viernes, 4 de mayo de 2012

LA UABCS Y LOS OPERADORES POLÍTICOS




Por: Héctor Santiesteban Oliva

Tiene mucho tiempo que en nuestra sociedad se encuentran preocupantes diferencias entre el saber abstracto, teórico y el saber pragmático, es decir, aquel que puede aprovecharse en el día a día. En no pocas ocasiones los universitarios son considerados como portadores de un conocimiento especulativo, pero carentes de competencias prácticas. Lo cual es cierto en cierta medida, pero, por el otro lado, hay excesos evidentes también del lado de la practicidad resuelta que llega hasta el cinismo. Para ejemplificarlo referiré la historia de aquel Presidente Municipal que hizo público llamamiento para ocupar el puesto de tesorero en su administración. Llegaron muchos aspirantes, quienes fueron formados en espera. Desde dentro, el alcalde los iba llamando y despachando. La pregunta era “¿cuántos son dos más dos?” uno, dos, tres y hasta diez contestaron que “cuatro” siendo despachados cortés, pero tajantemente. Llegó finalmente uno que contestó: “¿dos y dos? Tres para usted y uno para mí”. Quedó contratado.
Uno puede preguntarse cómo es que no hay doctores académicos dirigiendo la universidad, sino profesores con intereses en la cosa pública, en liderazgo, en partidos.
Somos una universidad con muchos recursos en el profesorado, pero postrada por ese servilismo al poder administrativo interno y externo. Tanto al interior como al exterior de la institución muchos consideran que para ser rector, se tiene que ser antes político y administrador que sabio académico. Y así estamos. Y así vamos quedando llenos de operadores políticos que velan por intereses de grupo en lugar de hacerlo por la sabiduría y la ciencia.
Empezando por el mismo rector en funciones, Mtro. Gustavo Cruz . Difícil resulta imaginar que haya estado durante su sabático trabajando como Secretario Particular del Diputado Arturo de la Rosa Escalante. Menudo proyecto académico. Siendo  no Doctor, sino Maestro, bien habría podido utilizar ese tiempo para sus estudios doctorales. Uno pensaría que estaría mejor utilizada esa oportunidad si hubiera intentado aprender un idioma, hacer una especialidad, escribir o editar un libro. Pero no fue así, y en este querido México en que las mañas pueden más que las maneras, hételo de rector con un apoyo gubernamental inexplicable. ¿Inexplicable? No del todo. La memoria de las relaciones parece explicar muchas cosas.
El Lic. Adrián de la Rosa Escalante es hermano del diputado de marras, Arturo de la Rosa Escalante,  exjefe del Rector en funciones, Gustavo Cruz; es también expresidente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, y ahora ejerce, aunque cesado, como Abogado General de la UABCS. Bien bastaría para recusarlo el hecho de que habiendo sido juez sea ahora parte; pero si además es hermano del ex (acaso actual) jefe del Rector, ya parece escandaloso. Por cierto ¿Cuántas veces tuvo que tratar con la esposa del rector cuando ésta era Secretaria General del Sindicato universitario?
El Dr. Dante Salgado es otro caso. Él llegó a la universidad cuando venía de ser operador político de Antonio Manriquez Guluarte y ya en ella estuvo operando como facilitador de Jorge Alberto Vale Sánchez, cosas que al parecer le abren las puertas de una carrera como profesor universitario definitivo tanto a él como a su esposa. Ha ido tejiendo a lo largo de estos años una red de clientelismo al interior de la universidad que incluye varias personas e instancias. De manera que el espíritu universitario deja lugar a la pusilanimidad convenenciera.
Por lo que parece, los tres puestos principales de las autoridades universitarias están copados por operadores políticos. Eso ya es relevante de suyo. Pero ¿cómo se refleja eso en sus funciones?
Primeramente tenemos una vocación connatural para el trapicheo y el tráfico de influencias. Cuentan con un lenguaje, una semiótica entera, para entenderse mejor con las esferas más convenencieras de la vida social y política del Estado, logrando apoyos mutuos y pactos en lo obscuro con cierta regularidad y certeza. Esa es la pequeña gran diferencia en contraposición con un académico nato. También lo es el clientelismo rampante, el formar cuadros que les deban favores, el contar con apoyos interesados y controlados.
Otro rubro en donde se deja ver el “espíritu operativo” es el hecho de que durante las últimas semanas se han venido verificando al interior de la universidad una serie de acosos laborales, que van desde el entorpecimiento de trámites, escamoteo de expedientes, baremos diferenciados para estímulos, amagos de despido, discriminación en pagos, extrañamientos formales con causales fabulosas y algunas otras lindezas que prefiero no referir para no cansar a los lectores.
Si creemos que así vamos a avanzar algún día en la educación más alta de este nuestro Estado, estamos perdidos, o bien, pensamos como el alcalde del cuento.

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