lunes, 7 de mayo de 2012

Imagina Los Cabos sin el Faro Viejo de Cabo Falso




                                                                                      Por José Luis Vázquez Ceja


El Faro Viejo de Cabo Falso, ubicado en el único finis terrae del mundo, el pasado sábado 5 de mayo cumplió 107 años de estar anclado en ese pedazo de duna blanca y de haber lanzado  sus primeros destellos de luz al mundo, fecha coincidente  con la  gloriosa  Batalla de Puebla,  en la cual nuestros gobernantes nativos exaltaron el heroísmo del ejército mexicano, que al mando del general Ignacio Zaragoza,  derrotó al invasor ejército francés al mando del general Charles F. Latrille de Lorencez,  más nunca el Faro Viejo de Cabo Falso   mereció mención alguna,  aún cuando los discursos de tales conmemoraciones lanzados  desde la explanada de la plaza León Cota Collins en Cabo San Lucas seguramente retumbaban hasta el propio Faro Viejo. Quizá esta coincidencia  de fechas sea la razón por la que nuestros gobernantes desde siempre no sólo han marginado en el discurso sino en los hechos al único bien cultural e histórico con que cuenta Cabo san Lucas.

El Faro Viejo de Cabo Falso: un Paisaje Cultural de Valor Universal

El gran reto de ciudadanos y gobernantes no sólo es rescatar y conservar el Faro Viejo sino realizar los estudios para proponer su inclusión, como Paisaje Cultural, en la Lista Indicativa de Bienes de Patrimonio Mundial. Existen al menos seis aspectos que permiten afirmar lo anterior:

1.Vale subrayar que Los Cabos es una comunidad que desde sus orígenes ha venido construyendo testimonios que le dan identidad, en los cuales se enlazan estrechamente la cultura y la naturaleza.

2. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) después de una reunión de expertos  celebrada  en abril de 2001 en la sede de la Comisión Mexicana de Cooperación  con la UNESCO (Conalmex) se obtuvo la reciente Lista Indicativa de Bienes de Patrimonio Mundial  donde México amplia la visión de su Patrimonio al proponer sitios de Valor Universal en otras importantes categorías, como son los Paisajes Culturales, categoría en la que bien pudiera entrar el área de Faro Viejo- Cabo Falso, ya que, entre otros componentes, tenemos la interacción permanente entre el hombre la naturaleza que ilustran la evolución de Cabo San Lucas y San José del Cabo en el curso del tiempo

3..El valor universal excepcional viene desde el nacimiento mismo de la Península hace 15 millones de años; después el asentamiento, en esa zona de Cabo Falso, de un grupo de los Antiguos Californios, los Pericués; luego,  como el único finis terrae del mundo, que fue y sigue siendo  punto de referencia geográfico y marítimo de explotadores y navegantes por los Mares del Sur, hoy,  Océano Pacifico.

4. La presencia del Faro Viejo está en la bitácora de innumerables viajes legendarios, como el realizado por el Premio Nobel de Literatura 1962, John Steinbeck y su amigo el biólogo marino Ed Ricketts, en 1941; pero, sobre todo, fue entraña y forma parte de la vida de miles de pescadores y sus familias de Cabo San Lucas y San José del Cabo, para quienes la aventura era parte de la vida diaria.
     
5. La conjunción  de razas y espíritus en la construcción y cuidado del Faro en el Cabo Falso representan de manera ejemplar como se fue poblando todo el sur de la Península.

6. El paisaje de mar y tierra en Cabo Falso adquiere valores particulares con los significados, los sentidos culturales heredados por la historia, la geografía, la ciencia, los mitos, las referencias arqueológicas y antropológicas, los usos, su resistencia al ambiente y la identidad del mismo pueblo que lo vive y lo disfruta.

Ubicación y construcción del Faro Viejo

Visitar a la superpoblada ciudad de Cabo San Lucas, uno se da cuenta que está conformada por dos Cabos. El primero es el cerro que protege su centro histórico,  la dársena y termina en el legendario Cerro del Vigía hasta el famoso Arco. El Segundo, es el Cabo Falso, ubicado a no más de 15 kilómetros del centro de Cabo San Lucas,  acantilado de 20 metros de altura que está en las inmediaciones del cerro de Las Hermanas. Cabo Falso es la punta de tierra más al Sur de de la Península, es el punto de transición entre el Océano Pacífico y el Golfo de California.
Después de servir durante más de tres siglos como punto de referencia de los navegantes de los mares del Sur y del intenso tráfico de barcos estadounidenses, franceses y de otras nacionalidades, en 1896, la secretaría de Comunicaciones, durante el gobierno de Porfirio Díaz,  ordenó la construcción del faro en las dunas de Cabo Falso. Para ello,  contrató al ingeniero Joaquín Palacios Gómez, quien después de visitar el Cabo Falso para determinar el lugar exacto, elaboración de  planos y la asignación de 17 hectáreas para su construcción y áreas de salvaguarda y protección:
El Ingeniero  Palacios Gómez Inició los trabajos de construcción en 1904 y quedaron terminados a principios de 1905. Y, desde el 5 de mayo, fecha de su inauguración, fue vigía y testigo del ir y venir de barcos de todas las nacionalidades, muy particularmente, durante toda la primera Guerra Mundial.
Después de medio siglo de destellos, luces y esperanzas de vida, la linterna francesa del Faro Viejo fue  desmontada e instalada en la torre construida en el cerro Las Hermanas.  A partir de entonces,  el Faro Viejo quedó como un atractivo turístico pero también empezó  su galopante deterioro por el intenso tráfico de motos y vehículos, que más pronto que tarde no sólo destruyeron las dunas y otros bienes arqueológicos  sino el entorno paisajístico, que era a su vez su única protección natural.

