lunes, 10 de octubre de 2011

La Sudcalifornidad: origen, identidad y pertenencia.

                                                     
                                                                                                José Luis Vázquez Ceja

En este mundo globalizante y ramplón, octubre aparece como el arcón lleno de capsulas históricas, excelentes y muy recomendadas para curar ese Alzheimer social que padecemos. Tomemos algunas de estas cápsulas. Una, nos recuerda  aquel 12 de octubre de 1492, aún no superada, cuando se dio el encontronazo entre el mundo europeo y el mundo americano. La conquista y la victoria de los europeos pero también la lucha de los pueblos americanos en la defensa de su tierra, su vida y su cultura. Otra, viene dos centurias después, un 25 de octubre de 1697, cuando Juan María de Salvatierra, con la construcción de la  misión de Nuestra Señora de Loreto,  después llamada también “Madre de las Californias”,  dio inicio a un proceso de culturización que influiría, de un modo u otro, en la construcción de cerca de cincuenta misiones tanto en la Antigua como en la Nueva California. Una tercera la tenemos en pleno siglo XX, un 11 de octubre de 1970, cuando el pueblo de Sudcalifornia, organizado en el movimiento ciudadano “Loreto 70”, demandaba al gobierno federal, entre otras reivindicaciones políticas y sociales, la libertad de elegir a sus propios gobernantes, “nativos y con arraigo”. Cuatro años después, el 8 de octubre de 1974, nacía el estado de Baja California Sur y, en los primeros meses de 1975, fue electo el primer gobernador constitucional del estado en la persona de Angel César Mendoza Arámburo. Pasarían 17 años para que la Capital de las Californias volviera ocupar su lugar en los procesos históricos, y un 19 de octubre de 1992, como el “Ave Fénix”, nacía Loreto como un Municipio Libre. Estas y muchas otras cápsulas, han dado lugar a  que octubre sea denominado como el Mes de la Sudcalifornidad. Pero veamos como vienes estos orígenes, estas identidades y estas pertenencias a esta tierra.            
El nacimiento de la California
Siglo antes que pareciera el mítico nombre de California en los mapamundis de los ilustres cartógrafos europeos, ya era muy popular entre los recién llegado al Nuevo Mundo, debido a la influencia del libro de caballería Las Sergas del Esplandian, de Garcia Ordoñez de Montalvo, publicado en Sevilla en 1510. Geográficamente no sabían donde estaba la California, sólo que era una isla poblada toda de mujeres, muy rica en perlas y oro, que coincidía con la otra isla de los Antiguos Mexicanos, la llamada Cihuatlán, también habitada por mujeres y rica en codiciados tesoros. El tiempo se encargaría de entrelazar  los viejos relatos  del Viejo y el Nuevo Mundo para dar lugar al nacimiento de la California.  Nuestra California siempre estuvo presente como uno de los países donde las mujeres, la belleza, los placeres y la riqueza  eran tan naturales como el día y la noche. Esta tierra nació de las fantasías y de los mitos de ambos mundos. El mágico y atrayente nombre de California, al igual que su afortunado destino, grabados quedaron en la memoria de los tiempos,  como la eterna vendedora de “pedazos de paraíso”.
Loreto: centro de poder y destino
Después descubierta la mítica California por el capitán y poeta Fortún Jiménez, en 1533, pasarían más de 150 años para que los jesuitas Francisco Eusebio Kino y Juan María de Salvatierra sentaran las bases para su permanencia y culturización. La obra sin par de Kino  en San Bruno, en 1683, y que continuara Salvatierra, en 1697, con la construcción de la primera misión, Nuestra Señora de Loreto Conchó, se da inició al vasto proceso de ocupación tanto de la Antigua California como de la Nueva California.
La misión de Nuestra Señora de Loreto, como puerto, fuerte y templo se convertiría en el primer puesto colonial español permanente en tierras de la California. Desde entonces, Loreto, como Zeus en el Olimpo, desde la sierra de la Giganta,  con todo un ejército de caras pétreas vigilando cielos y horizontes,  designaría el destino de todos los mortales que llegaron a trabajar en la magna empresa misional de las Californias. Primero a los jesuitas, en la Antigua California; luego a los franciscanos, en la Nueva California y finalmente a los dominicos, en las misiones construidas por los jesuitas, al ser expulsados por el monarca español Carlos III, en 1769. Este largo proceso de culturización cambio al mundo  originario y también dio lugar a la dramática extinción de los Antiguos Californios, conocida desde el siglo XVI como la California.
Loreto no sólo otorgó bienes y destinos para fundar todas las misiones, origen de la mayoría  de las poblaciones actuales y fuente de identidad  y pertenencia de nuestros  pueblos sino fue la capital de las Californias. Después sólo quedó como la capital de la Antigua o Baja California hasta 1829, cuando una gran inundación obligó a cambiarla al real de San Antonio y más tarde a la Paz. El aguacero no sólo dejó en la desgracia  a los habitantes de la capital de Antigua California sino que Loreto pasó a ser una simple comunidad marginal dependiente de la municipalidad de San José de Comondú y fue  que gracias a la explotación de la sal en la isla del Carmen, que al dar trabajo a sus habitantes el pueblo de Loreto no desapareció.
 Centro histórico, misión y museo de Loreto.
