lunes, 27 de diciembre de 2010

Ajuste de cuentas


La Calle

Luis González de Alba

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  • 2010-12-27•Acentos
La izquierda mexicana no ha hecho sus Ejercicios Espirituales, su ajuste de cuentas, su reflexión derivada de la caída del Muro de Berlín, el derrumbe de las repúblicas “populares” y el éxito económico de gobiernos socialistas en España y Chile, donde la apertura al mercado y no las medidas proteccionistas han redituado en altos índices de crecimiento. España ya es irreconocible, de país exportador de conserjes a París y obreros a Alemania, es hoy parte de la Europa rica, unida y sin fronteras.
Por eso la izquierda mexicana se entrampa ante figuras del Pleistoceno: el subcomandante Marcos, la democracia india a mano alzada frente al cacique y la prohibición de mujeres en asamblea porque “sus maridos llevan las voces de ellas”, dicen…
En la misma fuente abreva la veneración por la Revolución de 1910 y por la Independencia en 1810. Para hacer las cuentas que desea Porfirio Muñoz Ledo, quien lleva un año prediciendo el levantamiento del pueblo contra el mal gobierno, debe uno olvidar la Guerra de Reforma (1857-1861), la Cristiada de 1926 a 29. En fin, olvidar las fechas que desmienten la teoría de los centenarios en las erupciones del volcán popular.
Esta reivindicación de la violencia nos viene de cómo narramos nuestra Historia y del apego izquierdista a la enfermedad infantil del alzamiento popular. No hubo tal cosa ni en la Independencia ni en la Revolución. Repito: en mayo de 1911 el feroz dictador no fue derrocado por un pueblo en armas que “dijo basta y echó a andar”. Nunca hubo un levantamiento masivo de los mexicanos pobres, más bien los mexicanos de clases medias y altas se mataron entre sí empleando pueblo como carne de cañón y abundantes cuerdas para atar, en cada poblado, a los “voluntarios” que debían ir a combatir por su libertad.
Para 1917, cuando los libros dicen que la Revolución termina y plasma sus ideales en una nueva Constitución aún faltaba la rebelión de De la Huerta (que ni fue rebelión ni la deseaba de la Huerta), los tres años de guerra civil por el jacobinismo del gobierno y la instigación del alto clero que avivó las llamas con el cierre de iglesias, faltaban los asesinatos de Carranza, Zapata, Villa y Obregón, ninguno de ellos muerto en combate por las tropas de la dictadura.
Con Porfirio Díaz instalado en Francia desde 1911, México no tuvo paz hasta la llegada del presidente Lázaro Cárdenas. Y relativa, pues tampoco terminó su período sin derramar sangre de opositores en los comicios que dieron el triunfo a Ávila Camacho.
De una Historia pergeñadas al azar de los gustos del Nuevo Régimen que no consolidó su ideología sino con Cárdenas, sacamos conclusiones más que peligrosas para resolver los conflictos actuales. El país se tensó por la necedad de un mal perdedor que jamás ha logrado explicar cómo y cuándo se cometió el fraude que no lo despojó de la Presidencia a él, sino al pueblo mismo.
No es, entonces, un ejercicio de corrección de fechas y datos por amor a la verdad histórica, sino de desmontar el mito del mexicano que aguanta y aguanta pero al final estalla, y eso ocurre cada cien años. En 1810 la rebelión de Hidalgo, circunscrita al centro y occidente de la entonces Nueva España, no cumplió ni el año. El virreinato siguió su marcha hasta otro momento que tampoco nos gusta: una negociación incruenta entre el virrey recién llegado, Iturbide y Guerrero nos hizo independientes de España en 1821, sin que Hidalgo haya hecho otra cosa que ahuyentar a los partidarios de la independencia.
La inteligencia mexicana enloqueció de gozo cuando apareció el Primer Comunicado del EZLN sentenciando a muerte al régimen. Después no han hecho nuestras mejores cabezas un encierro al estilo Loyola para revisar sus pecados guerrillerosos. Marcos simplemente cayó en el olvido. Pero esa falta de auto-análisis dejó abierta la idea de las soluciones armadas a cargo de una vanguardia del pueblo bueno que no puede más.
Así tenemos los comunicados de los secuestradores de Diego Fernández de Cevallos. Para empezar, no hubo un frente nacional unánime contra ese secuestro. Es que hay secuestros malos y secuestros buenos. El de Diego era bueno para mucha gente de inteligencia superior al promedio. Los comunicados del grupo guerrillero que dice haberlo secuestrado (la escisión de una escisión de otra escisión) muestran que aún no recibe el telegrama que dice: “Cayósenos Muro de Berlín (punto) Democracias populares extinguiéronse (punto) Díjolo Marx: llégase a socialismo por industrialización (punto)”.
Más en Las mentiras de mis maestros, (Cal y Arena).

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