24 FEBRERO 2012
Bobby García.
&.- Tierra de ratones.
&.- Leyes buenas para los gatos. Muy malas para los ratones.
&.- Nuestra entidad: tierra fértil para la corrupción.
Al abrir mis correos el día de ayer, encontré uno que me impactó mucho. Se trata de un video enviado por un gran amigo, estudioso, analítico y gran profesional. Dicho correo me llevó a buscar los datos mínimos del autor de tan aleccionador video: se trata del activista, político y humanista Thomas C. Douglas, que nació en escocia, Canadá, en 1904 y fulminado por el cáncer el 24 de febrero de 1986. Hoy, precisamente hoy, se cumplen 26 años de su fallecimiento. Fue un extraordinario político socialdemócrata que influyó poderosamente en la vida política actual del enorme país que es Canadá. Fue Primer Ministro e introdujo el sistema de salud pública universal. En 2004, en encuesta nacional, fue votado “el canadiense más grande de todos los tiempos”. ¡Con razón me impactó tanto su aleccionadora fábula!. Se llama Tierra de ratones y supongo que la dio a conocer en una sesión del Parlamento Canadiense. Estoy obligado a conocer en qué año tuvo la brillante idea de lanzarla en el Parlamento o donde haya sido. En esa comparecencia habla de la tierra de ratones, que viven felices, que nacen y mueren, que tienen hasta un parlamento y eligen a sus gobernantes cada cuatro años. Irónicamente señala que cuando van a votar hasta los transportan a las urnas. Que eligen un gobierno de enormes y gordos gatos negros; que son buenos para gobernar y que hacen leyes muy buenas pero para los gatos pero muy malas para los ratones. Hay una ley, dice, que las ratoneras deben ser grandes para que los gatos puedan fácilmente meter una pata. Otra ley dice que los ratones deben transitar a velocidad moderada para que los gatos tengan su alimento sin mayor esfuerzo físico. Y es que los gatos veían por sus intereses y no por los de los ratones. ¡Y es que eran gatos!, dice la fábula. Los ratones ya no aguantaron y masivamente fueron a votar y votaron ¡Por gatos blancos! que prometían mejores leyes. Las ratoneras fueron cuadradas y más grandes para que los gatos metieran las dos patas. Los ratones volvieron a votar por los gatos negros, luego por los blancos. Votaron hasta por negros y blancos y hasta por gatos con manchas. Y el problema no era el color, dice la fábula, sino que ¡Eran gatos!. Llegó de muy lejos un ratoncito con nuevas ideas. Los llamó y les dijo: “ ¿Por qué vamos a votar por gatos?, hay que votar por un gobierno de ratones”. Lo tildaron de comunista y lo metieron a la cárcel. Con su voz pausada y firme Thomas C. Douglas dice en la disertación: “Pueden encerar un ratón o un hombre pero no pueden encerrar una idea”… la fábula de Tierra de ratones pinta de cuerpo entero la vida política de la República y la de nuestra entidad. Es la dolorosa realidad de esta tierra de ratones y gatos grotescamente hartos de robo y corrupción. Por doce años los ladrones saquearon la energía económica estatal, y el gobierno actual –un gobierno de gatos gordos- a un año de haberse comprometido a erradicar la corrupción y practicar la transparencia, no ha instrumentado la estrategia oficial, real, objetiva y contundente para exigir la rendición de cuentas a los maleantes que por seis años robaron descaradamente el erario estatal y municipal. Por doce años nos robaron y no ha instituido la dependencia estatal que garantice que los recursos federales, estatales y municipales serán manejados con transparencia y honradez. Ya lo remarqué el miércoles: funcionarios actuales se afilan las uñas –como los gatos de la fábula- ya que los hampones del sexenio se dan la gran vida y nadie los molesta en sus personas, riquezas y propiedades. Mi correo:raudel_tartaro@hotmail.com
PASEMOS EL RUBICÓN: Cuando inició su gestión la XII Legislatura, unos diputados gritaron para que se aclararan las cuentas de la anterior legislatura. Se habló del famoso sobre amarillo “que entregó” el diputado Rogelio Martínez Santillán, en el que se “transparentaba el ejercicio fiscal”. Nunca apareció el sobre… ¡Y no es fábula!. Concluyó la legislatura y se habló de un desfalco de más de 8 millones de pesos. Se acusó a Arturo de la Rosa, a Paularena, al de finanzas y a Ariel Castro. Hasta hoy nadie pueda dar cuenta del manejo de los recursos de la pasada legislatura. Y no es fábula. El diputado Luis Martín Pérez Murrieta presentó la iniciativa –que se aprobó- de la creación de la Contraloría Legislativa. Ya le quitaron el apartado que decía sería integrada por ciudadanos, y claro ¡dormirá el sueño de los justos! ¡Y no es fábula! Nos asaltaron por doce años y el gato gordo y blanco de Comondú, ni un dedo ha movido… Y no es fábula. Mil laureles para Thomas C. Douglas. Alea Jacta Est.
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