REYNOSA, TAMAULIPAS.- Poco antes de la hora del crepúsculo-en la que cualquier freak es un poeta mientras no demuestre lo contrario-, llegamos, por fin, luego de retrasos en los vuelos, a esta ciudad fronteriza.
En la sala 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, mi compañero de viaje desde La Paz, el poeta y dramaturgo, Rubén Sandoval, y yo, nos encontramos con algunos de los escritores invitados que tomarían el mismo vuelo: el narrador capitalino de raíces yucatecas, Hernán Lara Zavala; los durangueses Eduardo Villegas(también radicado en el DF), Petronilo Amaya y Manuel Salas; el ensenadense residente de Ciudad Juárez, José Juan Aboytia, y el poeta juarense, Miguel Angel Chávez Díaz de León.
UNA vez aterrizados en la sede del encuentro, y 20 años y 50 kilos después, divisamos la figura del poeta y director de Literatura del Instituto de Cultura de Tamaulipas, Arturo Medellín Anaya, henchida de nostalgia por la Sudcalifornia donde vivió algunos gloriosos años, acompañado por Coro Perales, coordinadora del encuentro, y el piloto de la van que sería nuestro trasporte, José Luis Rodríguez..
Un sol monumental descendía sobre la línea del horizonte, al fondo de la amplia avenida en el trayecto al hotel Fiesta Inn, en la zona de la nueva Reynosa, a varios kilómetros del centro histórico, donde ya esperaba parte del resto de los participantes y directivos culturales. .
Algunos de ellos viejos conocidos, como el poeta guaymense Miguel Manríquez, uno de los cuatro sobrevivientes del Primer Encuentro de Poetas y Narradores Jóvenes de la Frontera Norte, celebrado en octubre de 1984, en La Paz..
Los otros tres éramos Miguel Angel Chávez, Arturo Medelllín, y el autor de esta reseña. Ese primer encuentro literario celebrado en La Paz, fue precisamente el tema que expuse en mi participación en las mesas de debate.
Un texto que llevaba implícito un reconocimiento al pionero de esta clase de convivios entre escritores: Roberto Vallario Almada, en sus tiempos de promotor del Programa Cultural de las Fronteras, y de director de la sección cultural del diario Unomasuno.
Vallarino se dio a la tarea de recorrer todo el norte del país recopilando publicaciones marginales de autores hasta entonces anónimos, y otros más o menos conocidos en su entorno; de reunir a los autores, y publicar la primera antología en su género a partir de La Paz 84.
A partir de aquí, empieza lo que llamaríamos el Boom de la Literatura norteña.. Y las editoriales del desdeñoso Centro defeño, se enriquecieron con una cauda de autores que vinieron a rediseñar el mapa geopoético mexicano.
La nostalgia alcanzó a Chávez Díaz de León, que no dejó de recordar que en aquella ocasión, los escritores tenían barra libre y carta abierta en el Hotel Perla, en pleno malecón, y bebían whisky y comían langosta.
Lo que se les antojara.
Recordó también el poeta juarense que él y el colega Cossío, dieron el draculazo libando en una de las playitas cercanas al hotel, cuando se aparecieron unas muchachas con el uniforme de la policía municipal que los querían entambar, pero, lejos de cometer tamaño atropello, las agentes se desdoblaron en la versión sudpeninsular de las angelitas de Charlie y acabaron llevándolos en custodia hasta sus habitaciones.
Miguel Manríquez , el otro sobreviviente, escuchó melancólico las palabras de Chávez , y terció con subliminal gula, con esa gula, que confesaría horas después, había ido in crescendo con los años: "A mi me cautivaron los tacos de pescado. ..Esos "Baja Fish"...
DEL HOTEL AL PARQUE ECOLÓGICO CULTURAL
EL encuentro de Reynosa tuvo dos formatos.
Una encerrona entre escritores en uno de los salones del Hotel Fiesta Inn, donde se ventilaron diversos aspectos relacionados con el oficio literario, la difusión de las obras, la necesidad de intensificar el intercambio, y de consolidar un red de talleres, redefiniendo la relación con los poderes culturales centrales , y de los estados, para, entre otros objetivos, no fragmentar los proyectos en términos sexenales.
