, una marina con capacidad de 490 posiciones, un aeródromo, entre otras infraestructuras. Con el fin de dimensionar este desarrollo, valga recordar que Cancún tiene aproximadamente 37 mil habitaciones.

La autorización de la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) de la Semarnat (nuevo resolutivo del 24 de enero 2011) incluye, entre muchas otras cosas, la construcción de 30 mil 354 cuartos de hotel y dos campos de golf de 18 hoyos, y condiciona las obras marinas, como la planta desaladora y la comunicación de la marina con el mar. Cabe hacer notar que otras dependencias de la propia Semarnat, involucradas en la dictaminación, resolvieron que el proyecto era ambientalmente inviable.

La construcción de este desarrollo va a provocar el surgimiento de una población de entre 150 mil y 300 mil personas (entre 5 y 10 personas adicionales por turista para prestar los servicios), semejante a la de La Paz o de Los Cabos, la cual, junto con los campos de golf, generará una fuerte presión sobre el recurso más limitado del desierto: el agua.

En Baja California Sur existen cinco acuíferos de los cuales cuatro están sobreexplotados. El único aún con algo de agua disponible es el Santiago; disponibilidad que la empresa ya tiene autorizada para este desarrollo turístico. ¿Es éste el uso que los surbajacalifornianos quieren dar al agua de que disponen para su futuro? ¿Se tiene el derecho de tomar esta decisión que llevará a la región a un estado de estrés hídrico? ¿Se han incorporado los escenarios de que esta zona será una de las más impactadas por el cambio climático, lo cual provocará la disminución de las ya de por sí escasas lluvias del desierto?

Debido a que el agua del acuífero no será suficiente para el megadesarrollo, la empresa planea obtener 65% del abasto mediante una planta desaladora. Y aquí surge otro conflicto. Se pretende descargar las salmueras (desechos del proceso de desalación) al mar argumentando que las corrientes marinas circulan hacia al norte. Sin embargo, los estudios científicos demuestran que en el invierno las corrientes van hacia el sur, precisamente en donde se ubica el arrecife de coral del P.N. Cabo Pulmo. Aún más, los sedimentos suspendidos y la destrucción de las dunas costeras, producto de los dragados y de la operación de las marinas y canales, así como los agroquímicos de los campos de golf y de los jardines irrigados, también impactarían a los arrecifes.

El proyecto debería suspenderse hasta no contar con una evaluación externa seria y científicamente sustentada. Lo adecuado sería transformarlo en un desarrollo turístico sustentable, de baja densidad, que aproveche las maravillas naturales de esta región, única en el mundo, garantizando empleo para la población local y activando su economía. Baja California Sur tiene el potencial de convertirse en un emporio ecoturístico. Sin embargo, con el proyecto pretendido no será más que otro sitio devastado, como tantos otros en el mundo.

El interés privado no puede estar por encima del interés público. La decisión de reorientar el proyecto sólo podrá ocurrir con la participación del presidente de la República. La gravedad del tema lo merece; se trata de la protección del patrimonio natural de la nación.

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