Alejandro Alvarez
En el marco de la trigésima novena Convención Internacional Minera realizada por la Asociación de Ingenieros de Minas, Metalurgistas y Geólogos de México la semana pasada en Acapulco, el periodista y escritor Sergio Sarmiento dictó la conferencia magistral ‘Los medios y la minería’. Su conclusión, a manera de síntesis, fue que el sector minero tenía una pésima política de comunicación social básicamente porque se han callado ante los ataques de sus detractores, porque no han sido capaces de explicar de forma sencilla y clara sus grandes logros económicos, tecnológicos y laborales, y porque no han creado los equipos expertos de comunicación que les permitan superar estas debilidades. Sarmiento se declaró amigo de los mineros pero no complaciente ante sus problemas de manejo de medios. Con una impecable destreza para conectarse con el auditorio empezó diciendo que desde muy pequeño ha admirado a los mineros porque su abuelo fue minero, porque hay que tener una gran valentía todo el tiempo para hacer este trabajo. Y díganme si no hay que ser valiente, dijo, como ese minero de la mina siniestrada el año pasado en San José Copiapó, Chile, Yonny Barrios Rojas que veló por la salud de los mineros y conocido porque cuando después de permanecer varios días entre la incertidumbre de morir o vivir, allá arriba en la superficie lo esperaban dos mujeres, su amante Susana y su esposa Marta. Se debe ser muy valiente para ser minero, repitió, y el público se retorcía de risa. Pero ya más en serio, continuó, el minero enfrenta situaciones particularmente difíciles desde la exploración buscando los rastros del preciado mineral en zonas apartadas e inhóspitas, luego al hacer las primeras excavaciones para confirmar sus observaciones llevando muestras a los laboratorios para su ensaye químico. Finalmente realizando profundos túneles en las entrañas de la corteza donde le acechan nuevos y grandes riesgos e incomodidades, calor, inundaciones subterráneas, derrumbes… explosiones. Removiendo y transportando grandes volúmenes de roca hacia la superficie donde la metalurgia lo convertirá en concentrados de metales listos para la industria de la transformación. Pero los riesgos no terminan ahí porque los precios del mercado son muy variables y en esos vaivenes de la economía grandes minas o proyectos mineros pueden cancelarse por incosteables. Pero no estaba ahí para decir a quienes estaban escuchándolo cuáles eran las características de esa actividad –ellos mejor que nadie lo sabían–, sino para compartir su coraje cuando escuchaba de algunos gobernadores, legisladores o grupos ambientalistas su oposición a abrir nuevas minas o de plano presionar para que no se realice ninguna actividad minera. Lo paradójico del caso, expresó, es que estas mismas personas ignorantes disfrutan del confort y beneficios que otorga la extracción de minerales y que como aves de rapiña son los primeros en tratar de sacar raja política de los accidentes y, eventualmente, muertes en las minas. Pero son incapaces siquiera de de consultar los índices de siniestralidad de las diferentes actividades laborales, porque ahí verían cómo ha ido reduciéndose el número de los trabajadores afectados por accidentes, como en ninguna otra actividad. Como tampoco reconocen que en la industria minera se pagan los mejores salarios desde los obreros hasta los técnicos y profesionistas más calificados. Por ello, siguió Sarmiento, ‘sugiero a mis amigos mineros revisar profundamente su política de medios: no se queden callados, busquen el acceso a los medios, expliquen con sencillez y honestidad los logros comparativos del sector minero respecto a otros y no oculten sus problemas, denlos a conocer de igual forma que las maneras que tienen para resolverlos’. Cerró su conferencia afirmando ‘la minería siempre será controversial, pero su silencio puede acabar matando las inversiones, matando la prosperidad y matando el empleo bien remunerado’.
VIOLENCIA Y CONFUSION EN LOS CABOS
Al momento de escribir esta nota todavía reinaba la confusión en las versiones de los hechos violentos ocurridos el fin de semana en Cabo San Lucas. El procurador y el secretario de turismo salieron a tratar de tranquilizar a la población ante un posible manejo alarmista de la nota. Los funcionarios deben saber que el mejor antídoto contra la manipulación amañada de la información es aportar datos claros, oportunos y de forma transparente, sin negar la problemática, mucho menos ocultándola. El crimen organizado está asentado en Los Cabos ¿alguien lo puede negar? Empecemos por ahí.
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