Se señalaron algunas omisiones o desdenes sobre algunos géneros, como fue el caso del sudcaliforniano Rubén Sandoval, que propuso prestarle más atención al teatro como género literario.
Aquí nos enteramos que el género que más se cultiva en Tamaulipas es el de ciencia ficción.
Y las mesas de lectura, abiertas al público, en el monumental Centro de la Cultura y las Artes de Reynosa, instalado en un parque ecológico de 40 hectáreas.
Un amplio muestrario de las Voces del Norte, desde BCS a Tamaulipas. Con un invitado del DF, Lara Zavala, el maestro y amigo, muy apreciado en estos lares norteños por su calidad profesional y humana.
El autor de "Península" y del cuento "De a perrito"(con el que abrió su erotizada lectura), ha dejado huella como tallerista por estos rumbos, particularmente en estados como Durango.
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Por ahí desfilaron el sinaloense César Ibarra, la tijuanense Esmeralda Ceballos y el mexicalense, Raúl Linares; el tijuanense radicado en Juárez, José Juan Aboytia y el juarense, Miguel Angel Chávez; la chihuahense, Reneé Acosta, los sonorenses Miguel Manríquez y Josué Barrera; los duranguenses Manuel Salas y Petronilo Amaya ; el saltillense, Jesús de León, los regios, Víctor Barrera y Nora Castillo; los tamaulipecos, Juan Jesús Aguilar, Lizzette Alvarez, Juan Miguel Pérez, Cynthia Rodríguez, Eduardo Villegas, y Arturo Zárate; y de BCS, rubén Sandoval, y el de la Voz...
El encuentro fue clausurado el sábado por el gobernador del Estado, Torres Cantú y el presidente municipal de Reynosa, quienes llegaron acuerpados por un espectacular operativo de seguridad.
Medellín agradeció en nombre de todos los escritores participantes las atenciones recibidas, la hospitalidad y el calor humano de los anfitriones tamaulipecos.
"Ellos-dijo Arturo de cara al mandatario que asumiera la candidatura dejada por su hermano asesinado-, se encargaran de difundir en sus regiones las bondades de esta tierra y de su gente, de los esfuerzos que aquí se hacen para crear atmósfera donde florezca el espíritu humano".
En su breve mensaje,Higinio Torres Cantú envió un saludo a los escritores y estados del norte.
"Díganle a su gente, a sus gobernadores, que aquí estamos trabajando por Tamaulipas, un bello estado que tiene en los tamaulipecos su mayor riqueza".
Y vaya que pudimos constatarlo, con Coro, Rosalva, Arturo, y todos los demás involucrados en la organización del evento.
El año próximo, la cita es en Durango...
UN AMIGO SORPRESA
Poco después de iniciada la última jornada, irrumpió en el auditorio una figura familiar que hace muchos años no veía. Era el ingeniero petrolero, nativo de La Paz, radicado en Mac Allen, Humberto Muñoz Vargas, que se había enterado del encuentro en la prensa fronteriza y había pasado a saludar a su paisano y amigo poeta.
Gratísima sorpresa, más aun cuando me dijo que me traía un regalito comprado en los muelles de San Francisco: una gorra de capitán, color negro, preciosa.
Humberto se convirtió además en nuestro guía por el centro histórico de Reynosa. Muy distinto al del sector posmoderno de la ciudad de más de un millón de habitantes, provista de una gran infraestructura urbana.
Eduardo Villegas y Miguel Angel Chávez eran los otros audaces excursionistas.
Escuchando música de los sesentas y setentas, un selecto repertorio también cortesía de Humberto, llegamos hasta la línea internacional, hasta el mitológico Río Bravo. La ola de violencia que abate a las ciudades fronterizas, había dejado un saldo de algunos establecimientos cerrados, pero en la plaza pública un grupo artístico representaba una danza indígena.
La catarsis del arte como contrapeso a la descomposición social, al crimen como estilo de vida, a las pulsiones tanáticas en boga.