Hoy, Loreto, como heredero de Zeus, continúa,  engarzado en las faldas de la sierra de La Giganta y bañado por las aguas azul turquesa del Golfo de California, siendo  dueño de un acervo cultural y natural de excepción, y continúa, como lo dijera el jesuita Francisco María Píccolo, ofreciendo al mundo “pedazos de paraíso”. No hay exageración en ello, baste caminar por el Centro Histórico y sus áreas patrimoniales a unos cuantos pasos del oleaje del mar para conocer su historia a través de los sentidos.
La misión de Nuestra Señora de Loreto como en antaño continúa abierta a los oficios religiosos y a las manifestaciones artísticas. Casarse  o escuchar un concierto en la primera misión de las Californias no es sólo un acto de amor y de disfrute sino de prestigio y satisfacción de la vida. Tal es la opinión de quienes han unido sus vidas o de quienes han escuchado música de Hendel o Bach en la misión de Nuestra Señora de Loreto. Su signo distintivo está escrito  en la parte superior de su fachada: Cabeza y Madre de todas las misiones de las Californias.
 El museo de las Misiones Jesuíticas, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, joya arquitectónica del Siglo XVIII y componente del inmueble de la Misión de Nuestra Señora de Loreto, estuvo destinado al servicio de la comisaría y almacén general. Hoy, como museo está dedicado a la obra misional de los jesuitas en las Californias, y en sus siete salas alberga la colección de arte sacro más importante y significativa del noroeste de México. El montaje museográfico hace que las colecciones o las esculturas, óleos, objetos ornamentales, armas, muebles, herramientas y piezas arqueológicas sean vistas  y disfrutadas por los visitantes mientras éstas  cuentan su historia. Es un lugar mágico donde el visitante y los objetos de arte dialogan.
Misión de San Francisco Javier.
Visitar Loreto sin visitar San Javier es como visitar Roma sin visitar El Vaticano. Enclavada entre dos cerros de La Giganta, a 32 kilómetros de Loreto,  San Francisco Javier es la segunda misión de los jesuitas. Fundada  por Francisco María Píccolo y Juan de Ugarte a partir de 1699, es la única que ha permanecido inalterada. En esta Misión se han conjugado  con bondadosa armonía los dones de la fe, la creación arquitectónica y artística  con los recursos que ofrece la naturaleza, para dar lugar a la formación de un pueblo como San Javier, que ha sabido vivir y conservar ese sano equilibrio entre la traza original, el paisaje natural y sus tradiciones, que en conjunto son un testimonio elocuente de valor excepcional, que la Convención de la UNESCO considera como un elemento esencial de los paisajes culturales para declararlos como de bienes de Patrimonio de la Humanidad.
 Hoy, la Misión de San Francisco Javier  se ha convertido en el santuario religioso y  de peregrinaje más importante del noreste de México, particularmente durante las fiestas del Santo Patrono Francisco Javier, que se realizan del 1 al 3 de diciembre de cada año. La cita anual en San Javier no sólo es un encuentro por la fe sino por la vida. Dar gracias o pagar una manda es sólo la mitad del andar por el antiguo camino misional de la sierra de La Giganta. La otra mitad del camino es por el  encuentro con  los amigos para disfrutar de la vida bajo la añeja sombra de los olivos tricentenarios o bailar al ritmo de la música en las cortas noches de fiesta en ese emblemático rincón misional. 
Parque Marino Bahía de Loreto.
Los recursos naturales, junto a los bienes histórico culturales, conforman la trilogía que hacen de Loreto un pequeño Shangai-La, según lo anotó el historiador Miguel León Portilla, en ocasión de los trescientos años de su fundación. En esto no hay duda, algunos expertos consideran que el Parque Marino Bahía de Loreto y su área de influencia marina y terrestre  es el sitio de mayor biodiversidad del Golfo de California  y el mejor conservado de México. El también llamado el “Acuario del mundo” , incluyendo islas y áreas de influencia, esta marcado por un elevado endemismo de especies de plantas, reptiles, mamíferos y peces, igualmente se distribuyen  más de 100 especies en categoría de protección ecológica , tanto en peligro de extinción (raras y amenazadas) como en protección especial.
 El Parque Marino Bahía de Loreto, junto a las otras áreas protegidas e islas del Golfo de California, que fuera declarado Patrimonio de la Humanidad en 2005,  es el hogar  del grupo animal más carismático de los mares: ballenas, delfines, lobos y 30 especies más de mamíferos marinos que representan el 75% de todas las especies en aguas mexicanas. La abundancia de peces, tanto residentes como migratorias, son el sostienen la economía comercial y deportiva de Loreto. Las aves migratorias como patos, gansos, garzas y golondrinas hacen de las islas Coronado, La Catalana, Danzantes, Montserrat y El Carmen su residencia temporal para alimentarse y reproducirse  antes de volver a sus invernales regiones del Norte.
Los grandes retos de Loreto.
Estos son algunos de los tesoros naturales, históricos y culturales que hacen de Loreto una atracción turística y un lugar placentero para vivir. Entrelazar y aprovechar estos bienes para lograr un desarrollo armónico en el icono histórico de las Californias San Bruno, Loreto, Nopoló, Nutrí, Puerto Escondido, Liguí, Ensenada Blanca, entre otros sitios y comunidades de valor excepcional, sería la meta más ambiciosa y noble jamás lograda. Loreto también ha aprendido, como en antaño lo hicieron los Antiguos Californios, que vivir al ritmo de la naturaleza es comprender y amar sus procesos, es saber vivir dignamente sin agotar la tierra, el agua, el mar y sus recursos

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