Carmen Aristegui
Estamos a un año y días de distancia de la fecha en que el diputado Gerardo Fernández Noroña y otros legisladores portaran una agresiva manta en el Congreso de la Unión en la que, en términos coloquiales, aludían a Felipe Calderón como alguien incapaz de gobernar al país por padecer problemas de alcoholismo. La exhibición de la manta provocó fuertes reacciones y se terminó por reventar la sesión.
La escena fue cubierta e informada por los medios de comunicación y editorializada por muchos, incluida quien esto escribe. No es éste el momento para detallar o volver a hablar de lo que ocurrió a esta periodista en esas fechas pero, sí cabe recordar que se perdió y se recuperó la existencia de un noticiero en apenas 15 días. Un capítulo inédito en la historia de la radiodifusión mexicana. El punto de origen de esa historia fue la decisión editorial de no sumarse al coro de voces que condenaba a los legisladores que portaban la manta, por porros, impertinentes e irrespetuosos, sino de formular preguntas, dirigidas a la Presidencia, para que respondiera si había o no un problema de esa naturaleza en quien encabeza la Presidencia de la República. Se señalaba algo obvio: el estado de salud de un mandatario es, desde luego, un tema de interés público. No hubo respuestas a las preguntas específicas. Lo que hubo fue una reacción autoritaria y desmesurada. Un berrinche de notables dimensiones. Una personalidad retratada.
"¿Tú dejarías conducir a un borracho tu auto...? ¿No, verdad? ¿Y por qué lo dejas conducir al país?", decía la manta que, ciertamente, era insolente por plantear así un tema tan delicado.
El tema vuelve a escena. Ha empezado a circular el nuevo libro del fundador de la revista Proceso. Don Julio Scherer García, el legendario periodista mexicano, ha puesto, por este y otros temas, su incisiva mirada en la figura de Felipe Calderón Hinojosa, el hombre que llegó, en medio del escándalo y las impugnaciones, a la Presidencia de México en el 2006.
En Calderón de cuerpo entero (Grijalbo), se muestran ciertos comportamientos del hombre público y algunos rasgos de personalidad inquietantes de quien hoy ejerce el más importante cargo de poder político en este país.
Con elementos documentales y entrevistas de largo alcance, don Julio expone algunos de los ángulos más descriptivos y descarnados de una personalidad política como la de Calderón. Conversaciones que le tomaron días y horas al periodista con sus interlocutores, con las que va desgranando al personaje: "... autoritario, ingrato, aficionado a la bebida, intolerante", como reza la frase usada por Proceso para anunciar en sus páginas el adelanto y anuncio de la aparición de este libro.
Voces implacables como las de Manuel Espino, primero presidente y después expulsado de su partido; Alfonso Durazo, ex secretario particular de Fox, y ex colaborador de Colosio; Luis Correa Mena, el yucateco amigo y coordinador de campaña de Carlos Castillo Peraza que recuerda, para don Julio, el trato "...indigno, injusto, inmerecido y mucho más" que Felipe propinó a su padre político Castillo Peraza.
Se puede leer también una ilustrativa e inquietante anécdota contada por Gustavo Carvajal, el ex presidente del PRI, que le cuenta a Scherer una anécdota sobre unos puros en la que Calderón revela cómo su padre, don Luis Calderón " ...le enseñó a odiar al PRI".
Las páginas del libro recogen documentos sobre asuntos ocurridos en 2006, como las transferencias de pago por el caso Hildebrando o facturas por conceptos como "captura de datos de simpatizantes de candidatos de Acción Nacional", entre otros. Son apenas pistas de aquello que nunca se terminó de investigar.
De los testimonios recabados, los de Espino resultan demoledores. Entre otras cosas por el detalle y la precisión anecdótica. Con cálculo en sus palabras y anticipando un efecto deseado, Espino detalla, por ejemplo, una reunión con Calderón en un conocido restaurante de Insurgentes en la Ciudad de México, frecuentado por Calderón y sus allegados hace algunos años. No hay lugar para la duda de que el ex presidente del PAN quiere dejar asentado que Calderón tiene problemas con la bebida. Narra una reunión de horas, donde beben y discuten los dos panistas. En algún punto, narra la llegada de Margarita Zavala, quien le reclama una conducta que se intuye reiterada: "Felipe, te he estado buscando. No te reportas, tu chofer me dice que no me puede decir dónde estás. Lo forcé a que me diera tu paradero y por eso estoy aquí. Ya habíamos quedado en que no ibas a tomar".
Texto leído en la presentación del libro Calderón de cuerpo entero, de Julio Scherer.
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