De los amplios bulevares a las estrechas callejuelas del centro, había un Mundo de distancia; pero con un común denominador: la fresca brisa que atemperaba los influjos solares. De ese sol monumental que ya empezaba a buscar la rendija del horizonte, tan lejos del mar en estas latitudes.
El vértigo del viaje implica sed. Una sed más espiritual que física. Más de los íntimos pliegues del corazón que del cogote.Urgía un trago metafísico para lubricar las emociones encontradas.No todos los días eres Cristobal Colón, no todos los días descubres un nuevo mundo, una nueva urbe, una nueva civitas resistiendo los embates de barbarie.
No, dijo Humberto que tiene 15 años sin beber, no quiero arriesgarme a un incidente con la policía.Es peligroso andar dando la vuelta con cervezas o vino a bordo, no estamos en La Paz. Déjame buscar un lugar tranquilo.
Sus palabras nos recordaron el incidente que José Luis, el conductor de la Van del ITC, había tenido el día anterior. Dos vehículos le habían cerrado el paso en una avenida muy cerca del hotel donde nos hospedábamos. Sin detenerse, uno de los vehículos se le puso adelante, mientras el otro le golpeaba ligeramente por la retaguardia. Un simple chequeo, pero el susto nos lo pasó al costo quien nos había prometido llevarnos a conocer el centro.
Ustedes saben si se arriesgan, nos dijo. Mejor nos fuimos al hotel. Pero no podíamos dejar pasar la oportunidad a bordo de la Toyota Four Runner con nostálgico estéreo del ingeniero Muñoz.
Y aquí estábamos ya, a la entrada de un restaurante bar sin más clientela que los recién llegados.
Sospechosos comunes como podía corroborarse en la cautela de los meseros que no le quitaban la mirada al sombrerito tintanesco y el bastón de retorcido acero de Miguel Angel; los más de cien kilos y casi dos metros de altura del quarterback de Pemex, el inge Humberto; el paso resuelto de Villegas, tamaulipeco al fin, impulsado por el contenido aullido de "coyote" con el que inicia sus lecturas; y desde luego, al tipejo de la gorrita de capitán recién estrenada que como siempre, lo primero que hizo fue preguntar en dónde estaba el baño.
¿Cómo andas de la próstata?, preguntaría mi padre, que también en el aire las compuso, y era un maestro en acrobacias como la del "Salto del Tigre"... sin red y en lo oscurito.
EL RETORNO Y EL SUSTO
AL día siguiente emprendimos el vuelo de regreso. De nuevo escala en el DF.
¿Porqué los viajeros del norte hacia el norte, tienen que pasar por el Gran Centro? se preguntaba Lara Zavala. Vestigios del viejo centralismo en todo su esplendor.
Otra dos horas de retraso en la "reconección" del DF a LP. Problemas de Miguel Manríquez para transportar la botella de tequila que nos habían regalado los anfitriones de Reynosa. El contratiempo provocó que Miguel perdiera su vuelo a Hermosillo. Le tuvieron que dar un vale para comida y otro boleto para la diez de la noche.
Estaba furiOso el Oso, un hombre a carta cabal felizmente casado..
Cuando todos partieron , me tiré en el piso imitando a otros viajeros y encendí mi lap top. Pésima "conectividad", como se dice ahora.. Abrí un libro y en eso estaba cuando se apareció una amiga chilanga a quien había conocido en La Paz a mediados de los 90.
Nos pusimos a platicar hasta llegar a temas muy personales.
Abrí fuego:
-¿Te casaste?
-Sí y me divorcié y me volví a rejuntar..
-¿Con el mismo?
-Con la misma,dirás...
-¿Cómo?
-No es él, es ella..
-Orale!
-Ellos dan mucha lata...como tú comprenderás...
-¿?-.
Rubén Sandoval seguía extraviado. Reapareció en la sala M -75, de donde nos fuimos a la 74 y luego a la 73, mientras me comentaba con singular sevicia que me había estado buscando para invitarme a la sala de American Express de Aeroméxico.
!!Wooow! Oh la la la !!
