Alejandro
Álvarez
Uno de los
indicadores de desarrollo y bienestar de un país es su consumo de energía por
habitante (per cápita), independientemente de la procedencia de dicha energía
(gasolinas, combustóleos, carbón, radiactividad, mareas, viento, sol,
geotermia, etc). Puede haber factores
nacionales que distorsionen esta aplicación del indicador (por ejemplo el clima
imperante que obligue al uso de calefacción), pero en general es claro que a
mayor consumo de energía de una nación
la probabilidad de bienestar de sus habitantes es mayor. Los datos (seleccionados) de consumo de energía que se
refieren a continuación (en kilogramos equivalentes de petróleo por año por
habitante) corresponden al año 2003 pero no es probable que haya cambiado mucho
el panorama en la última década.
Estados
Unidos de Norteamérica
|
7 794
|
Canadá
|
8 300
|
El Salvador
|
683
|
Cuba
|
935
|
Francia
|
4 518
|
Finlandia
|
7 218
|
Haití
|
270
|
Argentina
|
1 574
|
Islandia
|
11 718
|
Kuwait
|
9 076
|
México
|
1 533
|
Arabia Saudita
|
5 582
|
De esta
lista, cinco grandes consumidores son al
mismo tiempo grandes productores de petróleo pero Islandia que no es
productor de petróleo lo es de energía geotérmica y Francia que tampoco es
productor de petróleo tiene un gran número de plantas nucleoeléctricas. Los
países exportadores de petróleo aparecen lógicamente con alto consumo pero
México, que es exportador, está muy lejos de ser un alto consumidor, paradoja
que se magnifica con el dato de que somos importadores de gasolinas, el 50% de
la gasolina que consumimos es importada. El consumo de energía de nuestro país
es casi el mismo de Argentina, que no es productor importante de petróleo. Los
países pobres (Haití, Cuba, Salvador) son bajos consumidores de energía y sus
niveles de confort son bajos. Nada nuevo.
Yendo a los
datos financieros domésticos vemos que un peso de cada tres pesos del
presupuesto nacional proviene de la industria petrolera, especialmente de la
venta de petróleo crudo. La dependencia presupuestal de este sector es brutal
sin embargo desde hace 12
años Pemex opera en números rojos como consecuencia de un régimen fiscal que
reduce a cero sus ganancias (se le castiga con impuestos que ninguna otra
industria paga), una gigantesca plantilla laboral, un sistema de pensiones
insostenible y una corrupción entronizada hasta la médula de la cual participa
no sólo la burocracia administrativa y gubernamental sino también la sindical.
Los informes financieros de la paraestatal indican que desde el año 2000
registra pérdidas anuales que suman al momento más de 710 mil millones de
pesos, a pesar de que el precio
internacional de petróleo ha sido favorable desde entonces. Estamos a punto de
matar a la gallina de los huevos de oro, ni más ni menos. En el año 2000 Pemex tenía un capital del orden de 40 mil millones
de dólares, hoy tiene un capital negativo de 5 mil 500 millones de dólares,
porque Hacienda le hizo pagar gravámenes de entre 45 y 50 mil millones de
dólares de más en estos diez años y para realizar sus proyectos lo obligan a
endeudarse. La deuda de Pemex es mayor a la suma de sus activos. Es inviable
encontrar un comprador de una empresa en estas condiciones. Quienes hablan de
que se va a privatizar Pemex no saben de qué hablan, o no saben que ningún
empresario cuerdo (mexicano o extranjero) compra empresas quebradas.
