jueves, 28 de febrero de 2013

Ascenso y caída de la maestra



CARTA DE VIAJECarlos Tello Díaz (MILENIO)

"Me voy a ir cuando los maestros quieran que me vaya", dijo hace unos días Elba Esther Gordillo en un acto celebrado en el Estado de México. Estaba equivocada. Salió como entró, hace ya más de 23 años, exactamente de la misma forma: por decisión del Presidente de la República. El martes pasado, alrededor de las 6 de la tarde, fue detenida por elementos de la PGR en el aeropuerto de Toluca, acusada de desvío de recursos, en lo que fue también una demostración de fuerza del presidente Peña Nieto.
Elba Esther Gordillo había comenzado su carrera en el magisterio durante la década de los 60. A principios de los 70 trabajó de cerca con Carlos Jonguitud Barrios, quien en 1972 desplazó a los caciques que dominaban el SNTE, con el apoyo del presidente de la República, en aquel entonces Luis Echeverría. Más tarde, impulsada por Jonguitud, creció en el SNTE y prosperó en el PRI. Fue diputada federal en la LI Legislatura (1979-1982) y diputada federal en la LIII (1985-1988), y fue luego designada secretaria general del SNTE, en abril de 1989, cuando, con el apoyo del presidente Salinas de Gortari, marginó del magisterio a Jonguitud. Elba Esther sería más tarde senadora, secretaria general de la CNOP y secretaria general del PRI. Pero sus años de gloria serían los de su alianza con el PAN.
Los presidentes del PAN, durante los gobiernos de la alternancia, dieron presupuesto y poder al símbolo más visible de la corrupción y el corporativismo del PRI. Con Fox, el secretario de la SEP, el señor Reyes Tamez, le dio recursos y privilegios al SNTE, y al final de su gestión encabezó la coordinación de la bancada de Nueva Alianza, el partido fundado por Elba Esther. Pero con Calderón las concesiones habrían de ir muchísimo más allá que lo que fueron con Fox, hasta culminar en la llamada Alianza por la Calidad de la Educación, un programa particular impuesto por el SNTE que suplió al programa oficial de la SEP, con lo que la educación básica en el país pasó a ser dirigida por el sindicato.
¿Qué sintió Calderón que le debía a Elba Esther Gordillo? Al parecer sintió que le debía muchísimo.
El 2 de julio de 2006 hubo cerca de un millón y medio de mexicanos cercanos a Nueva Alianza que votaron por sus aspirantes para el Congreso, pero no por su candidato para la Presidencia. ¿Por qué candidato sufragaron ese día? Los maestros tendían hacia López Obrador, pero hubo línea de votar a favor de Calderón. Esto no quiere decir, desde luego, que a causa de la línea todos esos votos fueron transferidos hacia el candidato del PAN. Una encuesta de voto diferenciado realizada por Consulta Mitofsky para Televisa, por ejemplo, muestra que los panalistas votaron un poco más por el PRD que por el PAN: 0.8 por ciento de los que sufragaron, según la encuesta, votaron por Nueva Alianza para el Congreso y por Calderón para la Presidencia, y 1.1 por ciento por Nueva Alianza para el Congreso y por López Obrador para la Presidencia. Así, los votos de los panalistas estuvieron divididos por igual. Pero también es cierto que, sin esa línea, todos esos votos hubieran sido abrumadoramente favorables al candidato de la coalición. Más o menos medio millón de los panalistas que no votaron por su candidato favorecieron al abanderado del PAN. ¿Cuántos de ellos pensaban votar por otro, pero, por disciplina, sufragaron al final por Calderón? En ellos radicó la deuda electoral del candidato del PAN con la dirigente del SNTE. El propio Calderón consideró que la deuda era muy alta, pues a cambio de su apoyo, Gordillo conservó el ISSSTE y la Lotería Nacional y obtuvo el Consejo de Seguridad Pública y la Subsecretaría de Educación Básica de la SEP. Nada menos.
Todo cambio, irónicamente, con el regreso del PRI, que desde el principio promovió la reforma educativa con el PRD y el PAN. La maestra reaccionó en contra, pero el círculo a su alrededor comenzó a ser más y más estrecho. Estaba aislada: el consenso en el país era que el Estado debía recuperar la rectoría de la educación en México. La liquidación de su cacicazgo era una condición para impulsar esa reforma. Ahora falta por hacer todo lo demás. Pero la ruta está trazada en la reforma, que tiene el consenso de todos los partidos en los que la sociedad está representada. “La nueva reforma educativa abre un horizonte insospechado de oportunidades para el magisterio”, escribió Gilberto Guevara Niebla este mes en Nexos. “Se trata de establecer una nueva plataforma normativa para el trabajo docente. La profesión magisterial será, en estricto sentido, una profesión (como la medicina, la abogacía, etcétera) y no una subprofesión condicionada por rígidas redes sindicales y burocráticas. Bajo estas condiciones, el docente será mejor remunerado y gozará de un prestigio social que ha ido perdiendo”.

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