El constructor del faro y los guarda-faros.

En esta continuidad hecha de mitos, imágenes, relatos y costumbres, además del paisaje único y ondulado de las dunas de arena coronadas por zarzas y rastreadoras, persiste en la memoria de no pocas familias de Cabo San Lucas y San José del Cabo así como  el recuerdo vivo de sus antepasados, de aquellos valientes y estoicos hombres que construyeron y cuidaron el Faro de Cabo Falso. Nunca importó la distancia ni las soledades. Así fue como llegó  desde Madrid, España, hasta el Cabo Falso, conocido como el fin de la tierra, antes de 1900, el ingeniero Joaquín Palacios Gómez, acompañado de su esposa Petra Magro y sus hijos Joaquín y Roberto. Inmediatamente después fueron llegando  a este páramo los primeros guarda-faros a cuidar el parpadeo nocturno lanzado hacia los horizontes para marcar las rutas de regreso a casa de navegantes y pescadores. Cómo no recordar y honrar a Don Rafael Tomás Sandoval Mantecón y Don Agustín Payén y Marcos Payen Sandoval, a Néstor Herrera, el guarda-faros que acompañó al Faro Viejo a lanzar sus últimos destellos hacia los horizontes antes de pasar la linterna a la torre del cerro Las Hermanas.

El sustento constitucional y legal del Faro Viejo.

No sólo como símbolo, tradición y herencia sino constitucional y legalmente el Faro Viejo y las 17 hectáreas de las que fue dotado por la secretaría de Comunicaciones son patrimonio del pueblo de Los Cabos y no a la empresa inmobiliaria Bansi S.A  de C.V.   Además de las Leyes Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas y General de Bienes Nacionales, que en espíritu son las custodias del Faro Viejo, tenemos un principio constitucional que nos hablan que “ El derecho de propiedad no es divino ni natural ni inherente a la persona o grupo sino un derecho que la Nación otorga a cada uno de sus hijos y los hace responsables de ello”.  Esto es, todos somos propietarios porque la Nación nos ha hecho tales y su Estado,  representado por órganos y gobernantes, que todos nosotros como ciudadanos (pueblo) elegimos, nos reconoce como tales.

Este principio constitucional refiere que para los mexicanos el subsuelo y sus riquezas son y deben ser propiedad de la Nación. Igual que los monumentos nacionales, históricos y los inmuebles públicos no pueden ser propiedad de los particulares. En consecuencia, el Faro Viejo de Cabo Falso es un bien que pertenece a la Nación. Un bien que no sólo fue construido en terrenos nacionales y con recursos del gobierno federal sino que su utilidad pública y simbolismo, lo convierten en imagen y memoria del pueblo de Los Cabos.  Dar cabida a un régimen de propiedad privada en el Faro Viejo no sólo estaríamos negando nuestros fundamentos constitucionales sino cambiando su altísimo valor histórico por el redituable precio especulativo del comercio inmobiliario, que sólo beneficia a nos cuantos.

Conclusión

 A ciento 107 años de distancia, respetuosamente sugerimos  a nuestros gobernantes, particularmente a los que tienen la fortuna de gobernar Los Cabos, en colaboración con los gobiernos Federal y Estatal y las organizaciones y ciudadanos interesados,  que el G-20 no sólo debe verse como una oportunidad económica y turística sino cultural.  Luego, entonces, empecemos con la tarea de proponer al Faro Viejo y las 17 hectáreas de que fue dotado  cómo un  “área natural protegida” o de “parque nacional”, como parte de una solución integral. Ello, abriría posibilidades  no sólo de rescatar y salvaguardar el Faro Viejo  y los médanos de arena sino tener acceso a las playas, proteger sitios de anidación de la tortuga Laúd, localización y estudio de sitios arqueológicos, como concheros, entierros y talleres líticos de los  Antiguos Californios, entre otros.

Lo anterior también abriría la posibilidad, como ya indicamos párrafos arriba, en buscar la inscripción del Faro Viejo- Cabo Falso en la Lista Indicativa de Bienes de patrimonio Mundial, en la categoría de Paisajes Culturales. Ello, como bien lo señala la organización Semilla del Orgullo,  crear circuitos turísticos culturales y ecológicos, donde estuvieran integrados el Museo de Historia Natural de Cabo San Lucas, el Museo Marino de San José del Cabo, el  Pabellón Cultural de la República, el Estero de San José del Cabo, Antiguo Muelle de la Empacadora Pando, entre otros espacios recreativos y culturales.  

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