Cuando Pemex debió dedicar una parte
sustancial de sus ganancias netas al desarrollo de nuevas tecnologías de
exploración, explotación y refinamiento los partidos políticos estaban
encantados ordeñando a esta vaca gorda evitándose la molestia de idear otro
sistema de recaudación para no hacer enojar a sus clientelas políticas. En los
últimos años del sexenio pasado los excedentes petroleros fueron a dar a los
gobernadores que rogaban porque el precio del crudo subiera por encima de lo
calculado en el presupuesto de ingresos. Sabían que ese excedente iba a sus
feudos, nunca les preocupó la condición financiera de la paraestatal ni nada
que tuviera que ver con ella. Pero no sólo eso, a sabiendas de que el petróleo
es un recurso no renovable tampoco se invirtió un solo peso en tecnología de
energía alternativa. Salvo la Comisión Federal de Electricidad que mantiene una
producción razonable de energía hidroeléctrica, geotermoeléctrica y
carboeléctrica, nuestro atraso en las llamadas nuevas fuentes de energías
(solar, eólica, maremotriz, nuclear) es enorme. Para los que se desgarran en el
disfraz del nacionalismo es conveniente que sepan que la CFE compra
electricidad a empresas extranjeras que la generan en nuestro territorio
proveniente de plantas fotovoltáicas (energía solar) y aerogeneradoras (energía
del viento).
Entre 2003 y 2012 las reservas
probadas de petróleo disminuyeron 31.2% pasando de 20 mil 77 millones de
barriles de petróleo crudo equivalente (pce) a 13 mil 810 millones de barriles
de pce, ( Estrategia Nacional de Energía 2013-2027), la mayor parte de los
campos productores en el país se encuentran en etapas maduras o en vías de
declinación. México no tiene ni el capital ni la tecnología para explorar
petróleo en mares profundos, donde existen las mejores expectativas de
encontrarlo, ni mucho menos la tecnología para extraerlo. Si las cosas se
siguen haciendo como hasta ahora es fácil imaginar el final ¿Y así dudan de la
necesidad de una reforma energética? La reforma de la industria global de
energía no sólo es urgente, sino que estamos llegando con retraso y en el caso
de la petrolera con alto riesgo de que se colapse y con ello se ponga en riesgo
la base financiera principal del país.
La única opción para garantizar a futuro un suministro
de energía en el país y que el petróleo siga siendo negocio es abrir esa
industria a la inversión privada bajo la tutoría del estado, en forma parecida
a como el presidente Cárdenas la concibió y después Ávila Camacho la reglamentó
( Artículo 4o. La Nación llevará a cabo la exploración y
explotación del petróleo, en la siguiente forma:
I.- Por trabajos que realice el gobierno a través de su órgano correspondiente
II.- Por conducto de las instituciones públicas petroleras que al efecto cree la ley y
III.- Mediante contratos con particulares o sociedades.
Artículo 8o. En el caso de la fracción tercera del art. 6º. podrán celebrarse contratos con particulares o sociedades para que lleven a cabo los trabajos respectivos, a cambio de compensaciones en efectivo o de un porcentaje de los productos que se obtengan.).
I.- Por trabajos que realice el gobierno a través de su órgano correspondiente
II.- Por conducto de las instituciones públicas petroleras que al efecto cree la ley y
III.- Mediante contratos con particulares o sociedades.
Artículo 8o. En el caso de la fracción tercera del art. 6º. podrán celebrarse contratos con particulares o sociedades para que lleven a cabo los trabajos respectivos, a cambio de compensaciones en efectivo o de un porcentaje de los productos que se obtengan.).
Es curioso
que siendo un país tan distinto al que vivieron Cárdenas y Ávila Camacho los
principales partidos confrontados en el tema aludan a su compromiso con el
propósito y acciones de presidentes de hace más de setenta años. La pereza
mental y ceguera les impide ubicarse en el momento en que los países en
desarrollo ya están pensando y actuando para un mundo sin petróleo y nosotros
seguimos en la discusión de lo que interpretaban o querían Cárdenas y Ávila
Camacho. En el colmo de la mediocridad algunos partidos y sus dirigencias de la
autollamada “izquierda” están empeñados en seguir extorsionando o chantajeando con
inestabilizar al país promoviendo movilizaciones contra la “privatización”, (el
fantasma de la “rebelión” civil) que ellos mismos han creado para justificar su
existencia. Inventan el vampiro y dicen
tener los ajos y cebollas para combatirlo. Buen negocio.
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