Se la había pasado disfrutando del buffet(biufé, no seas naco...me corrigió en su francés parisino), del vino y de un masaje holístico de aquellotas.Y uno(ya ven cómo es uno) echado como un perro en el duro suelo de la terminal 2..."Y era nuestra herencia una red de agujeros", repetía con Nezahualcóyotl mientras contaba la infinidad de orificios que ventilan al blanco edificio foxiano.
Al abordar la nave lo único que se antojaba era cerrar la ventanilla y los ojos en busca de Morfeo. Llovía en la ciudad de México ese domingo de final en el Azteca del Mundial Sub 17. Cómo me hubiera gustado perder vuelo, que el retraso hubiera sido de días, y quedarme- previa indemnización a la Manríquez-, en esta megalópolis donde viví y morí por más de 20 años.
Habría tomado un taxi hacia el Centro Histórico, al Hotel Washington, para luego bajar a tomarme un cafe con leche y un plato de natas en La Blanca o La Popular, antes de ir a visitar a los amigos.Sobre todo a uno : Daniel Sada, que ha estado delicado de salud.
Y recorrer las librerías de viejo donde ronda el fantasma del erudito poeta chihuahense, Enrique Servín, el políglota Conde de Santa Eulalia, con el que compartí estas correrías hace un año.
Guía de lujo que conocía la historia agolpada en cada piedra("Aquí se encontraron por primera vez Moctezuma y Cortés".."Aquí cayó abatido el General Bernaro Reyes.."..."Desde este punto del Zócalo se miden las distancias precisas al resto del país")..Y...
Despegamos hacia los negros nubarrones y empecé a soñar un sueño en el que aparecía la amiga a la que me acababa de encontrar en la sala de espera nadando en el mar abierto del Pacífico, cerca de Todos Santos, mientras yo, marinerito de agua dulce, capitancillo de gorrita made in Frisco, la contemplaba desde la orilla aferrado a una botella de vino, hasta que se me perdió entre el oleaje...
Volví a sentir la angustia y a escuchar mis gritos al percatarme que no aparecía por ningún lado. Me disponía a cometer un acto heroico sin precedentes en esta orilla del mundo y sin cronistas hagiográfos de cuerpo presente; ir a su rescate aventurándome por primera vez en las procelosas aguas de Los Cerritos, tan radicalmente distintas a la gran alberca nativa de la Bahía de La Paz, cuando un estallido disolvió la burbuja onírica...!!Pummm!.
Desperté envuelto en la histeria de los pasajeros e instintivamente volteé a ver el ala que se extendía bajo mi ventanilla , pero estaba intacta, ni vestigios de fuego ni de humo. Pero el avión se bamboleaba, viraba, caía en bolsas de aire...¿Qué había sucedido? nos preguntábamos todos con la mirada y a viva voz. ¿Estamos regresando? ¿Estamos cayendo? !!Jesús, María y José!!, repetía la señora septuagenaria del asiento contiguo, y uno sin oraciones a la mano, sin Dios ni diablo en qué caerse muerto.
Me tranquilicé cuando vi a la aeromoza tapatía cerrar tranquilamente la portezuela de la cabina del piloto y enfilar por el pasillo empujando el carrito de las botanas y refrigerios.
-¿Qué fue lo que pasó?-le preguntamos cuando la tuvimos frente a nosotros.
-Nos pegó un rayo- respondió con toda naturalidad.
-¿Un rayo?
-Sí, pero no se preocupen, las condiciones aerodinámicas del avión impiden cualquier daño.
Busqué al poeta Rubén Sandoval , que de nueva cuenta se me había extraviado, y lo encontré justo a mis espaldas.
Sonriente, siempre cool, el flamante premio Orden de Honor de la República Francesa, acotó:
-Un mensaje de Zeus.. sin duda-. dijo con exquisito acento de trasatlántico viajero frecuente antes de retomar el diálogo con sus años parisinos.
Oh la la !!
(continuará...)
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1 comentario:
Buen relato y buena cronica...
Buen un encuentro de escritores o mas bien un reencuentro de jijos que no dejamos, aun, de escribir.
Saludos desde la ciudad mas tranquila del mundo, Ciudad Juarez.No dejen de pasar por esta su casa, nomas preguntan por Miguel Angel Chavez y tienen Salvoconducto!!!!
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